Retina | La víctima como poder

05/08/2024.- Desde la posición de víctimas hay personas, y también movimientos y hasta Estados, que desarrollan agresiones sumamente violentas que se dirigen a la desintegración moral de sus adversarios.

El ejemplo más notorio es el Estado de Israel. Las críticas o desacuerdos con la política de ese país serán catalogadas de “antisemita”, esa categoría de racismo contra árabes y judíos que rechazamos, con toda razón, todos los antirracistas del mundo. Israel no llama “antisionistas” a sus críticos, un adjetivo que muchos podemos asumir con argumentos y con orgullo.

Con base en la solidaridad que suscita la condena a los crímenes perpetrados por el fascismo, los sionistas aspiran silenciar todas las voces que critican sus crímenes contra el pueblo palestino mediante la colocación de los detractores de Israel en el mismo nivel que Hitler.

Esta retórica victimista que usa Israel es más usual de lo que nos gustaría a todos y a veces tiene éxito. Ha sido usada con bastante eficiencia por Estados Unidos para perpetrar golpes de Estado en varios países.

En esencia pretende descalificar al adversario presentándolo como agresor. Sus argumentos poco importan, porque la supuesta víctima coloca a su interlocutor frente a terceros como atacante autoritario. Sus afirmaciones son ataques e imposiciones.

Contra Venezuela es intensivo el uso de esta estrategia. Nuestro Gobierno es presentado como una fuerza descomunal que vigila, traba y persigue todo intento de acción y hasta de expresión de los factores que están en desacuerdo. En el mundo mucha gente cree que en Venezuela no hay debate ni expresiones políticas distintas a las del Gobierno.

Es una percepción que contrasta abiertamente con el sentimiento de muchos sectores en Venezuela, chavistas y de oposición, que sienten que el Gobierno es permisivo con el abuso en el comercio y hasta en la política. En otros países no logran procesar que en las recientes elecciones haya habido 10 candidatos apoyados por 37 partidos.

En todo caso, la estrategia victimista no está dirigida a solventar las diferencias entre adversarios. Pretende conquistar simpatías y antipatías de terceros. Se ejecuta con misiles que apuntan a destruir moralmente al adversario. Su carga son adjetivos que resultan insoportables para quien es presentado como victimario. Tienen como propósito la paralización moral.

A la supuesta víctima quizá le falte tamaño y argumentos, pero conoce al adversario, sabe lo que no quiere ser y lo acusa de serlo para maniatarlo en su propio mundo y esperan que los poderes imperiales impongan su opción con una invasión militar.

Mucha gente piensa que quien está con la víctima no se equivoca nunca. Por eso los fuertes siempre intervienen en una supuesta defensa de las víctimas. 

Vale recordar que la víctima es verdadera cuando está privada de poder, no cuando la apoya el país más agresivo y peligroso del mundo.

 

Freddy Fernández

@filoyborde

 

 

 


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