Pluma acústica | Quinto Aguacate

Música experimental con conciencia ecológica

18/09/2024.- Una de las pocas cosas gratamente interesantes que dejó el llamado "paro petrolero" del año 2002 fue el nacimiento de una agrupación fascinante, poderosa y con un sonido extraordinariamente genuino, el Quinto Aguacate. Se trata de un proyecto que trascendió lo meramente musical, produciendo, claro está, música, así como teatro, materiales audiovisuales y campañas de concientización y acción ecológica.

En aquella época, se reunieron cuatro amigos para hacer música. José Gregorio "Chewi" Estraño y su hijo Aarón, en la batería y congas, respectivamente; Carlos "el Gordo" Mota, en el bajo, y Edgar Moreno, en la flauta. Lo hicieron en el barrio El Placer de María, ubicado en Baruta, en el hogar de los Estraño. En principio, la intención era relajar la tensión que se vivía en el país, haciendo lo que más disfrutaban hacer: música.

Luego de ese primer encuentro, deciden seguir tocando, creando y ensayando. En principio, deciden bautizar la naciente agrupación como Paraísos en la Tierra. La propuesta original siempre fue hacer música experimental, pero con sabor, con ritmo latino. Chewi tiene una trayectoria musical que le ha permitido ejecutar jazz, rock, música afrocaribeña y afrovenezolana; ese legado lo transmitió a su hijo, Aarón, y juntos hacen una llave rítmica como pocas se ven. En la parte armónica están el Gordo Mota, siempre más inclinado hacia la salsa, y Edgar Moreno, fotógrafo, artista plástico y músico académico, con influencias más de vanguardia y con un apetito voraz por lo experimental. Ambos cantaban. Ese primer experimento sonoro lo bautizan como "salsa psicotrópica".

Posteriormente, se integran a la agrupación Carlos Almaral en la guitarra eléctrica, Eduardo Vals reemplaza al Gordo Mota en el bajo, Kike Gavilán ingresa como apoyo en los coros y soneando, Memo Piñate se une a la sección rítmica con el timbal e Isa La Roca se incorpora con el trombón. Quien esto escribe recuerda con gran afecto esas descargas musicales que se producían en la entrada del barrio El Placer de María, llamadas las "rompe culebrones", porque precisa e intencionalmente se desarrollaban en las horas en las que se transmitían las telenovelas e invitaban a la comunidad a dejar de ver la televisión para integrarse a la rumba.

Las caimaneras y el palo de aguacate

En el ir y venir de esas aventuras musicales, que se replicaron por muchas barriadas y plazas de Caracas, Edgar y su esposa, nuestra infinitamente amada Susana Arwas, quien ahora nos acompaña desde otro plano, proyectan un viaje al pueblo de Chuao, estado Aragua, donde tienen una casa. La intención era grabar un documental en el que se pudiese concientizar al hipotético espectador o viajero sobre el problema de la basura, sobre todo en esos lugares donde se llega solo en lancha o a través de una larga caminata. El lema era "Llévate tu basura".

Tanto Susana como Edgar eran, o son, poseedores de una gran conciencia ecológica. Justamente de ahí nacen Las Caimaneras, que era un grupo de bailarinas performáticas lideradas por Susana, también fotógrafa y artista plástico de primer orden, que se montaban en el escenario no solo a danzar, sino que realizaban durante el baile esculturas y ensamblajes con materiales de desecho o reciclables.

En el pueblo de Chuao, Susana y Edgar, como dije anteriormente, tienen una casa. Un día, conversando con uno de los maestros tamboreros de esa localidad, este les explicaba que para hacer los tambores llamados cumacos primero se precisa encontrar un árbol de aguacate que tuviese la característica de estar hueco por dentro por la acción de ciertos insectos. La casualidad fue que justamente uno de estos árboles, con la característica antes mencionada, estaba poniendo en riesgo la casa de nuestros amigos. Pidieron permiso a las autoridades y lo tumbaron. De allí salieron tres cumacos, algunas tamboras, que formaron parte fundamental del arsenal de instrumentos del grupo, y el nombre de Quinto Aguacate.

El Quinto Aguacate tuvo varias formaciones. Se presentaron como octeto, y hasta como trío, pero podríamos decir que la base sólida y con la que más se presentaban era como quinteto. Grabaron tres discos: Girando el proceso, Machete Caníbal y Guaire Riva Son. Siempre estuvieron buscando la fusión de géneros, ritmos e instrumentos, pero se atrevieron a más. Un hecho importante fue la incorporación del extraordinariamente talentoso bajista Alejandro Huizi, que permitió desarrollar más cómodamente los experimentos. Trabajaban tiempos musicales muy complejos como el 7/8, 13/8 y hasta 17/8. Los coros, en vez de hacerlos de cuatro u ocho compases, los hacían de tres. Estos experimentos resultaban altamente bailables y el público se deleitaba eufóricamente con esta música que alteraba el orden musical que impera en casi todo el mundo: los ritmos binarios.

 

Machete Caníbal

El Quinto Aguacate se caracterizó por su manera transgresora de hacer música y campañas ecológicas, llegando a tocar en varias ocasiones en basureros, aupando y ayudando a los habitantes de esas zonas a limpiar y a clasificar los desechos potencialmente reciclables.

También hacían referencias en sus temas a hechos históricos. De ahí sale la obra de teatro musical Machete Caníbal, donde participaban seis músicos y seis actores. Llegaron a presentarse en más de cuarenta funciones en diferentes salas tanto de Caracas como del interior del país y ganaron varios premios. La obra giraba en torno a la búsqueda del Dorado por parte de los colonizadores españoles y cómo los pueblos originarios defendieron su territorio.

La agrupación se separó hace algo más de un año. La última formación resultaba, como casi todo lo que hacían, muy interesante. Chewi continuó en la batería y percusión en general, Edgar tomó el piano y Aarón dejó la percusión para ejecutar un guitarrón mexicano que servía tanto de un bajo como de cajón peruano.

Realmente, los amantes de la buena música esperamos con entusiasmo que se vuelva a reunir esta pléyade de músicos irreverentes para seguir deleitándonos con su propuesta genuina, transgresora, de conciencia ecológica y de inmejorable sabor bailable.

 

Kike Gavilán


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