Retina | Corruptos
15/04/2024.- Quien comete un acto de corrupción crea, con su acción, un monstruo. Ahora deberá esconderlo porque no puede matarlo sin hacerse daño. La manera probada de realizar este acto de ocultamiento es fabricar un laberinto en el cual nadie sepa entrar ni salir. Tendrá que contratar a un artista que lo proyecte y lo ejecute. El artista conocerá la clave de todo.
Ocurrió al rey Minos, en la mitología griega. El rey se negó a sacrificar el toro blanco que le había otorgado en apoyo el dios Poseidón. Evadió su responsabilidad pública sacrificando otro toro. Se hizo dueño del animal de origen sagrado. El castigo que recibió fue que Parsífae, su esposa, se apasionó por el animal y, con la ayuda de Dédalo, el mismo artista que construiría el laberinto, se unió al animal y concibió al Minotauro, con su cuerpo de hombre y su cabeza de toro.
Quien comete un acto de corrupción sabe que está siendo corrupto. Puede que se escude en el argumento de que su acción es pequeña y que su robo tiene poco impacto. Quizá es de una partida o de una compra de cien millones de donde roba nada más que cien mil. Está lógica sirve igual para cifras mayores o cifras menores. Se puede robar un poquito de mil o un poquito cien mil millones. La única diferencia real está en cuál es la responsabilidad que se tiene, a cuánto se puede acceder. Siempre es algo pequeño para el corrupto y seguramente dirá que es más pequeño que lo que roban los demás. Raspar cupos, ese acto de corrupción masiva, tuvo en mucha gente la autodisculpa de que no era nada importante en comparación con los actos de corrupción de los demás.
En estos momentos hay, sin embargo, muy poco espacio para pensar que existieran tales autodisculpas. En los más recientes sucesos de corrupción descubiertos en el país, los corruptos robaron traicionando la confianza, la esperanza y la lucha de todo el pueblo que resiste con valentía el acoso y el asedio que nos impone el Gobierno de Estados Unidos. Ellos sabían, no había manera de no saberlo, que sus robos se traducían en la inmediata reducción de alimentos y medicinas para la gente que confiaba en ellos para aliviar las carencias de la arremetida contra Venezuela.
El artista que construyó el laberinto en Cnosos, en la isla de Creta, es también quien le explicó a Ariadna, hija de Minos y hermana del Minotauro, la forma de entrar y salir del laberinto contando con un hilo como guía de retorno. El Minotauro fue muerto.
El laberinto no es seguro porque lo conocen bien quienes lo construyeron. Las investigaciones han encontrado el hilo de Ariadna de este nuevo laberinto. Hemos visto el rostro de la bestia que se escondía en el centro de las engañosas galerías. Cuando estuvimos en una de las perores situaciones de nuestra historia, la bestia encontró la forma de lucrarse de nuestro dolor y de nuestra resistencia.
Freddy Fernández
@filoyborde