Mundo alerta | Charles Brown, el falsopositivista de Israel mató...
pero se dejó matar
23/06/2024.- Palestina es uno de los países más iluminados del mundo, pero eso no lo hace más romántico, aunque tal vez lo sea para Israel, que aporta suficientes luces sonoras para que la tierra sagrada se mantenga encendida como un eterno árbol de Navidad sin alegría, obviamente a despecho de las legítimas dueñas del cielo que custodia la Osa Mayor. Pero esta noche es insólitamente silenciosa, limpia, calmada y, por eso, hermosa.
El estrellato es totalmente visible y pareciera labrado en un especial y fulgurante relieve artístico, bajo el cual dormita inocente la avenida Universidad Complutense, donde apenas 24 horas antes la masa estudiantil bloqueó la vía en protesta por los convenios suscritos con universidades de Tel Aviv. En medio de esa tranquilidad, una Van Chevrolet con capacidad para 20 puestos, repleta de soldados israelíes, ocupa la mitad de la calzada. Casi 15 metros más adelante, dentro de un automóvil particular, conversaban un médico y un enfermero, ambos norteamericanos. Con el codo apoyado sobre el capó y el puño cerrado debajo de la barbilla, Charles Brown, teniente del Ejército norteamericano y que ejerce como enlace con los medios de comunicación, entrecierra los ojos y sueña con su futuro inmediato.
Disfrutará a plenitud la baja, concedida con honores por sus “misiones exitosas”. Las arrugas faciales reflejan unos 80 años, pero su franela lisa y ajustada exhibe un cuerpo todavía espigado, macizo y corpulento, probablemente adquirido a fuerza de gimnasio. Mens sana in corpore sano (mente sana en cuerpo sano), como reza el adagio olímpico. Brown conserva la misma lucidez –probablemente no el mismo talento– de Henry Kissinger a los 100 años, Brilliant intelligent en las aulas de la Escuela de las Américas y su mentor político antes, durante y después del bombardeo del Palacio de la Moneda y la muerte de Salvador Allende, inútilmente retorcida por los medios para liberar de culpa a la Casa Blanca.
La oscuridad ética en los grandes medios
"Los medios no son un fin, son un medio”, solía repetirle el exsecretario de Estado a Brown, quien recordó esa frase justamente el 21 de noviembre de 2012 en Gaza, cuando Israel violó el acuerdo firmado entre Estados Unidos y Egipto.
Como ya se sabe, los medios occidentales no cumplen su misión en la línea de batalla por ser muy peligroso, lo hacen desde el otro lado de la frontera, donde están a salvo. Por eso siempre están desinformados, pero eso sí, exigen que se les diga la verdad, una exigencia bastante estúpida, pero, según ellos, es cuestión de ética. ¿Ética?... estuve a punto de soltar una carcajada.
¿Para qué exigen la verdad si no pueden publicarla? Ciertamente, nadie estaba festejando, todo lo contrario. Entre la noche y la madrugada del mismo 21, cuando los habitantes de Gaza salían inocentemente de sus viviendas a celebrar la tregua, Israel los reprimió con actos de violencia y ataques aéreos y terrestres, en uno de los cuales dio muerte a un poblador y en otro, en Cisjordania, apresó a 55 ciudadanos. Esa es la verdad, pero no la noticia. “La noticia es que en Gaza estaban de fiesta, según la instrucción que recibí de mis superiores y yo no discrepo de mis superiores. Imagino que ustedes tampoco. Es así, sin más preguntas, o se irán con la libreta de apuntes en blanco”, advertí, para recordarles que los conozco bien y que jugamos en el mismo equipo.
Otra misión por cumplir
En efecto, al día siguiente los medios titularon en primera plana: “Israel y Gaza celebran tregua”. "Me los metí en el bolsillo", recordó Brown. En ese momento dos explosiones interrumpieron sus cavilaciones. La primera partió en tres pedazos la camioneta Van Chevrolet. Los restos de los soldados volaron por el aire entre retazos de los uniformes y fragmentos de la carrocería.
Un poco nervioso, pero acostumbrado a situaciones parecidas, Brown apeló a sus largos años de experiencia para arribar a una conclusión: "Falso positivo, nada nuevo". En el gobierno de Álvaro Uribe, en Colombia, lamentó tener que lidiar y a veces presionar a los medios para que publicaran que la guerrilla estaba masacrando a los militares (aunque, en honor a la verdad, los militares también masacraban a los guerrilleros).
Para Brown, la explosión de hoy está claramente enmarcada en esa estrategia. Israel la estrena en tiempo real. Responsabilizará a Hamás por la explosión y el mundo entero le creerá, simplemente porque las agencias internacionales así lo confirman. “Lamentable, pero así es la guerra” concluyó. No compartió la hipótesis con sus compañeros, que lo miraban expectantes en espera de una respuesta porque la virtud más importante de un estratega militar es la discreción. Como todo analista, después del enjundioso razonamiento, Brown abordó la pregunta final: "¿Qué pasará ahora?". Su respuesta fue verdadera, o al menos bastante creativa: “Misión cumplida. Lo que viene ahora es el retorno a la base. Yo redactaré mi informe en consulta con mis superiores, mañana pido mis prestaciones y me tomo un largo descanso". Brown no lo sabía, pero el destino ya había decidido que su descanso se extendiera mucho más de la cuenta. Una segunda explosión sacudió el automóvil privado. Ni el médico ni el enfermero asomaron la cabeza. Brown tampoco. Su cabeza estaba separada de los hombros. El resto del cuerpo, a poca distancia, era una confusa mezcla de fragmentos metálicos y huesos calcinados. Así es la guerra. Brown lo había comprobado en carne propia… y ajena.
Raúl Pineda