Al derecho y al revés | De viaje a Valencia y Puerto Cabello

08/05/2024.- Gracias a la invitación de Valentina Vadell y la Gobernación de Carabobo, este fin de semana me uní a la Feria del Libro en ese estado central.

La organización fue de primera e incluso llegaron a superar el escollo de que el evento tuviera dos sedes: una en Valencia y otra en Puerto Cabello.

Por mi parte, agradezco la fidelidad de los lectores de mi padre, quienes se acercaron a curiosear sobre la última edición de Los andinos en el poder. También preguntaban, tanto en el kiosco de Editorial Vadell como en el que se levantó con el nombre de mi padre, por alguno de los casi cien libros que DAR escribió.

Hay, sin embargo, un intangible de que todo viaje, hasta el más corto, puede provocar comentarios en quien esté atento a lo que pasa y mantenga los ojos abiertos.

Viniendo de Caracas, y por haber preparado todo con tiempo, hubo quienes, en mi más cercano círculo de amistades, me dieron consejos.

Uno, "que llevara gasolina"; consejo que no seguí porque de otra manera habríamos llegado a Valencia oliendo a motor de cuatro tiempos.

Otra amiga me prestó una linterna recargable, de las que duran diez horas encendidas, "porque allá se va la luz a cada rato". Ese consejo lo acepté no solo porque vino con linterna incorporada, sino porque, en vísperas de una elección, nada extraño tiene que entre saboteo y saboteo, terminemos como aquella infausta vez cuando el tal Guaidó, junto a compinches gringos, nos dejaron seis días sin electricidad, "porque así caía el gobierno venezolano".

También hubo los que alertaban sobre la "escasez de víveres". A esos amigos que gustan hacer las veces de mánagers de tribuna, les dije que, siendo un invitado del gobierno regional —aparte de que, en verdad, como poco—, yo dudaba de que me dejaran morir de hambre.

La realidad fue que encontré a Valencia y Puerto Cabello muy bien mantenidas, al menos en las calles principales.

La infraestructura cultural en ambas sedes es de primera. Incluso puedo decir que las sedes son de primera hasta en la programación.

En Valencia tenían una exposición de Pablo Picasso donde los niños podían interactuar y otra sobre El principito en la cual la Gobernación contrató actores para representar las muchas facetas de Antoine de Saint-Exupéry, como piloto, bebedor, navegante del universo, etc.

Los niños podían tomarse fotos con los actores e interrelacionarse con la exposición. Afuera se podía comprar el libro. Excelente idea.

Hasta la autopista me dio otra lección, más allá de los deseos disfrazados de augurios que lanzan irresponsablemente en las redes.

Todo el camino desde Caracas a Puerto Cabello estaba lleno de camiones de carga. Unos iban, otros venían, revelando el intercambio comercial, que es signo de progreso y trabajo.

Hubo otro encargado de la Feria, además del gobernador. Se trata del alcalde de Valencia, Julio Fuenmayor.

Ya mencioné su sede, pero es justo ahondar: Fuenmayor, a quien llaman "el Búho", es un joven de las nuevas generaciones que se dedican a la política.

Muy amable y activo, estuvo en mi intervención principal, y se despidió porque iba a revisar lo que llaman allá el "plan Búho", que es el mantenimiento y la revisión en horas nocturnas para evitar molestias.

En lo único que pienso que se debe hacer algo, y así lo expresé en mis intervenciones, es en que tanto el estado Carabobo como el contiguo Aragua tienen peajes muy cercanos, llegando a Valencia. La autopista está en buen estado, tomando en cuenta las condiciones que padece mi país, pero al llegar a Valencia, el tráfico se retiene por el peaje. Allí pasamos casi una hora más de viaje.

Me parece que ambos estados no deben tenerse desconfianza, colocar una sola alcabala, en mejor sitio, ¡y repartirse la cochina!, a pesar de que esa autopista no fue construida por ninguno de los dos estados...

 

Domingo Alberto Rangel


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