Historia viva | Protocolo conjurado por Guyana, 1970

19/06/2024.- La revisión documental desclasificada sobre los antecedentes geopolíticos que dieron contexto al llamado Protocolo de Puerto España, el 18 de junio de 1970, dan cuenta de otra historia que merece ser conocida. Tal evento pretendió concretar las recomendaciones del Acuerdo de Ginebra de 1966 para resolver el asunto limítrofe entre Venezuela y Guyana.

El denominado Protocolo de Puerto España, que fundamentalmente dio largas a las discusiones por doce años prorrogables sobre el destino de la Guayana Esequiba, en el fondo no era más que una dilatación aprovechada por Guyana para desarrollar y consolidar la presencia de empresas transnacionales de extracción de oro y aluminio en esa vasta región, hoy plantadas irregularmente por Georgetown en su fachada marítima de plataformas para la extracción de petróleo de manera irregular.

Los archivos documentales del Departamento de Estado muestran cómo Estados Unidos le dio carta blanca al primer ministro Forbes Burnham para ganar unas elecciones con la idea de desplazar los peligros del "comunismo" que representaba Cheddi Jagan, del Partido Progresista del Pueblo. Para ello, el Consejo de Seguridad de EE. UU. entregó de forma encubierta cinco mil dólares mensuales durante dos años (1969-1971) a Burnham para consolidar su partido Congreso Nacional del Pueblo. Mientras, para los líderes guyaneses de ambos partidos, el fastidio de lidiar con los reclamos de Venezuela sobre la Guayana Esequiba resultaba una tarea de tercera categoría.

Finalmente, fue puro "protocolo" que no llegó a ninguna concreción, puesto que, según la Constitución de Venezuela de 1961, era obligatorio la aprobación por parte del Congreso Nacional para establecer acuerdos internacionales y en el Parlamento venezolano no fue aprobado el Protocolo de Puerto España, lo que dejó sin efecto la iniciativa del canciller Arístides Calvani. Lo mismo ocurrió en Guyana cuando Jagan anunció su rechazo al Protocolo. Incluso el canciller guyanés Shridath Ramphal negó la posibilidad de que Venezuela, Estados Unidos, Canadá y Guyana llegaran a algún acuerdo para la explotación de los recursos minerales ubicados en la Guayana Esequiba, lo que se había pensado como una solución negociada.

¿Se suscribió o no el Protocolo? A decir del propio presidente Rafael Caldera, lo que se hizo fue firmar una intención, una voluntad, entre Arístides Calvani de Venezuela y el canciller guyanés Ramphal, pero nada de fondo. Por tanto, aquella pomposa firma fue una obra de teatro política para quedar en ridículo ante la nación y el mundo y bien ante Nixon y Kissinger. El presidente Rafael Caldera lo dejó entender en rueda de prensa realizada en Miraflores el 25 de junio de 1970:

A veces, cuando uno va a celebrar un acuerdo en nombre del país y se divulgan los beneficios que se supone van envueltos o las razones que se considera son fundamentales para ese acuerdo, pudiera inducirse, en la otra parte, una actitud distinta, contraria o hasta modificada, cuyos resultados podrían ser después irreparables.

Mientras que a Guyana le importaba un bledo lo que Venezuela hacía en cuanto a su reclamo, a los Estados Unidos, de la mano de Henry Kissinger, jefe del Departamento de Estado, le concernía la necesidad de aprovechar los recursos de la Guayana Esequiba, en términos de proveeduría de materias primas, bauxita y oro, pero también del petróleo venezolano. Para ello, promovió, en enero de 1970, la presencia de los presidentes Caldera y el primer ministro Burnham en una reunión de mandatarios occidentales en Washington, para que se sentaran junto a Nixon como muestra de la "amistad" entre los pueblos y sus gobernantes, y resultó que a última hora reconocieron la necesidad de "sanar heridas y reclamos".

Aquí el texto de Kissinger dirigido al presidente Nixon, sobre el asunto ahora desclasificado:

Venezuela está muy preocupada por nuestra política petrolera, y una invitación a Caldera contribuirá en gran medida a fortalecer nuestros vínculos, para lo que seguramente será un período difícil en nuestras relaciones comerciales. También se beneficiaría nuestro interés de instar a Venezuela a resolver pacíficamente su disputa fronteriza con Guyana, que es un motivo de irritación cada vez mayor entre ellos.1

De manera que lo de la firma del Protocolo de Puerto España en Trinidad fue solo eso, un rito, una formalidad ceremonial, nada más allá.

Por eso rematamos con la perla que Kissinger escribió al presidente Nixon en un memorándum suscrito en Washington el 26 de enero de 1970:

El Estado ha recomendado una visita del primer ministro Burnham de Guyana si se invita a Caldera, de Venezuela. El motivo sería parecer imparcial en el conflicto fronterizo entre ambos e intentar promover una solución también con Burnham. Si desea demostrar dramáticamente la "relación especial" y tener tres visitantes del hemisferio, tal vez desee agregar a Burnham a la lista.

He aquí las muestras de las evidencias documentales que sustentan los antecedentes históricos de una política exterior puntofijista que dependía de las decisiones de Washington, y que estuvo de espaldas a las fronteras donde se agazapan los enemigos de la patria.

 

Aldemaro Barrios Romero

 

1 Más información disponible en: Office of the historian. https://history.state.gov/


Noticias Relacionadas