Punto y seguimos | Museo de Bellas Artes, un placer para los sentidos

23/07/2024.- 12 salas renovadas esperan ser visitadas y disfrutadas por caraqueños y foráneos

A principios de julio de este año 2024, se reabrió el Museo de Bellas Artes de Caracas, después de un importante proceso de remodelación que ha incluido –además de nuevas exposiciones– la recuperación del color original de las columnas características de la edificación de estilo neoclásico diseñada por el arquitecto Carlos Raúl Villanueva, artífice también del segundo edificio del museo, de estilo brutalista. Inaugurado por primera vez en 1917, Bellas Artes es la institución más antigua de su tipo en el país y una de las más hermosas. 

Enclavado entre la Plaza de los Museos y el Parque Los Caobos, los edificios de Villanueva integran el verde y la naturaleza al espacio. Donde la mayoría de museos son encerrados y oscuros, este es claro y fresco. El área neoclásica, cuyo corazón a cielo abierto es la pileta y el jardín central donde observamos La Ciudad de Alexander Calder, nos ofrece salas de techos elevados que se conectan una con otra en un recorrido semicircular, dando una sensación de continuidad y dinamismo, mientras que el pasillo lateral derecho (desde la entrada principal) nos lleva al edificio brutalista, donde el hormigón y el vidrio conviven plácidamente con el verde intenso y tupido de la vegetación del parque. 

Están disponibles hoy para el disfrute, 12 salas de exposiciones, con muestras como “Alba es nuestra América” con 53 obras de la colección del museo, pertenecientes a artistas de Cuba, Venezuela, Nicaragua, Ecuador y Bolivia, “Palafitos, espejos del tiempo” de Oscar Quintana, “Tiempo constructivo” de Daniel Suárez,  "La estética de lo humilde", de José Gregorio Torres y también las exposiciones permanentes de una selección de grandes nombres como Jesús Soto, Oswaldo Vigas, Diego Rivera, Mateo Manaure, Gego, Oswaldo Guayasamín, Alexander Calder y otros. 

Bellas Artes es, sin duda, un oasis caraqueño. En medio del mundanal ruido, de la mayoría de feos edificios sin personalidad, sucios de hollín y del humo de los carros de la ciudad, el museo destaca por su calma, sus árboles, sus flores, su brisa y sus obras. Es una mezcla perfecta entre la potencia de la naturaleza y la máxima realización humana, el arte. Un recinto exuberante, a tono con el país que lo alberga. Un lugar maravilloso, abierto, gratuito, renovado, cuidado, amablemente atendido por guardias y guías, listo para darle alegría al espíritu de sus visitantes, que deberían ser muchos, muchos más.

 


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