Contraplano | Crimen por muerte, una exquisita sátira detectivesca

24/08/2024.- En una reunión, un periodista, con quien comparto un espacio acá en Voces, me recomendó que viera una película que él recordaba con el título Un cadáver de postre. Me comentó que era una sátira detectivesca muy buena, cargada del mejor humor negro. En la producción, me comentó, trabajaban los británicos Peter Sellers y Maggie Smith, junto al escritor Truman Capote.

Intenté varias veces conseguir la película con ese nombre, pero no tuve éxito. Entonces, indagué en la filmografía de Maggie Smith y me percaté que su título es Crimen por muerte (Estados Unidos, 1976), conocida en España como Un cadáver a los postres.

La cinta —dirigida por Robert Moore— parodia a los detectives famosos creados en la literatura inglesa y norteamericana, cambiando ligeramente sus nombres. Las referencias más notables son Hercule Poirot y Miss Marple, de Agatha Christie; Charlie Chan, del escritor Earl Derr Biggers; y Nick y Nora Charles y Sam Spade, del novelista Dashiell Hammett. Se llegó a rodar una toma con un supuesto Sherlock Holmes, pero no entró en el corte final por derechos de autor.

En Crimen por muerte, Lionel Twain (Capote), un excéntrico millonario, invita a los cinco mejores detectives a una vieja mansión a celebrar una "cena asesinato". Justo a la medianoche, explica el personaje, alguien en la casa será asesinato con doce puñaladas. Él asegura saber quién será la víctima y el victimario, asunto que deberán resolver los invitados. Quien lo descubra se llevará un millón de dólares en efectivo, los derechos de autor de una novela y una película.

Dada la explicación, Twain activa un mecanismo que despliega rejas y murallas para que nadie salga hasta tanto no ocurra el hecho y se resuelva el misterio.

En la casa les acompaña un mayordomo ciego y una cocinera sordomuda que no sabe leer ni escribir. Esta última solo se comunica con letreros con frases genéricas, marca Acme.

Cada habitación en donde son alojados los invitados tiene trampas mortales, como un techo que se encoge, serpientes, escorpiones y gas para asfixiar.

Asimismo, el timbre de la casa es un grito terrorífico de una mujer, y la constante lluvia, los rayos y la niebla que rodean la mansión son falsos, producto de una maquinaria instalada por Twain, a quien le gusta ese clima.

Para evitar que ocurra el crimen, los invitados se disponen a no separarse y a tomarse de las manos cuando el reloj marque las doce, pero, tal y como dijo el anfitrión, a esa hora ocurre el crimen y a partir de este punto, todo se vuelve más absurdo, divertido y surrealista.

Dice el analista Emilio Álvarez Castaño en su trabajo El detective como intérprete (académico): reconsideración de Murder by death:

La pretensión de Neil Simon [el guionista] es burlarse de las convenciones del género de la novela detectivesca, que tanto éxito alcanzó, como demuestra el hecho de que todos estos personajes originales tienen versiones cinematográficas y televisivas de algunas de las novelas de las que son protagonistas. De tal manera, se recurre a juegos de palabras, juegos conceptuales, confusiones de términos y la ironía situacional, entre otros recursos habituales en la comedia.

Lo mejor de esta cinta es el final —que no revelaré—, que gira y gira, volviéndose cada vez más absurdo. Después de haber visto Crimen por muerte, considero que se trata de una sátira exquisita y necesaria, apta para todo público. No obstante, esta película la disfrutan más los conocedores y amantes de las clásicas novelas detectivescas.

Para intercambiar opiniones y conocer más de Crimen por muerte, puede escribir a columnacontraplano@gmail.com

 

Carlos Alejandro Martin


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