La OEA, antipopular de nacimiento

En 1962 Cuba protestó la expulsión de la organización y asumió su rol de país irredento.

 

El canciller cubano Raúl Roa estigmatizó para siempre a la OEA al bautizarla como el "Ministerio de Colonias" de Estados Unidos

 

08/05/24.- La Organización de Estados Americanos (OEA) ha sido desde sus primeros días un organismo en contra los pueblos nuestroamericanos, de su soberanía y autodeterminación. Es antipopular de nacimiento.

Para comprobarlo basta revisar la historia. Corrían en Bogotá los encuentros previos a su creación formal a cargo de representantes de 21 países cuando asesinaron a Jorge Eliécer Gaitán y en Colombia se prendió una guerra civil que hasta ahora, 76 años después, no ha terminado.

Fue, qué duda cabe, un horrendo bautizo para la iniciativa estadounidense que se basaba en la idea de declarar al comunismo como una ideología política criminal, propósito disfrazado de integración hemisférica y promoción de la democracia.

Los dignatarios participantes en la IX Conferencia Panamericana, que se desarrollaba en la capital neogranadina desde inicios de abril, se vieron de súbito acorralados en un país en llamas: había estallado el Bogotazo.

La sede de la conferencia tuvo que ser mudada a un lugar más seguro, el Gimnasio Moderno, un colegio privado reservado a los hijos de la élite política y de los empresarios de la ciudad. Mientras Colombia ardía, los diplomáticos emitieron una declaración en la que definieron a la OEA como "una organización que trabaja para fortalecer la paz, la seguridad, consolidar la democracia y promover los derechos humanos". 

Ese mal parto ha marcado la vida del organismo intergubernamental cuyo triste papel ha sido cohonestar golpes de Estado, perseguir a los gobiernos y partidos de izquierda y servir de apoyo al injerencismo y el intervencionismo estadounidense.

Las vergonzosas actuaciones de la OEA en los últimos años, bajo la secretaría general del uruguayo Luis Almagro, casi todas enfocadas contra Venezuela, pueden hacer pensar a algunas personas jóvenes o poco informadas que esta conducta lacaya es algo reciente, cuando la verdad es que este organismo es estructural e históricamente un instrumento más de la hegemonía estadounidense en el continente. 

La fundación de la OEA, que de inmediato estableció su sede en Washington, fue la concreción de un proyecto de las élites de Estados Unidos que data del siglo XIX.

Ese plan del naciente imperio fue siempre antibolivariano pues surgió como una respuesta neocolonialista a los esfuerzos que hizo el Libertador por la unión de todas las nuevas naciones, emancipadas de España.

La expresión más concreta del proyecto de Bolívar fue el Congreso Anfictiónico de Panamá, que se realizó en 1826, con unos resultados magros, principalmente por la influencia negativa de Estados Unidos y el saboteo de las oligarquías nacionales de las nuevas repúblicas. 

Con el limitado alcance del Congreso de Panamá y tras la muerte de Bolívar, Estados Unidos ya empieza a tomar el liderazgo de los movimientos unionistas del continente. Se realiza un Congreso Americano de Lima en 1847 y después hay otro Congreso Continental de Santiago, en 1856; un Segundo Congreso de Lima en 1864; y en 1889, la Conferencia Panamericana de Washington.

El historiador Pedro Calzadilla, presidente del Centro de Estudios Latinoamericanos y del Caribe Rómulo Gallegos (Celarg), explica que esa última conferencia  marca el nacimiento ya formal del panamericanismo, como doctrina. "Es la época del pangermanismo, del paneslavismo, es decir, se establece la idea de congregarse alrededor de imperios y poderes con un espacio territorial y un origen histórico común. Estados Unidos no quiere quedarse atrás y funda el panamericanismo. Ese es el origen remoto de la OEA", dice.

"Comienzan a realizar las conferencias panamericanas y se apropian de las ideas del Libertador porque se basan en un Bolívar secuestrado e ideologizado. Ponen el ideario bolivariano a presidir al panamericanismo. Hay un libro de los años 30, de Ricardo ‘Rolito’ Martínez, uno de los fundadores del Partido Comunista  de Venezuela, titulado El panamericanismo, doctrina y práctica del imperialismo, en el que conceptualiza eso", acota Calzadilla.

Uno de los momentos estelares de la OEA como instrumento para el predominio de gobiernos obsecuentes con el poder imperial ocurrió en 1962, cuando se produjo la expulsión de Cuba, bajo la justificación de haber adoptado el comunismo como sistema político.

Cuba protestó la medida y luego asumió su rol de país irredento. El canciller antillano Raúl Roa estigmatizó para siempre a la OEA al bautizarla como el "Ministerio de Colonias" de Estados Unidos.

Utilizando ese nombre para el título de su análisis (La OEA: “El Ministerio de Colonias”), la investigadora y profesora de la Universidad Autónoma de Puebla, Ximena Roncal Vattuone, dice que si bien la finalidad declarada de la OEA  ha sido "defender los intereses comunes y la unidad de la región,  en el recorrido, este organismo se va constituyendo en el garante de la política neocolonial norteamericana, que después de la Guerra Fría pretendió instaurar un orden mundial único a través del establecimiento de reglas y acciones unipolares".

"La OEA, como instrumento político, ha fortalecido la unipolaridad norteamericana, posibilitando al Pentágono el intervenir, imponer, derrocar, invadir y sancionar a aquellos países incompatibles con el 'concepto de libertad americana', homogeneizando la visión del mundo, de su mundo", añade Roncal Vattuone en una frase que retrata el pasado más remoto y el tiempo más actual de este aparato diplomático del poder imperial. 

Una historia vergonzosa

Daría para una antología de varios tomos la lista de los episodios en los que la OEA actuó como defensora del orden colonialista estadounidense, en contra de la soberanía y la autodeterminación de los pueblos.

Entre los más bochornosos de los primeros años destaca la actitud que asumió ante el derrocamiento de Jacobo Árbenz, en Guatemala, un clásico golpe de Estado diseñado y ejecutado por la Agencia Central de Inteligencia para amparar los intereses de la transnacional estadounidense United Fruit Company, en 1954.

"La OEA desatendió las palabras del entonces canciller de Guatemala, Guillermo Toriello, o no lo quiso escuchar. Meses antes del golpe, en la asamblea celebrada por la OEA en Caracas en marzo de 1954, bajo la dictadura de Pérez Jiménez, el canciller Toriello, avisó de los peligros de asumir la posición de Estados Unidos en la OEA, defendida por el secretario de Estado, John Foster Dulles. La propuesta consistía en lograr una resolución que expresara, en términos lo suficientemente enérgicos, la amenaza de una posible expansión del comunismo en Centroamérica", rememoró el politólogo chileno Marcos Roitman Rosenmann.

Aquello era apenas el comienzo, pues la historia es nutrida e intensa, siendo Venezuela, a lo largo de este siglo, Bolivia, en 2019, Nicaragua y Cuba, las víctimas recurrentes de estas infamias.

CLODOVALDO HERNÁNDEZ / CIUDAD CCS


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