Retina | La policía del goce

14/10/2024.- Nada molesta tanto a la persona fascista como el disfrute ajeno. Ser superior, como se siente, percibe que su plenitud es impedida o disminuida por el segmento social, político, religioso o racial, en el que ha depositado toda su carga de menosprecio y odio.

Le altera y molesta cualquier idea de goce o felicidad en el sector al que odia. El acceso a la propiedad, la salud, la educación o la más mínima posibilidad disfrute, es percibida y presentada por el fascismo como si se tratara de un robo prácticamente realizado en detrimento personal del fascista, quien se lanza de inmediato en procura de que su “indignación” se vuelva colectiva.

En redes sociales, la mentalidad fascista crea una suerte de frente de vigilancia antidisfrute. No importa la cantidad o la calidad del goce al que tengan acceso las personas que discrimina. El descubrimiento de cualquier placer debe ser inmediatamente registrado, explicado y denunciado. De ser posible, en vivo.

Probablemente el fascista o la fascista acceda a mucho más y mucho mejor, pero en su delirio hasta un helado o una cerveza, en manos de la gente discriminada, son elementos suficientes para denunciar una apropiación indebida de quienes no merecen tener acceso a ningún disfrute.

Esta vigilancia aspira a descubrir e impedir el goce. Se propone amedrentar y convertir en delito cualquier elemento o evento que pudiera representar algo de felicidad en la gente a la que discrimina y persigue.

En su persistente y detallada vigilancia nos aportan datos sobre marcas, locales o servicios de los que la mayoría de los mortales no tenemos información. Nos indican que una persona, a la que debemos odiar, viste una camisa o porta un bolso, que no conocemos, pero que resulta ser de renombre y costar mucho dinero. Es decir, nuestro odio e indignación debe dispararse contra esa persona por acceder a goces que no conocemos, pero que el o la fascista sí conocían, y les indigna descubrir que personas, que supuestamente no lo merecen, tienen acceso a ese disfrute. Es como si ese goce, de ser un goce, resultara en una pérdida personal de una categoría que debería mantenerse como exclusiva para la gente que se considera “superior”.

Sospecho que sufren insomnio. Afiebrados de indignación, creen percibir que su felicidad personal es inmerecidamente desafiada por esa gente, de una categoría que supone como más baja, que se atreve a disfrutar de algo. El fuego de ese odio se alimenta con la esperanza de castigar y disciplinar a quienes no tienen derecho a acceder a la felicidad. El o la fascista cree que será feliz el día cuando logre ejecutar su infundada venganza.

 

Freddy Fernández

@filoyborde

 


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