Estoy almado | Metaverso

En su invento, Mark Zuckerberg está obviando algo…

22/10/22.- Aunque parezca novedosa, no es nueva la idea del Metaverso. Marck Zuckerberg hizo un corta y pega de los mundos virtuales que existen desde hace una década. Solo que ahora el creador de Facebook apunta a hacerlo más popular, agregando otras condiciones: te prometen asistir a un salón de clases, ir a una reunión en la oficina, comprar productos y servicios, enamorarte, pasear y hasta emprender. Todo eso sin salir de tu cuarto. Será como una suerte de cuarentena social permanente, pero aceptada gustosamente con la idea de que será el último avance de la tecnología.

El primer detalle será la forma cómo nos conectaremos con los metaversos (no será uno solo, serán tantos como las empresas que quieran hacer su propio metaverso). La idea inicial es que nos conectaremos a través de unos modernos lentes, con los cuales puedes estar ahorita encargando una gallina en el mercado en Quinta Crespo, y en los minutos siguientes puedes contemplar el tepuy Roraima en el estado Bolívar. Todo será virtual. Realmente no estarás en ningún lado; a lo sumo en el cuarto de tu casa, pero tu cerebro sí creerá que fuiste primero al mercado y luego te diste un paseíto por la Gran Sabana. 

Un punto interesante será la interacción: se podrá recibir o enviar un mensaje como si de verdad estuvieras ahí. Se plantea que tengas tu propio holograma virtual con el que podrás entrar a todos los metaversos donde te dejen entrar. Lo peligroso de este invento es que la línea de la realidad real y la realidad virtual será muy fina, casi imperceptible.

En esta era en la que las creencias se basan en las emociones y no en el razonamiento, Mark, precisamente, apunta a eso: a que tu cerebro sienta y no razone, a que experimentes una vida fascinante que no tienes en la vida real. A primera vista para algunos será muy fácil disociarse, lo cual será un nuevo problema. Si ya algunos pueden fácilmente disociarse creyendo a ciegas el montón de bulos que circulan en Internet, con un metaverso tal vez eso empeore. 

Por ahora, los lentes ultramodernos para entrar al metaverso son caros y, por tanto, no serán accesibles para el común, aunque ya están trabajando para que sean baratos. A largo plazo, los principales oligopolios de las tecnologías de la comunicación e información intentarán que el acceso al metaverso sea sencillo, casi como comprar un bombillo en la tienda de la esquina.

Pero, incluso, con precios bajos, no creo que ese invento se convierta rápidamente en algo tan popular como ocurrió con las redes y el Internet. Así lo creo porque no se vislumbra como algo necesario para vivir, sino como un escape de tu propia realidad y una vía para creerse excéntrico y especial. De hecho, en la primera etapa será para quienes quieren experimentar y vivir “algo irrealmente distinto”, para “olvidarse del mundo real”. 

De todas formas creo que ese invento no será para nosotros los adultos, ni mucho menos para la tercera edad. Marck prepara el terreno para competir por la atención de la generación de relevo hiperconectada, conformada por jóvenes y niños que hoy pasan todo el día ensimismados con el teléfono celular en las manos. 

Eso lo sabe Mark. Por eso no hay apuro. Debe esperar a que crezca su público cautivo. Mientras eso ocurre, las empresas y marcas crean sus parcelas de metaversos para vender sus productos o servicios, con los datos de los nuevos usuarios en crecimiento. 

De momento, el metaverso luce lejos. Aún estamos embriagados con el efecto adictivo de los teléfonos inteligentes. Pasar a usar máscaras o lentes modernos de la noche a la mañana, no parece cercano.

Además, Mark está obviando algo: la humanidad todavía valora el acto terrenal de mirarse a los ojos, frente a frente. Contra eso no hay metaverso ni realidad virtual que valga. El reto está en hacer que la nueva generación lo aprenda, lo asuma y lo practique a diario para que las realidades virtuales sean un juguete de a ratos, apenas un accesorio de la vida real, y no al revés. 

 

Manuel Palma

 


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