Al derecho y al revés | Aprendiendo de las tragedias

Sacar una lección de las tragedias que el cambio climático nos ha traído

19/10/22.- Como siempre la realidad nos alcanza haciendo cola para ingresar al baño público.

Y a ese respecto, siendo pragmáticos, ya que nos es muy difícil planificar para que las desgracias no caigan sobre nosotros, lo útil entonces en primer lugar es evitar el estupidizante e interminable debate sobre el pasado, porque mejor es aprender del presente para evitar males mayores en el futuro.

Y esa ocasión para demostrar que ahora sí hemos aprendido la lección siempre la habrá, porque las posibilidades abundan, tanto como el populismo y la estupidez.

Incluso las hay de a dos ocasiones al mismo tiempo.

Veamos: las mejores oportunidades para aprender de las tragedias de este momento, se  me ocurre que son las catástrofes que han traído lluvias tan copiosas como no se recordaban en décadas o más… y el cambio de la política migratoria para los venezolanos que desean ingresar a USA.

Sobre las lluvias cabe advertir que lo único sano es, y por respeto a la salud cerebral, evitar a toda costa dejarse lavar el cerebro con las entrevistas a “expertos” y reportajes en las que desde medios mercenarios pretenden “explicar”, a propósito de las tragedias, lo que no les conviene que la gente sepa.

Discutir el pasado es inútil, en eso llevamos 20 años por lo menos, y el país no marcha bien.

Pero sí es posible, como subrayo, sacar una lección de las tragedias que el cambio climático nos ha traído.

Me refiero a que en adelante ni gobernadores, ni alcaldes, ni mucho menos ministros, deberían permitir la construcción de viviendas endebles o las que sean a la orilla de los ríos.

El ejemplo de Las Tejerías y el de El Castaño en  Maracay son interesantes, porque la primera tragedia impactó a gente muy pobre, la segunda a clase media.

En ambos casos hubo cambios de zonificaciones o actuaciones laxas, todas alimentadas por la corrupción y el populismo politiquero, que permitieron construir donde no se permitía.

El antiguo Hotel Maracay, por ejemplo, hubo quien lo propuso construir cerca del río, para evitar medio kilómetro de vía. Pero el general Pérez Jiménez se opuso no solo porque las leyes prohibían construir en las orillas de un curso de aguas, sino porque las zonificaciones que venían desde la presidencia del general Gómez no contemplaban levantar viviendas o locales comerciales en los terrenos donde por segunda vez en 34 años se produce otra tragedia causada por una creciente.

Sobre el cambio de la política migratoria de los yanquis es algo gafo reclamar que ellos defiendan su país, incluyendo su cultura.

Los estadounidenses, por haber migrado a  China sus fábricas hace medio siglo, perdieron la habilidad y la disciplina del trabajo duro que si tuvieron sus ancestros, quienes desde unas pobres colonias levantaron un imperio.

Y ahora intentando regresar el error cometido, requieren pobres dispuestos a ser esclavizados,! trabajando hasta 18 horas diarias, casi sin descanso.

Pero no quieren los yanquis que eso pobres sean venezolanos, pues prefieren a los mexicanos, que aparte de ser más disciplinados que nosotros –un siglo de petroestado deja cicatrice– al terminar el año regresan a pasar Navidades con sus familiares.

Los venezolanos en cambio se quedan y eso no lo quieren los yanquis, al menos no en este momento.

¿Pero entonces qué quieren los estadounidenses de nosotros los venezolanos?

Simple: jóvenes profesionales, y para filtrar exigen que el ingreso de un venezolano a USA se haga por vía aérea. Y que el candidato a emigrar tenga dinero propio o un padrino o madrina que lo mantenga dos años.

Esa es su política, obvio.

Pero la nuestra, si queremos aprender la lección, no puede ser mantener una educación gratuita hasta el posdoctorado si se le antoja al candidato, para que después de graduado… se vaya al norte, donde sin tener que invertir nada, tendrán un profesional al que, quién sabe si también lo esclavizan, pondrán trabajar más duro que a los nativos de esos lares.

Nuestra propuesta es la misma de hace décadas: Venezuela no puede seguir graduando profesionales gratis, quienes no le devuelven con al menos dos o tres años de trabajo en instituciones públicas, lo que la nación invirtió en ellos.

¡Que el título solo se lo entreguen, luego de cumplir con esa pequeña exigencia!

 

Domingo Alberto Rangel


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