Retina | La mascota del Matacuras

20/05/2024.- Hoy me preguntaron por qué Estados Unidos insiste en seleccionar figuras desconocidas para presentarlos ante el mundo como líderes de la oposición venezolana e incluso como candidatos presidenciales.

Las respuestas pueden ser obvias, pero, sin duda, requieren de cierta elaboración para poder ingresar al contexto que les corresponde.

Lo más obvio es que una parte de la oposición, la más pitiyanqui, no ha podido forjarse en el terreno de la política. Han permanecido ajenos a esa práctica y carecen, por tanto, de las herramientas mentales y prácticas para actuar en lo político.

Han creído que la política es una vía rápida para hacerse de dinero y han actuado sin vergüenza en las prácticas más corruptas para alcanzar el máximo de beneficios en el tiempo más corto.

Han transitado esta vía sin sufrir críticas, porque las empresas de noticias, las y los periodistas comprados y los equipos de redes sociales pagados desde Estados Unidos, han elogiado todas sus apariciones. Tienen un recorrido que parece exento de errores y, por tanto, vacío de aprendizaje. Han fracasado en todas sus tentativas, pero en su sector nadie les ha otorgado responsabilidad en la derrota.

Este elemento es mucho más contundente si ponemos el foco en el centro de dirección política de ese sector de la oposición, es decir, en Miami, lugar al que Washington delega su política hacia América Latina. En esta ciudad, una de las urbes más corruptas del mundo, operan mafias políticas que obtienen recursos de la Administración gringa para conspirar y desestabilizar. Allí se piensa poco en política, se piensa en dólares, y debemos reconocer que en esa actividad han tenido éxito, todos se han hecho millonarios, los cubanos, los nicaragüenses y los venezolanos. Más millonarios aún, los gringos que tramitan y administran este dinero. Están todos tan lejos de la comprensión política de América Latina, que no falta quien sospeche que su único propósito es conseguir más dinero.

En el caso venezolano, su conexión es con la zona más enferma de nuestro abanico político. Pareciera que la valoración de la situación política de Venezuela es realizada desde el narcisismo y el clasismo de los rancios apellidos y, por ello, el resultado no puede ser otro que el menosprecio al pueblo venezolano, que es una variable que no les preocupa conocer y que no figura en sus categorías de comprensión política.

Digamos que la carga fundamental de tal visión está signada por una enfermiza fantasía que asegura que la guerra económica, las políticas de asfixia a la economía venezolana, necesariamente han llevado a la población a preferir “cualquier cosa” antes que al Gobierno Bolivariano. Desde esta premisa, les resulta lógico colocar “cualquier cosa” como alternativa. Ya antes lo hicieron con el idiota de Guaidó y ahora lo hacen con la mascota del Matacuras.

 

Freddy Fernández

@filoyborde


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