Crónicas y delirios | Nuestra identidad cultural en dos tiempos

24/05/2024.- El Nuevo Circo de Caracas se olvidó de tauromaquias y banderillas para celebrar durante dos días fastos —en febrero de 1948— la toma de posesión de Rómulo Gallegos como primer presidente venezolano elegido en comicios universales y secretos. El ejercicio de Gallegos solo duró algunos meses, porque un triunvirato castrense (antihistórico, fúnebre e inhumano) lo mandaría al exilio junto con varias novelas que le rondaban por la cabeza.

El evento, llamado "Fiesta de la Tradición", mostró a centenares de asistentes la diversidad cultural de nuestro país en el siglo XX, su fuerza intrínseca, sus valores de arte y representación colectiva, y su decisivo arraigo en el espíritu de la patria. El evento fue organizado por el poeta Juan Liscano y puesto en escena bajo la orientación técnica del pintor, grabador y folklorista Abel Vallmitjana, la dirección musical de Francisco Carreño y el armónico enlace de los conjuntos a cargo de Juan Pablo Sojo. La voz de Pancho Pepe Cróquer, audible todavía en nuestra memoria hertziana, se ocupó de la animación del espectáculo.

Juan Liscano, intelectual afín a la poesía y a la socialdemocracia, había viajado por el país durante diez años con el oído en ristre, los ojos sensibles y una grabadora portátil, buscando el testimonio de las manifestaciones populares, su diafanidad intrínseca y sus formas expresivas, donde el pueblo siempre fuese su propio protagonista. Así, con motivo de la galleguiana toma de posesión, se le encargó la puesta en escena del homenaje que finalmente duró cuatro horas cada jornada (¡aparte de los diez años preliminares!).

Los críticos e historiadores han resaltado que la Fiesta de la Tradición reunió por primera vez las más diversas muestras culturales del país y expuso los vínculos entre tradición y modernidad, historia, contexto social e imaginarios. Antes de ella, la cultura nacional se resumía en elementos muy disímiles, solo provenientes de algunas regiones.

Gracias a la Fiesta, el público admiró por vez primera vez la yonna —danza guajira—, el tamunangue y el sincretismo del canto negro glorificador de San Juan, aparte del Pájaro Guarandol, el Sebucán, el Chiriguare, el San Benito de Timotes, el Baile del Carite, la Parranda de San Pedro y los chimbángueles y la chichamaya indígenas. Como fin de la algarabía colectiva, se presentaron los tambores redondos de Barlovento, con sus ejecutantes y bailarines.

En conclusión y alerta histórica, vayan las propias palabras de Liscano:

Este evento fue una gran realización personal, así como lo fue la receptividad que tuvo. Se produjo un brote nacional de optimismo, de sentir que tenemos una cultura, y ello incluso entre los mismos participantes venidos de todo el país, que no sabían de la existencia de los otros. Se creó un sentimiento nacional, aunque momentáneo.

Ahora en el 2024, al cumplirse 76 años de aquella gesta del Nuevo Circo, y el mucho correr de las aguas eidéticas por una república en procura de su plena identificación, autoestima y reconocimiento, el gobierno nacional lanzó la Gran Misión Viva Venezuela: mi Patria Querida. En ella ha convocado al universo de trabajadores culturales: músicos, intérpretes, compositores, vocalistas, bailarines, coreógrafos, pintores, fabricantes de instrumentos, portadores patrimoniales e investigadores del área para que se inscribieran en dicha misión y empezasen a recibir sus beneficios concretos, valorativos y de trascendencia.

El sitio de las inscripciones y registro no podía ser otro que la plaza Bolívar de cada conglomerado o ciudad. El nombre de la misión se vincula honoríficamente a la pieza musical que volvió célebre el grupo Un Solo Pueblo, y su base de solidaridades nos recuerda el eterno Credo de Aquiles Nazoa: "Creo en los poderes creadores del pueblo". Así que hay pueblo y liberación por todas partes y a la redonda, para que no exista ninguna duda acerca de sus fundamentos.

Hoy está naciendo un proyecto, una idea, un sueño, una utopía, una gran misión que ha surgido de la autocrítica feroz y necesaria, de la esperanza renovada, de la propuesta para rescatar y poner en primer plano lo nuestro, lo tradicional, lo originario, nuestra cultura mestiza y grandiosa.

Esto lo dijo el presidente Nicolás Maduro durante el acto de inauguración en el Teatro Teresa Carreño, donde además indicó los ocho vértices tangibles que la constituyen. ¡Ojalá así sea!

Adicionalmente, se llevó a cabo el Festival Mundial Viva Venezuela, en el Estadio Monumental Simón Bolívar, con asistencia de 40 mil espectadores, la participación de 368 agrupaciones representativas de los 486 mil 440 cultores inscritos, además de delegaciones artísticas de 25 países, que salieron a escena con el sonido atronador de cien tambores. En la pantalla celeste, muchos drones hacían figuras cibernéticas, y vimos también a un joven ministro de Cultura llamado Ernesto Villegas esbozando sonrisas de alma satisfecha.

 

Igor Delgado Senior


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