La miss Celánea | Una apología al parto masculino

Parir no es solo misión de la mujer

22/10/22.- Una de las “rarezas de gente millennial” que ha caracterizado mi proceso de gestación ha sido el acompañamiento mediante un curso prenatal de una psicóloga especializada en gestación, parto y lactancia: una psicóloga doula, ni el movimiento New Age se atrevió a tanto.

En unas pocas pero extensas y nutritivas sesiones de trabajo con esta mujer, el papá de mi bebita y yo fuimos informados de una cantidad de procesos que intervienen en el desarrollo de esa cosa rarísima a la que se le llama un parto respetado. El capítulo que más nos impresionó de esta experiencia fue el relacionado a las cuatro hormonas que intervienen en el nacimiento de todos los seres humanos, y la importancia de generar el ambiente y las condiciones adecuadas para que un cóctel de oxitocina, endorfinas, adrenalina y prolactina segregadas en un orden y cantidades específicas permitan a la madre y a su hijo lidiar con el dolor, la fatiga, el miedo, y todos los desafíos físicos y mentales que naturalmente aparecen en todo nacimiento.

La oxitocina, por ejemplo, que con ligereza podríamos asociar exclusivamente al desarrollo de las contracciones uterinas, juega un papel fundamental en el intenso vínculo amoroso que aparece no solo entre la madre y su bebé, sino en todos los vínculos amorosos de este amoroso planeta. Por eso una madre que pare sin estrés, sin apuro, y de manera respetada ama tan intensamente a su cría desde el instante preciso en que éste llega al mundo, por encima de cualquier dolor o sangre. Esa mujer, drogada naturalmente de oxitocina hasta las metras, sabe que todo el esfuerzo que hizo cobra sentido en la mirada de su hijo o hija.

Todo lindo hasta aquí, todo muy interesante, pero, ¿y el papá?

Venezuela es un país machista atestado de hogares sostenidos por mujeres. La paradoja da para muchísima disertación, pero la razón por la que hago mención a este hecho, que no es de invento propio, sino dato estadístico, tiene que ver con un comentario que me hizo recientemente una compañera gestante: “Acudí con mi esposo a control en La Maternidad y me sorprendió ver que todas las demás mujeres en la cola se encontraban solas”. Tal parece que, en Venezuela, las clases populares han naturalizado la creencia de que la gestación y el parto son asuntos que le corresponden exclusivamente a la madre.

Podríamos, en este punto, comenzar a repartir culpas de manera simplista: es que los hombres no sirven para nada, todos son iguales, y frases así. Pero si vamos a hacer eso sería justo también hacer mención al personal médico que se pasa por el cuello de la bata el derecho establecido en la ley de parto humanizado, según el cual el padre puede estar presente durante el nacimiento de su hijo. Está comprobado que, además de los beneficios para la parturienta, la presencia del padre durante el nacimiento produce en él mismo una explosión de oxitocina mayor a la de cualquier otra experiencia en su vida y, en consecuencia, ¡adivinen qué!: la aparición de un vínculo amoroso con su hijo más estrecho que cualquiera otro que haya conocido antes.

En conclusión: comunidad médica, este país necesita de su colaboración. No cuesta nada y vale la pena intentarlo. Apegarnos a lo establecido en la ley del parto humanizado podría generar a largo plazo un cambio importante en la forma cómo venezolanos y venezolanas hacemos familia. Desaprender conductas machistas pasa por desaprenderlas entre todos. Parir no es solo misión de la mujer. Un hombre en una sala de parto también siente miedo, también llora, también sufre y, por fortuna, también estalla de amor.

Malú Rengifo


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