Comentarios noticiables | El complejo militar industrial de EE. UU.

Una unión para el negocio y la guerra

17/08/2024.- El legendario negocio del complejo militar industrial (CMI) de Estados Unidos (EE. UU.) está basado en una interrelación de la comunidad de intereses económicos entre el gobierno de ese país y los grupos de corporaciones que se dedican a las ventas de armas. Desde el punto de vista de la magnitud de la producción que esas industrias de guerra anualmente realizan, las exportaciones, el empleo de cientos de miles de personas y la importancia económica influyen en la política bélica dirigida por la administración norteamericana.

El CMI surge en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, cuando la esperanza por la paz y la seguridad mundiales aún era la incógnita a despejar. En esos momentos, en EE. UU., los hombres de negocios y los militares no estaban en situación muy conciliatoria. Los militares sostenían que los hombres de negocios eran una clase parasitaria, cuyo objetivo era enriquecerse a toda costa en el mercado de la venta de armas, imponiendo sus reglas. Los hombres de negocios consideraban a los militares una casta guerrerista muy peligrosa, que cuestionaba sus enormes ganancias en el mercado desregulado, irresponsable, con que se aseguraban una buena parte del presupuesto de Estados Unidos. Los intereses militares y de los grandes hombres de negocios se licuaron después de haber llegado a convenir condiciones mutuas en intereses económicos.

Hoy, cuando la deuda externa de EE. UU. supera los 34 mil millones de dólares, la crisis financiera global del presente siglo está desarrollándose muy deprisa. El belicismo de Occidente ha trastocado el sistema financiero internacional dadas las tensiones crecientes en el mundo (Ucrania-Rusia y el genocidio que todavía comete Israel contra la población Palestina) y la personalidad guerrerista de los líderes en Washington, París, Berlín, Londres, Tel Aviv, Madrid, Roma y otros más. Ya en el sistema financiero globalizado, las transacciones en dólares (miles de millones de dólares) no se hacen como antes, cada 24 horas, siendo las mayorías de estas especulativas en un 95%.

En el marco de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), los instrumentos jurídicos para asegurar la paz e impedir la guerra no son suficientes. Grandes pensadores han demostrado convincentemente que las causas de la guerra dimanan de la política exterior de EE. UU., basada en la dictadura de un orden mundial unipolar. En este último aspecto, relacionado con el CMI, los militares representan el componente más importante, ya que son los encargados, en primer lugar, de crear las necesidades, armamentos y equipos. Son los encargados de dar el visto bueno a los que se fabriquen, de utilizarlos durante la etapa de prueba y, después, operativamente; los principales responsables de crear el ambiente guerrerista necesario para justificar la carrera armamentista y, lo más importante, son los que presentan el presupuesto de guerra y hacen los contratos.

Sin embargo, las grandes corporaciones son las principales beneficiarias de los astronómicos gastos militares en que incurre el gobierno de Estados Unidos. Así, las corporaciones pueden aportar dinero a distintos candidatos para las campañas presidenciales de esa nación, cuyo objetivo es asegurarse jugosos contratos y lograr que el presupuesto de defensa cada año sea mayor, con lo cual se asegurarían el ritmo creciente de las utilidades del CMI.

En la actualidad, empantanarse en una guerra mundial con éxito en el siglo XXI resulta muy difícil para las grandes potencias. Una razón es el cambio en la naturaleza económica global. Estados Unidos tiene una deuda externa de 34 mil millones de dólares, una población con más de 325 millones de personas y un PIB de 25,50 mil millones de dólares estadounidenses. Rusia, una población con más de 150 millones de personas y un PIB de 4,5 mil millones de dólares estadounidenses. La Unión Europea (UE), por su parte, tiene una población de 500 millones de personas y un PIB de 21 mil millones de dólares estadounidenses.

Mientras existan las armas de destrucción masiva, atómicas y/o nucleares, una guerra mundial solo podrán generar beneficios exiguos. Una ciberguerra como la que se desataría pondría a la humanidad ante un peligro colosal y habrá centenares de millones de muertos.

Todo esto se evitaría si se retomaran los tratados nucleares y se respetaran estrictamente los principios de la Carta de la ONU, los instrumentos internacionales en materia de derechos humanos y las resoluciones pertinentes de la Asamblea General, el Consejo de Seguridad. También, cooperar con miras a la plena restauración de los derechos humanos de la población de Palestina, la población de Rusia en sus fronteras, y que se tomen medidas urgentes para la protección de las personas en sus hogares en condiciones de seguridad.

 

J. J. Álvarez


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