Historia viva | Crímenes del esclavismo fascista

21/08/2024.- Primero definamos qué es esclavismo, qué es fascismo y por qué consideramos que ambas categorías políticas son criminales.

Convencionalmente, se piensa que el esclavismo es una relación social de producción antigua en la que la fuerza de trabajo del ser humano es usada de manera forzosa sin que la clase trabajadora reciba nada a cambio, a diferencia del capitalismo, en el cual el obrero o empleado vende su fuerza de trabajo para que el propietario reciba beneficios de plusvalía (ganancias) por ser el dueño de los medios de producción (maquinarias, tierras, recursos, etc.) o del capital de trabajo.

El fascismo y el nazismo fueron modelos de gobierno derivados de las dos Guerras Mundiales, que aplicaron métodos esclavistas a miles de prisioneros, a quienes, de manera forzada, los obligaban a trabajar en la construcción de espacios defensivos, fabricación de bienes comercializables y otros medios de producción, sin que estos recibieran a cambio ningún estipendio.

Durante la Segunda Guerra Mundial, el dictador español Francisco Franco se valió de prisioneros de la república y militantes de izquierda para erigir fuertes defensivos en áreas que ellos consideraban vulnerables, como en los montes norteños de Los Pirineos, en la frontera con Francia. Ahí llegaron a esclavizar a cerca de cien mil prisioneros como esclavizados para que construyeran 1.833 búnkeres, fosas y trincheras para artillería y ametralladoras, desde 1938 hasta 1945, cuando concluyó la guerra. Sin embargo, miles de detenidos siguieron en campos de trabajo forzado esclavista hasta avanzado los años cincuenta.

Lo extravagante de esta esclavización moderna es que estaba sustentada en normas "legales" que el franquismo impuso para formalizar el sistema de penas por trabajo forzado. Lo mismo ocurrió en las ocupaciones nazis en Europa. Los ejemplos de este modelo de esclavización moderna son muchos, baste con mencionar algunos campos de concentración como el de Auschwitz para mostrar cómo la fuerza laboral prisionera esclavizada era usada en la producción de material bélico para suplir los frentes de guerra.

A Venezuela le tocó recibir coletazos directos del nazismo con la presencia de agentes de la Gestapo en las principales ciudades de este país, quienes realizaban operaciones secretas y de espionaje para sabotajes a cargueros petroleros durante la Segunda Guerra Mundial. También, el franquismo, a través de grupos falangistas, se sembró en los predios católicos extremistas de la cúpula eclesiástica desde los años treinta. Así fue como nació el Partido Socialcristiano Copei. Algunos de sus militantes, durante los años ochenta, se asociaron a la secta Familia, Tradición y Propiedad, donde se adiestraron los líderes de la derecha extrema que derivaron en Primero Justicia y Voluntad Popular.

El fundamento doctrinal tenía varios denominadores comunes en estos partidos, grupos o sectas: el racismo, el desprecio a los derechos humanos y, sobre todo, la violencia, como arma para imponer, de manera oculta, abierta o desproporcionada, sus condiciones de gobierno o, en su defecto, la manera de actuar.

Estas expresiones de racismo y violencia política se han mostrado en múltiples formas de criminalidad, con prácticas medievales como la quema de personas vivas por parecer chavistas, es decir, por tener rostro de pueblo negro o indio. No es un asunto estrictamente de la realidad política venezolana, sino que es la exteriorización de un tiempo político de crisis del capitalismo mundial, que se encuentra en una circunstancia convulsiva epiléptica, dada su incapacidad para buscar salidas ante la contradicción insoluble de la superacumulación de capital del Estado profundo y las gigantescas demandas sociales de vida digna en un hábitat de justicia que reclama la humanidad.

Venezuela es actualmente un inmenso laboratorio político social donde, por un lado, el imperialismo, en la personalidad administrativa del gobierno de Estados Unidos, ensaya fórmulas para derrocar a la Revolución Bolivariana, que es un ejemplo dignificante de aciertos para la reivindicación social mundial. Hasta hoy, ninguna de las cinco administraciones de EE. UU., que han cometido y promovido crímenes políticos en Venezuela, han tenido éxito al aplicar todas las formas posibles de injerencia, sabotaje, espionaje, agresiones y campañas sediciosas.

¿Por qué Estados Unidos no ha utilizado la fuerza bruta del fascismo militar para someter a Venezuela? Pudiera emitir una hipótesis relacionada con el hecho de que no tiene la seguridad de salir victoriosa de una arremetida de esa naturaleza.

Ellos hasta hoy han hecho todo tipo de pruebas de reacción. Solo les falta un ataque como el que realizaron en Panamá en diciembre de 1989, con la invasión de 26 mil marines sobre territorio panameño, donde doblegaron a un pequeño ejército de 12 mil hombres poco equipados.

El riesgo de una derrota militar en Venezuela pudiera tener consecuencias negativas significativas para Estados Unidos. Sin embargo, son perseverantes en seguir siendo derrotados por las estrategias bolivarianas, que en cada momento están enviando señales a los pueblos del mundo para que se respete su soberanía y dignidad republicana y democrática. Mientras tanto, seguimos estudiando y conociendo los componentes fundamentales de nuestras fortalezas y las debilidades de un enemigo interno y externo errático.

 

Aldemaro Barrios Romero


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