Vitrina de nimiedades | La fe también mueve las redes

 

Si pones la otra mejilla lo único que pasa 
es que te llevas otra hostia.
Un post de @diostuitero

30/03/2024.- Entre los maratones de películas de Jesucristo que veíamos cada Semana Santa y las cuentas en redes como @diostuitero han pasado unas cuantas lunas. En ese tiempo, cada quien se ha encargado de administrar sus creencias como estima más conveniente, pero las diferencias de época son insoslayables. Hoy, la fe se mezcla de manera más abierta y de forma simultánea con inocencia, humor, compromiso, sarcasmo, confianza e ironía, todo esto siempre con la espada de Damocles que representa hacer una gracia que termine en ofensa. Las fronteras son muy delgadas en ese campo, donde innovar puede terminar convirtiéndose, aún sin desearlo, en un acto provocador.

Este terreno, a pesar de sus contradicciones y las diferencias de concepto, resulta atractivo para influenciadores y representantes de organizaciones vinculadas con la fe. Interpretaciones de textos sagrados, reflexiones, testimonios de bienestar y celebraciones van abriéndose paso en el mundo digital. Heredera de algunas costumbres televisivas, YouTube ha hecho posible seguir un encuentro religioso a cualquier hora o mantener la conexión con curas, pastores o representantes de sectores religiosos sin que medie el espacio físico de una congregación o una iglesia. La experiencia se replica en otras plataformas.

Así, la fe dejó de mover montañas para impulsar likes, comentarios y visualizaciones como una nueva forma de promoverse. Junto a los predicadores de distintas religiones que aún vemos en algunas comunidades, otros grupos se han transformado para alcanzar a fieles en el mundo digital con un diálogo aparentemente más personal, hecho a la medida y sin límites temporales. Listados de sacerdotes youtubers, aplicaciones móviles que recitan el Corán, grupos de mensajería instantánea y cuentas en redes sociales para orar, son una gota de agua en este océano transmedia, bastante agitado y en absoluto libre de la intolerancia y el radicalismo.

No es necesario echar atrás para conseguir eventos como el rezo en línea de curas ultraconservadores que le desearon casi todo, menos vida y salud, al papa Francisco, o la ola islamofóbica vivida en India hace tres años, impulsada en redes con las etiquetas estigmatizantes. Ambos episodios nos demuestran que la intolerancia se adapta muy bien a las nuevas realidades, a pesar de las políticas diseñadas para las comunidades que conviven en los confines de las redes sociales.

El odio y la ironía, sin embargo, pueden resultar casi imperceptibles ante el toque humorístico de cuentas como @SenoraCatolica, donde se reconoce en medio de chistes que las relaciones humanas “son más importantes que algo que ocurre en una red social”. El nombre de ese perfil, con otros propósitos, también es compartido en el mundo digital por la mexicana Erika Edith Navarro, quien se ha hecho viral por detallar, por ejemplo, cómo nuestra impronta pecadora se delata con una carcajada o una mirada. Al final, la fe y todas sus implicaciones no están libres de influjo tecnológico.

Rosa E. Pellegrino 

 

 

 


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