Letra invitada | Epístola a mi amiga, la paz
08/08/2024.-
Nací en un pueblo colmado de paz,
a quien siempre deseo como compañera.
La paz que viví recorriendo la plaza de mi pueblo,
en lluvias de alegría infantil.
Esa es mi paz.
Hoy no quiero la paz oscura que descansa en el sepulcro,
quiero la paz que nace de la libertad y el amor.
Quiero la paz que anhela mi pueblo, con devoción,
y todos los pueblos del mundo.
No quiero la paz de labios silenciosos frente al genocidio palestino
que lacera a mujeres y niños inocentes.
Quiero la paz que ahuyente la intrusa y violenta presencia
de potencia extranjera alguna.
Quiero la paz compañera de mis pasos en calles, veredas y alamedas,
esa que conduce hacia el camino de los nuestros.
Quiero la paz que da el amor de encuentros,
abrazos y aventuras rememoradas en los predios de mi plaza pueblerina.
Quiero la paz que cantó Neruda y soñó Benedetti.
La paz que inspiró a García Lorca y a Gabriel García Márquez,
cuando se encontraron Fermina Daza y Florentino Ariza al final de sus tiempos.
La paz con la que soñaron los poetas del mundo.
Esa paz de trajinar tranquilos.
La paz serena y hermosa.
¡Ese es nuestro sueño!
Quiero la paz de mis pasos por senderos de coloridas e inmarchitables flores,
esas que visten las miradas del hombre y la mujer venezolanos.
Quiero la paz del mar tranquilo,
del mar que nos regala el sustento inacabable.
Quiero la paz de mis heladas cordilleras andinas,
la paz hermosa del llano y el llanero montado en crines de indómito caballo galopante hacia predios del altísimo.
Quiero la paz en la voz de Florentino para luchar contra el diablo en improvisadas oraciones hechas en versos inmortales.
Quiero la paz que viajaba en bongo por el Arauca al encuentro de Gallegos y Doña Bárbara.
Quiero la paz hecha prosa de Andrés Eloy, Ramos Sucre y Salmerón Acosta, que habla del azul y de la vela.
Y del infinito de los ojos que no miraron nunca dónde estaban los suyos.
Quiero la paz,
la paz de Sucre,
la paz de Anzoátegui,
la paz de Monagas y
la paz del ejemplo que Caracas dio.
Tomémonos de las manos sin preguntar de dónde venimos.
Conjuremos el odio que viene de rincones oscuros de violencia y derrota.
Quiero la paz, quiero el amor, quiero la vida.
La paz de mis hijos, de mi mujer, de mis nietos conjugados en tiempo futuro.
Quiero la paz que la patria necesita.
También quiero la paz para quienes en ella no creen ni la quieren.
Engendremos el amor de los sueños,
de los hijos y de la vida hechos con el amor que la paz prodiga.