Tinte polisémico | Brevísima mirada agónica
04/10/2024.- Me agarro con fuerza de mi mano derecha al asa del techo del puesto de pasajero delantero, donde viajo como acompañante de la choferesa; es una vespertina sabatina, serán minutos antes de las seis de la tarde, las nubes cargadas de agua ocultan parcialmente la bella puesta de sol...
Observé con detalle cómo nos aproximamos a la parte trasera de un camión que remolca un contenedor que resalta por su color amarillo...
Repentidamente aprecio cómo serpentea hacia la izquierda el vehículo de carga, evadiendo algún obstáculo; queda al descubierto al margen derecho, pero sobre la carretera, el cuerpo voluminoso de una vaca, destacando tres cosas a la distancia: su enorme vientre, presumo por tanto su estado de gestación; las manchas negras y blancas de su piel, lo que hacía parecer que parte de su anatomía emergía del negro asfalto de la vía, y su gran cabeza con cuernos y su cuello retorcido, cual contorsionista en sentido y dirección opuesta al resto de su cuerpo. ..
Al acercarme y mirar con detalle desde mi ventanilla, con el vehículo en plena marcha, destacando sus ojos con el brillo de la muerte, su enorme lengua que lame la carretera, las convulsiones que se reflejan en su cuello y el torrente de sangre que execra. . . desde su garganta y que se derrama por el asfalto...
No me atrevo a voltear después de dejar atrás a la criatura sufriendo, quedo en total shock, he visto en un instante la fase de agonía de un animal atropellado y quizás sus últimos gestos de hálito vital...
Comienzo con mis elucubraciones e hipótesis: "Debió ser un vehículo muy pesado, dado el tamaño del animal, que golpeó su cuello y cabeza a gran velocidad y lo desnucó... un carro pequeño no conseguiría la contundencia para liquidarla y lograr proseguir, lo hubiésemos quizás encontrado chocado y detenido al lado o en las adyacencias al cuerpo de la bestia"...
Ocurrió cuando el vacuno sacó su cabeza desde el gamelotal del lado de la margen derecha de la vía y en ese preciso instante un gran vehículo lo impactó a gran velocidad y con la potencia para tocerle el cuello y dejarlo en la vía tendido y agonizante.
Cesan la imaginación de teorías y supuestos; sin embargo, puedo asegurarles que aún no logro erradicar de mi mente la imagen de la mirada de un ser aún vivo que suplicaba que cesara su sufrimiento.
Héctor E. Aponte Díaz