Micromentarios | San Gatardo
01/10/2024.- En la región central de Europa se rinde culto a un santo que vivió hace exactamente mil y un años.
No se trata de un santo oficial, aceptado y promovido por el Vaticano y los fabricantes de exvotos, estampas y velas. Es, en realidad, un santo popular. Aunque existen numerosos testimonios de sus múltiples milagros, la Iglesia no acepta que se le venere debido a que no fue una persona, un ser humano, sino un gato.
Sí, un minino, un michi, un felino doméstico.
Lamentablemente, no son muchas las informaciones que sobre él han llegado hasta nuestro tiempo. Lo poco que se sabe de este buen gato es que, a mediados del año 1023 —hace exactamente 1001 años—, llegó a la catedral de Santa María, sede del obispado de Hildesheim, al norte de la actual Alemania.
Lo recibió el propio obispo, a quien años después se conocería como San Gotardo de Hildesheim. Gotardo ordenó a los monjes dar de comer y beber al gato, pero le tomó tanto cariño que, pese a sus muchas ocupaciones, él se encargaba en persona de atenderlo.
Como el minino era de color blanco, igual que la barba de Gotardo, los monjes lo bautizaron Gatardo. Gotardo en alemán es Gotthard y supongo que al gatito lo llamaron Gatthard. Sin embargo, dicho nombre ha llegado hasta nuestros días reducido a Gatard.
La información que aparece en diversas enciclopedias alude a un milagro que, en vida, realizó San Gatardo, y es que sin matar a ningún ratón o rata, logró que dichos roedores abandonaran tanto la catedral como el monasterio contiguo, lugares ambos donde abundaban.
Este hecho se demostró entonces portentoso. Hasta su llegada, los roedores eran tantos que corrían por el templo, incluso durante las misas, los bautizos y las bodas.
En el relato de este prodigioso episodio, algunos historiadores y escritores han pretendido encontrar el remoto origen de la conocida leyenda del flautista de Hamelín. Como es sabido, mediante una interpretación mágica, dicho músico libró de ratones y ratas a la ciudad de Hamelín, a cambio de un pago. Las corruptas autoridades de la población le negaron lo acordado y se repartieron la paga. En represalia, el flautista entonó una melodía que le permitió llevarse a todos los niños de la ciudad.
Curiosamente, la leyenda del flautista generó luego la anécdota apócrifa de la Cruzada de los Niños, liderada por un infante llamado Stefano.
Tanto Gotardo como Gatardo fueron tan apreciados por sus contemporáneos que, después de sus muertes, ambos fueron considerados santos.
San Gotardo viajó mucho y logró la construcción de casi treinta capillas. Por su movilidad y capacidad organizativa, pasó a ser el patrón de los vendedores ambulantes. También se le invoca para sanar las enfermedades infantiles y para mitigar los dolores de parto y las fiebres.
San Gatardo, entretanto, es el patrón de los gatos y los felinos en general. Se le invoca para ayudar en la curación las heridas de los mininos y para alejar de las casas y las instituciones a las plagas de ratas y ratones.
Armando José Sequera