Araña feminista | Hablemos de violencia simbólica

08/07/2024.- La violencia simbólica se expresa en el mundo de las ideas, de las definiciones, de las narrativas, en las creencias, en los prejuicios, en los discursos. Podemos decir que la misma es el lenguaje androcéntrico, sexista y machista en todas sus expresiones orales, escritas y visuales; y que se manifiesta en lo inmaterial y lo material. Esta violencia es el sostén de otras por motivos de género.

En algunos dispositivos que surgen a partir o por la tecnología del lenguaje podemos hallar manifestaciones y/o expresiones de la violencia simbólica.

Repasemos brevemente cuáles son los más habituales, pero contradictoriamente los más ignorados a la hora de observar lo simbólico como un factor problemático.

En la música con composición lírica sexista y machista, independientemente del género musical, la violencia no está en el ritmo, sino en el discurso.

Diccionarios como DRAE donde la palabra prostituta tiene más sinónimos y acepciones que ninguna otra. Así como en las recomendaciones de la RAE y de otras academias del lenguaje que favorecen el uso del genérico masculino. Por un lado, la moral de las mujeres es medida de manera distinta a la de los hombres. Ejemplo de esto es “mujer pública” versus “hombre público”. Por otro lado, la discriminación negativa de un grupo amplio poblacional que queda invisibilizado en el “nosotros”, “el hombre”, “los”.

En aquella literatura, dirigida a las infancias y/o para la adultez, donde los personajes femeninos aparecen solo como complemento, encasillados en roles de género o bien como objetos sexuales. Cuyos personajes femeninos son sumisos y siempre carentes de poder. Con tramas donde se subyace la apología a tipos de violencia, desde femicidios hasta violencia sexual, y en algunos casos pederastia y pedofilia. Los ejemplos son tan abundantes que dan para varios artículos.

Los textos bíblicos donde la mujer aparece representada en tres arquetipos fundacionales como ejemplo de aquello que las mujeres no deben imitar o como lo inalcanzable: Lilith, la madre de todos los demonios, hecha carne para provocar el caos; Eva, la madre de los seres vivos transmisora del pecado original, y la Virgen María madre de Dios, única y excepcional.

En algunos subgéneros cinematográficos cuyas historias son protagonizadas por varones que portan el modelo de representación, por tanto de imitación, compuesto por cualidades conductas y actitudes violentas, para encarnar a un sujeto prototipo del ideario patriarcal; mientras las representaciones femeninas son vehículos para que el héroe alcance su objetivo. Aunque esta situación ha ido cambiando, lo descrito anteriormente sigue siendo la regla.

Los medios de comunicación y el tratamiento que dan a los femicidios, a las violencias sexuales o a las mujeres que logran romper paradigmas patriarcales. La imposición de la economía del lenguaje que favorece el uso del genérico masculino. La publicidad, actualmente vestida de progre, sigue ubicando a las mujeres en los roles de género tradicionales, solo que bajo el disfraz de súper woman. En las redes sociales, las expresiones de la violencia simbólica se entrecruzan como un nuevo caldo de cultivo.

Existen instrumentos de avanzada para transformar la lógica androcéntrica, machista y sexista, la Ley para la Promoción y Uso del Lenguaje con Enfoque de Género es uno de ellos. La pregunta que nos hacemos es ¿dónde está el nudo crítico para su implementación?

 

Gabriela Barradas

 

 


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