Punto y seguimos | El exterminio en Gaza: sin contratiempos
Nadie detiene la marcha mortal de los sionistas
09/07/2024.- El plan histórico del movimiento sionista para exterminar a los árabes de los territorios catalogados como pertenecientes a Israel sigue su marcha. El más grande sueño sionista, planificado mucho antes de la creación del Estado de Israel, se ha ido desarrollando sin pausas durante más de cien años. Desde finales del siglo XIX, los judíos europeos comenzaron a migrar a Palestina debido al antisemitismo y, a principios del siglo XX, el Reino Unido apoyó las pretensiones de los judíos sionistas de establecer un Estado en tierras palestinas.
Después de la Primera Guerra Mundial, la Sociedad de Naciones entregó al Reino Unido el mandato sobre Palestina y en este período la migración judía fue en aumento. Luego de la Segunda Guerra Mundial y con el holocausto sufrido por el pueblo judío europeo, las Naciones Unidas aprobaron la partición de Palestina en dos Estados, con Jerusalén como capital bajo control internacional. Esta decisión provocó la reacción de los árabes y escalaron los conflictos entre ambas comunidades, ocurriendo la llamada guerra árabe-israelí, mientras que los británicos anunciaban el retiro de su mandato. Dejaron la mesa servida a los sionistas, quienes aprovecharon para declarar oficialmente el Estado de Israel en 1948, anexándole además un 23% de las tierras que la ONU había designado parte del Estado árabe.
Desde entonces, los enfrentamientos no han cesado, especialmente porque luego de conseguir un Estado reconocido por la comunidad internacional, los sionistas intensificaron su "limpieza" y colonización del territorio palestino, más allá de los límites que inicialmente estableció, de forma injusta, las Naciones Unidas, al dividir Palestina en dos. El pueblo árabe palestino ha sido no solo víctima de los israelitas, sino del sistema internacional, que decidió en una mesa "deshacerse" de un problema, sin importar las implicaciones y consecuencias lógicas que esto traería. El reconocimiento a medias del Estado palestino y su inclusión en la ONU en 2012 como miembro observador (no pleno) ha sido un paño de agua tibia en medio de una terrible fiebre y difícilmente equipara en derechos a los palestinos.
Además, las potencias occidentales han sido fieles aliadas de Israel, que se convirtió en una potencia militar y económica bajo su observación y apoyo. Con el pasar de los años, los israelitas se encargaron de ejecutar su viejo proyecto. Poco a poco y sin cesar, invadieron más y más territorios pertenecientes a Palestina hasta arrinconar a su población en la pequeña franja de Gaza. Les prohibieron la entrada a los terrenos árabes de Cisjordania, hoy ocupados por colonos israelitas, y los obligaron a huir de sus hogares, no sin antes cercarlos para que no puedan salir, atrapándolos como ratas luego de convertirlos en refugiados en su propia tierra.
Acorde a lo decidido, para conseguir un espacio libre de "ocupantes árabes", los israelitas han catalogado como terrorista a cualquier palestino —organizado y armado, o no— que se atreva a ejercer su derecho a la defensa, y con eso se han lavado la cara frente al mundo, diciendo que son ellos quienes se defienden. Poco importan las razones, las causas o los niveles. Un ataque con piedras por parte de refugiados palestinos hambrientos puede ser razón suficiente para un bombardeo con destrucción de espacios civiles.
Cuando en octubre del 2023, el grupo palestino Hamás perpetró un ataque contra Israel, tomando rehenes, se creó la nueva y no necesaria excusa de los sionistas para acelerar su plan de exterminio. En nueve meses, han destruido la Franja de Gaza, bombardeado hospitales, escuelas, edificios de Naciones Unidas y camiones con voluntarios extranjeros. Han asesinado a más de 35 mil personas, 12 mil de ellas niños. Se niegan a cualquier petición de alto al fuego. No permiten el ingreso de la ayuda humanitaria. No dejarán de matar hasta que no quede quien defienda Palestina. Esa es la consigna, es lo que vemos a diario en medios y redes sociales. Nadie les sanciona por ello. Asistimos en vivo y directo a las etapas finales de un exterminio paciente y planificado, frío e inclemente. ¿Qué dirían los nazis ante este impactante genocidio, copycat de sus otrora víctimas? ¿Bravo?
Mariel Carrillo García