Historia viva | Amenazas usuales y ordinarias

04/09/2024.- Los tiempos de crisis, en nuestro caso, están marcados por los latigazos que nos inflige la diabólica maquinaria que orquesta la agresión contra Venezuela desde centros de mando ubicados en Estados Unidos, con el apoyo de sus adláteres internacionales y nacionales. Por un lado, las grandes transnacionales del negocio petrolero e informático y, por otro lado, los resuellos de las moribundas castas familiares que se hicieron de fortunas parasitando el Estado rentista durante el siglo XX y que pretenden reeditar una historia de hurtos y desfalcos a los bienes nacionales.

Una y otra vez han intentado resquebrajar la moral patriótica nacional y la integración latinoamericana en aras de fragmentar la unidad de los pueblos en América Latina. Ya en Venezuela conocemos las amenazas usuales y ordinarias sobre el pueblo y este territorio, las cuales los enemigos internacionales han intentado aplicar con complicidad interna. La más reciente (no será la última) fue el sabotaje al sistema eléctrico nacional en agosto de 2024. Ya lo habían hecho en 2019, cuando nos tomaron desprevenidos y pasamos por un túnel de la oscuridad durante cinco días sin servicio eléctrico, afortunadamente superados y aprendidos los episodios de un ataque al sistema "nervioso" central del SEN.

No sería de extrañar que ensayen otros sabotajes como lo hicieron con la alimentación desde 2012, sector donde ahora tenemos fortalezas, dado que se superaron los monopolios privados que ahorcaban el sistema de distribución de bienes de consumo masivo.

Aunque tenemos vulnerabilidades sensibles de sabotaje como los sistemas informáticos, ya hemos visto cómo se han detectado y neutralizado ataques a nuestras plataformas estadales en cantidades impensables. La cifra denunciada por la ministra de Ciencia y Tecnología, Gabriela Jiménez, alcanza los treinta millones de ciberataques por minuto, sobre entidades públicas y privadas que incluyen el Ministerio de Ciencia y Tecnología, el Banco Central de Venezuela, el Saime, el Seniat e incluso la Bolsa de Valores de Caracas.

El propósito es paralizar la economía del país, de manera que cualquier ciudadano o ente público quede incapacitado para hacer pagos electrónicos o efectuar transacciones financieras de rutina. Equivaldría a destruir con misiles o explosiones consecutivas todos los sistemas bancarios públicos y acabar con la estabilidad económica que ha logrado el gobierno bolivariano al reactivar el aparato productivo nacional.

A estas andanadas de agresiones, se oponen la moral y la inteligencia colectivas que se expresan territorialmente en la unidad cívico-militar policial, la organización popular y la alegría de recuperar espacios donde la guerra cognitiva intenta arrebatarnos la paz y la tranquilidad.

Han intentado posicionar la incertidumbre y el desasosiego como matrices comunicacionales, haciendo caer heridos a miles de venezolanos y venezolanas, que son inoculados con desinformación masiva y sistemática, consecutiva y selectiva.

Es el capitalismo informacional que tiene el control de las redes sociales e intenta controlar a los incautos con ese engranaje perverso de dominio de la mente humana. Recomiendo el libro Capitalismo de vigilancia, una lectura para entender la nueva fase que sustituye al capitalismo de mercado.

De seguro seguirán surgiendo eventualidades injerencistas para continuar socavando la voluntad soberana de este pueblo. No es que sea nuevo, es que ya es una práctica que tiene algunos años y que toma dimensiones críticas en eventos como las elecciones, donde la derecha ve lesionada su incapacidad de convocar a las mayorías para apoyar los mismos preceptos del capitalismo salvaje.

¿Qué nos queda a los de a pie? Hồ Chí Minh, también conocido como Nguyễn Sinh Cung, el maestro estratega vietnamita, una vez dijo sabiamente: "No necesitamos armas para demostrar nuestra fuerza, necesitamos ideas y principios firmes que inspiren a otros a unirse a nuestra causa". Las mejores armas que tenemos son las ideas de Bolívar, quien es el guía ideológico y espiritual del pueblo venezolano. En el pensamiento del Libertador encontramos claves radicales para sostener con firmeza nuestra conciencia histórica. Así fue cuando en el Discurso de Angostura señaló: "Moral y luces son los polos de una república; moral y luces son nuestras primeras necesidades".

La luz nunca se irá de nuestra memoria histórica y la alta moral siempre ha estado en el alma de este pueblo. Bolívar trazó líneas prospectivas en la Carta de Jamaica de 1815, que hoy siguen marcando la ruta liberadora, como lo reconoció el filósofo mexicano Leopoldo Zea: "La Carta de Jamaica (es el) texto fundador del proyecto libertario que, como corriente del pensamiento filosófico latinoamericano, forma parte de la historia de la conciencia americana".

Ante la brutal avalancha de miles de millones de ataques cibernéticos diarios de manera individual, ¿qué podemos hacer? Aferrarnos a nuestras reservas individuales y colectivas de la identidad más genuina; reconocer que hay un enemigo silencioso que está en nuestro teléfono, tocando la puerta de nuestro cuarto, tratando de moldearnos con mentiras y engaños. Por ello, evoco dos dimensiones: la ventaja de contar con la doctrina bolivariana, que debe ser conocida ampliamente por el pueblo venezolano, y un fondo simbólico cultural de identidad nacional nuestra americana, que permite un marco de imaginarios colectivos que resultan la base de sustentación contra una guerra cognitiva.

 

Aldemaro Barrios Romero


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