Contraplano | Martyrs, testigos de una brutalidad sin límites

17/08/2024.- Hace muchos años, estando yo en una consulta de rutina con el psicólogo, le comenté que muchas personas me juzgaban porque me gustan y aprecio las películas de terror sórdidas y extremas. De esas cargadas de violencia, sangre y giros extraños en sus tramas. Le pregunté si ese tipo de cine podría afectar el comportamiento humano de un adulto. Ante la inquietud, Gilberto, el psicólogo, me dijo: "Tráeme una de esas películas, la veo en casa y te comento luego".

En el siguiente encuentro, le llevé una copia de Martyrs (Francia, 2008) y en la consulta posterior me expresó: "La verdad, no me esperaba algo tan fuerte. ¿Me podría quedar con la copia para llevarla a un congreso sobre la violencia extrema en cine? Creo que mis colegas participantes no han visto algo parecido y se podrían sorprender".

Con Martyrs di por una recomendación de un amigo, quien me dijo que Gaspar Noé, el director de Irreversible (Francia, 2002), había llorado al finalizar esta cinta en una sala de cine en Francia. Ese comentario fue suficiente para ir por esta producción, al parecer la única notable y trascendente del realizador francés Pascal Laugier.

En primer lugar, la película cuenta el escape de Lucie, una niña secuestrada en un viejo y abandonado matadero. Ya en un orfanato, esta chica conoce a Anna, quien se convierte en su mejor amiga.

Por todos los abusos psicológicos perpetrados por sus secuestradores, Lucie se mutila constantemente. Aterrorizada, Anna le pide que detenga esta peligrosa manía que podría terminar mal. Entre llantos, Lucie le explica a su compañera que la autora de las cortadas es una aparición femenina demoníaca en extremo delgada y con piel lacerada, que corre, se arrastra y se contorsiona al ras del suelo para atacarla.

Años después, una Lucie adolescente se dirige a lo que parece ser una "casa de familia" en donde interrumpe un desayuno. Sin mediar palabra y con escopeta en mano, comienza una brutal matanza, después de la cual solicita ayuda a Anna para enterrar los cuerpos. Esta secuencia, bastante cruda, es solo un abreboca para las escenas sucesivas.

Alerta de spoiler: luego de una violencia sin límites, Anna queda sola en la casa, cuyas paredes están manchadas de sangre y sus salas llenas de cadáveres. En un momento de tranquilidad, y luego de oír unos extraños golpes, Anna descubre un pasadizo secreto que la lleva a un pasillo subterráneo, metalizado y bien iluminado, rodeado de fotos de gente torturada. Abajo, entre recámaras secretas que parecen quirófanos, Anna encuentra a una mujer encadenada a una silla, en estado avanzado de desnutrición y locura.

El espectacular y realista maquillaje de este personaje —que simula muy bien la caquexia y los horribles efectos de un enfermizo esquema de abusos en la piel— es uno de los momentos más impactantes de la cinta.

Esta mujer, además, lleva una pantaleta de metal atornillada en la piel, que sella sus ductos anal y vaginal, y un casco del mismo material en la cabeza, que cumple las mismas funciones en sus ojos y oídos.

Sabiendo que su condición es irrecuperable, este personaje intenta quitarse la vida, acción que trata de ser impedida por Anna. En medio de esa lucha, irrumpen en la casa unas fuerzas parapoliciales fuertemente armadas que matan a la mujer enloquecida y meten, por la fuerza, a Anna en una de las recámaras en donde será martirizada hasta casi llegar a la muerte. Todo se trata de una secta científica-religiosa que busca indagar sobre la existencia del más allá, de ese misterioso y desconocido umbral de la muerte, empujando a sus víctimas al sufrimiento extremo.

Esta macabra y retorcida trama hace de Martyrs un hito insuperable en el nuevo extremismo francés. Creo que Laugier puso la vara muy alta para otros directores, incluso para él mismo. En una entrevista que dio en 2009 al medio británico Eye for Film, el realizador remarcó que no es una película sobre la tortura y, a su vez, justificó la necesidad de la potente brutalidad del filme.

"Realmente necesitaba que el público sintiera el dolor, que llegara a nuestros límites para que, tal vez, pudiera alcanzar otro nivel después del dolor, como lo hace mi personaje principal, que alcanza un estado trascendente", expresó.

Este año, Martyrs cumplió dieciséis años de estrenada, y, aunque ya ha pasado algo de tiempo, creo que no ha salido en la pantalla grande otra cinta que se le parezca, más aún, que la supere. La trama, actuaciones, efectos especiales y maquillaje (a cargo de Benoît Lestang, quien se quitó la vida luego de haber salido esta cinta) sitúan a esta producción entre mis favoritas.

Para intercambiar opiniones y conocer sobre Martyrs, puede escribir a columnacontraplano@gmail.com.

 

Carlos Alejandro Martin


Noticias Relacionadas