06/07/2024.-

I

Establece el Código de Ética del Periodista Venezolano, capítulo II, "El periodista con el pueblo", en el artículo 6, lo siguiente: "El periodista se debe fundamentalmente al pueblo, el cual tiene derecho a recibir información veraz, oportuna e imparcial a través de los medios de comunicación social". Esto, porque no ejerce su profesión con la teoría y la política por fuera, sino dentro de sí, y en el entendido principio de su profundidad cultural y técnica, que va conjugada con su libertad de creación y de opinión.

El periodista venezolano aborda un mundo inundado de información irrelevante, donde el poder de la claridad se ve obstaculizado para practicar la esencia de la ética, y donde el debate acerca del futuro de la humanidad es muy difícil de pronosticar. Sin embargo, debe empeñarse en lograr un periodismo que mire con franqueza las grandes contradicciones de la comunicación en Venezuela, frente a las carencias de profesionales sensatos en los medios privados de la ultraderecha, que se ha venido aprovechando de las herramientas que han traído las cambiantes tecnologías de la información y la comunicación.

Hoy, cuando el periodismo con la libertad de expresión encaja entre lo privado (empresas, redes, ONG, entre otras) y lo público (Estado y gobierno), la publicación de la información se debe comentar con el punto de vista de la visión de la Ley de Ejercicio del Periodismo y el Código Ética del Periodista. En nuestro país, debería ser así. El Código de Ética del Periodista ha de ser conocido, aceptado y practicado por los miembros del Colegio Nacional de Periodistas. Eso implica la necesidad de guardar lealtad bajo el juramento que se presta a la hora de recibir la credencial de la organización gremial.

En Venezuela, no se ha dejado de hacer el periodismo crítico. La simple acumulación noticiosa sobre el tema del genocidio contra la población civil palestina (Franja de Gaza y Cisjordania) que sigue cometiendo el ejército sionista de Israel, acto inhumano cada vez más reprochable, es visto desde dos ópticas. La primera, adoptada y cómplice de Estados Unidos, con el asesinato de más de 38 mil palestinos y más de 85 mil heridos. La segunda es la lucha del pueblo palestino por sus derechos inalienables para alcanzar todos sus objetivos de libertad y autodeterminación, y lograr erradicar el cáncer del sionismo a fin de construir un mundo mejor de paz y justicia.

El periodismo venezolano enfrenta los retos de la guerra mediática, política, cultural y simbólica. Hay un periodismo de guerra de la contrarrevolución basado en el sensacionalismo, con ánimos sospechosos de desmantelar la Revolución Bolivariana. Es la única verdad que se traza. La ética, por supuesto, queda execrada por espurios intereses de los que se oponen con fiereza a todo lo que signifique transformaciones irreversibles en lo político, social y económico, que está llevando a la práctica el gobierno de la República Bolivariana de Venezuela.

El periodista, según su Código de Ética, capítulo VI, "El periodista con el Estado", artículo 40,

… tiene el deber insoslayable de defender la soberanía nacional y la integridad territorial. En consecuencia, debe contribuir con su acción gremial en esta patriótica tarea, oponiéndose a toda prédica o campaña que contraríe el interés nacional, así como la paz y la amistad entre los pueblos.

II

En el escenario desafiante de los medios de difusión privados del país, algunos periodistas contrarrevolucionarios u opositores se saltan a la torera la legislación del periodismo al concebir la ética periodística como un obstáculo para la actividad informativa.

Como cierre de este pequeño comentario, recordemos a nuestra Rosita Caldera, periodista de compromiso más que comprobado con la ética del periodismo. Durante años, gracias a un ejercicio ajustado al talento periodístico, ha escrito con sagacidad, amenidad y profundidad sobre la pujante realidad informativa del siglo XX y siglo XXI, con perfecto dominio de los géneros periodísticos en función de la verdad. Felicitaciones a Rosita Caldera, recién galardonada con el Premio Único de Periodismo Simón Bolívar, por su relevante trayectoria.

J. J. Álvarez