Contraplano | El innato narrador de Baltimore 

Mientras unos amigos de la universidad mezclaban música una tarde en la radio de la escuela, yo permanecía aislado y ensimismado en un rincón leyendo un libro sobre la película Pink Flamingos (1972) de John Waters (Baltimore, Estados Unidos, 1948). La única referencia que tenía sobre este director era su aparición en el capítulo “La Fobia de Homero” de los Simpsons; ese episodio en el que Homero intenta contrarrestar una supuesta homosexualidad en Bart, su hijo, llevándolo de cacería.

En la publicación se analiza la importancia de esta película, una comedia negra de cine B que, luego de su estreno, se ha convertido en un éxito del cine independiente norteamericano. Sin haberla visto, a medida que pasaban las páginas del libro la trama se hacía más hilarante y grotesca. Años después, dí con una copia y constaté que, efectivamente, es una de las producciones más originales y alocadas que he visto.

La trama va así: Divine, una mujer lesbiana y criminal se enorgullece por ser “la persona más sucia del mundo”. Ella vive en una caravana de tráilers en Baltimore con su madre, quien no para de comer huevos sancochados, y su hijo delincuente.

Todo va bien hasta que Los Marbles —un matrimonio heterosexual que embaraza a mujeres secuestradas para traficar bebés en el mercado negro y con eso financiar tiendas de pornografía y a una red de tráfico de drogas en colegios de la localidad— le arrebatan a Divine su flamante título al enviarle a su casa un nauseabundo regalo con una tarjeta de cumpleaños. A partir de entonces, la protagonista entra en indignación y la locura en el filme se desata hasta llegar a una difícil escena final no apta para sensibles.

Con un estilo único, Waters logra hacer risibles esta satírica historia cargada de inmundas escenas chocantes como asesinatos, canibalismo, bestialidad y necrofilia. Tras su estreno, la prensa especializada se dividió en críticas polarizadas. No obstante, estas no hicieron mella en la carrera del director. Por el contrario, le ayudaron en su popularidad. Sobre las reseñas, Waters dijo que su favorita fue la del Detroit Free Press: “Es como la explosión de una fosa séptica. Tiene que verse para creerse”. 

Asimismo, el escritor de El Almuerzo Desnudo, William Burroughs reaccionó positivamente y bautizó al creador como “El Padre del Trash”.

Además de contar con provocadores guiones —el director llegó a confesar que escribió el de Pink Flamingo bajo los efectos del cannabis y luego de un sueño con la película Boom! (1968) en la que Elizabeth Taylor protagoniza a una solitaria millonaria que vive en una mansión escribiendo a sus memorias— Waters articuló a un grupo de teatro con actores creativos y marginados, llamado Dreamlanders.

A esta agrupación llegó a pertenecer la exactriz porno Traci Lords, quien aterrizó al cine convencional tras un abrupto retiro al descubrirse que era menor de edad, y la indultada Patricia Hearst, la nieta del ex magnate mediático William Randolph Hearst, secuestrada años atrás por grupo armado de extrema izquierda con el que llegó a robar un banco con armas largas.

Pink Flamingos fue el pasaporte de Waters hacia producciones en Hollywood con mayor presupuesto. En 1977 hizo Vivir desesperadamente, una comedia de terror que cuenta la travesía de una mujer lesbiana asesina y prófuga en una comunidad de marginados. Posteriormente, en 1988, rodó el musical Hairspray —primera película de este realizador que no recibe la clasificación X— en la que veremos a una joven atípica al modelo televisivo luchar por alcanzar la fama a través de un programa de baile.

Luego, en 1990, vino la satírica Cry-Baby, con Johnny Deep; con la que Warters parodia películas de adolescentes rebeldes de los años 1950, y posteriormente hizo la comedia oscura Mamá es una asesina (1994) en la que Kathleen Turner es una mujer perfecta que mata a cualquiera que intente manchar su “inmaculado” hogar.

Desde el 2004 —cuando estrenó la comedia sexual A Dirty Shame—  Waters está en una larga pausa que, según anunció, será interrumpida para adaptar su novela Liarmouth (Mentirosa, 2022). No obstante, no ha parado de contar rocambolescas historias y durante todos estos años ha realizado giras, conferencias y monólogos. De igual forma ha editado ensayos y memorias biográficas con los libros Mis Modelos de Conducta (2010), Carsick (2014) y Consejos de un Sabelotodo (2019), publicaciones que lo consagran como un personaje esencial de la cultura pop contemporánea.

“Mis películas, a veces, se convirtieron en la primera vez en que algunos vieron un mundo alternativo que a ellos no les parecía tan extraño, sino un lugar donde encontrar gente parecida a ellos”, llegó a decir Waters al medio español El Salto Diario.

Desde aquella tarde universitaria, y después de haber disfrutado varias de sus películas y libros —especialmente de Pink Flamingos—, Waters se ha convertido en un faro guía para todo aquel que intente crear desde lo original y no convencional. Más allá de incomodar y transgredir, creo que el “Padre del Trash” es un narrador intrépido e innato al que debemos prestar atención por compartir una vasta cultura y datos sobre cine, libros, moda, artes y anécdotas valiosas y poco conocidas.

Para intercambio de opiniones y conocer más sobre el cine de John Waters y/o Pink Flamingos puede escribir a columnacontraplano@gmail.com

Carlos Alejandro Martin


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