Micromentarios | Machismo idiomático

Diversas expresiones que enaltecen a los individuos masculinos, denigran lo femenino

25/10/22.- Aunque hay quien considera impropio calificar de machista nuestra lengua, algunas características de esta muestran que, en su construcción, han prevalecido numerosos criterios indiscutiblemente masculinos.

Sé que esto que digo no es nuevo ni novedoso. Pero como creo que vale la pena recordarlo de vez en cuando, he aquí varios ejemplos que sirven para argumentar al respecto.

Cuando hablamos en plural e incluimos en una expresión a personas de sexo femenino y masculino u objetos de los dos géneros, la misma se dice o escribe como si solo hubiese individuos o ejemplares masculinos. 

Si aludimos, por ejemplo, a los niños y niñas de un salón de clases que se manifiestan alegres, decimos: "Los niños están contentos". Solo en el caso de que todas las integrantes de dicho salón sean niñas, usamos el femenino: "Las niñas están contentas".

Incluso, si nada más hay un niño y todas las demás son niñas, la regla idiomática correspondiente indica que se debe escribir "los niños están contentos". La mayoría, en este caso, no vale para nada.

Si hacemos referencia al género humano, empleamos el sustantivo masculino hombre, jamás el femenino mujer.

Diversas expresiones españolas que enaltecen a los individuos masculinos, convertidas al femenino denigran de la mujer.

Observemos lo que ocurre con algunas palabras: cuando se dice de un hombre que es un zorro, se hace referencia a su gran astucia o a su sentido de justicia. Un perro es un amigo, un camarada. Un aventurero es un individuo valiente, arriesgado. Un callejero es alguien que se la pasa en la calle, sin importar lo que haga. Un hombrezuelo es solo un hombre pequeño. Un hombre público es un individuo prominente. Un hombre de la vida es aquel que posee gran experiencia.

En cambio, las expresiones zorra, perra, aventurera, callejera, mujerzuela, mujer pública o mujer de la vida tienen todas el mismo significado: mujer fácil o indecente. En resumen: puta.

Por si fuera poco, algunas de las expresiones más soeces que usamos en la vida cotidiana al insultar, no se refieren a la persona a quien nos dirigimos, sino a su progenitora.

Cuando le mentamos la madre a alguien o le llamamos hijo de puta, ¿a quién infamamos? Usamos tales expresiones sin pensar que se refieren a personas que están fuera de la discusión que tenemos. ¿Y cuál es el denominador común en este caso? Que se trata de mujeres. Nadie, para insultar, señala los testículos del padre que, si a ver vamos, igual que la madre, es medio responsable de la existencia de nuestro contendiente.

Si eso no es machismo…

Armando José Sequera


Noticias Relacionadas