Historia viva | La paz cognitiva y el conocimiento histórico

30/10/2024.- Sobremanera se ha explicado qué es la guerra cognitiva, cuyo campo de batalla está en la mente humana y que responde al forcejeo de ideas y pensamientos que se da en nuestra psique. En esta acumulamos y procesamos información falsa, mentiras cosidas con medias verdades, dirigidas a inducir a los seres humanos a un comportamiento que garantice a los dueños del capital imperial el mantenimiento de los privilegios para asegurar sus intereses económicos y la acumulación —por vía especulativa— de sus capitales.

El concepto de guerra infiere los términos de violencia, odios y venganzas, incluso sin usar armas, como en el caso de la guerra cognitiva, que es una primera instancia donde se preparan las condiciones mentales de los grupos humanos para concretar el fin físico terminal de toda guerra: dominar y controlar al enemigo en un espacio y tiempo determinados.

El diagnóstico está claro. Ahora, ¿cuál es el pronóstico, hablando de la otra cara de la guerra?

La otra cara de la guerra es la paz, que tiene verdades, diversidad de ideas y pensamientos que garantizan a la sociedad un desarrollo sustentable, armonioso, equilibrado, complementario y estable entre los grupos humanos y la naturaleza, países o regiones, si lo observamos desde la escala individual hasta el más grande conglomerado que es la humanidad.

Las perturbaciones a los procesos de paz en Nuestra América y el Caribe, desarrolladas por los ejes de poder político militar desde Estados Unidos o Europa —y la inestabilidad política generada, financiada y promovida en los países llamados de la periferia por agencias públicas o privadas bajo el control del Pentágono o el Departamento de Estado, en Estados Unidos, o la OTAN, en Europa—, son los focos amenazantes de la paz en la región.

La paz cognitiva infiere una categoría diametralmente opuesta a los valores de la guerra cognitiva, que en realidad no es "cognitiva", puesto que, si su principal soporte es la mentira, mal podríamos hablar de conocimiento o cognitivo.

La teoría del conocimiento explica que se trata de una acción consciente de un sujeto cuando se aprenden cualidades del contexto social, histórico-político o de los objetos en un tiempo y espacio determinados. Se trata de una lógica estructural que nos permite identificar valoraciones cuantitativas y cualitativas del tiempo y del espacio, de los sujetos y de los objetos. Si tales circunstancias del aprendizaje son falsas, entonces son "conocimientos" aparentes o inexistentes. Por lo tanto, no debemos llamarlos "cognitivos".

Quienes desarrollan la guerra cognitiva para fines inconfesables están conscientes del daño que le generan a millones de seres humanos. Dicha "conciencia" es incompatible con los derechos que les asisten a las sociedades humanas, a los pueblos que se ven afectados por las mentiras y por la implantación de las llamadas guerras antropológicas.

Aunque la paz cognitiva pareciera un simple antónimo a la guerra cognitiva, no es tan sencillo como parece. Está contenida en conceptos y procesos practicados desde que las amenazas y consecuencias de las guerras han dejado a la humanidad cicatrices atroces.

Algunos de estos conceptos están expresados en las propuestas de la cultura de paz y los derechos humanos, con todas sus variables, entre estas, el derecho al conocimiento y, más allá, el derecho al conocimiento histórico.

Lo anterior significa que la paz cognitiva es una definición en permanente construcción epistemológica cuyo fin es claro: la vida en términos de equilibrio entre los seres humanos y la naturaleza.

Es una manera de construir rutas para pensar la paz, no sobre especulaciones, no sobre la base de la Realpolitik —como el método castrador germano del pragma—, sino desde la visión creativa que imponen los cambios súbitos y rápidos de la sociedad tecnológica virtual, con la capacidad de soñar parados y firmes frente a un horizonte posible, caminando entre las utopías.

La paz cognitiva es una manera ofensiva de atacar las distopías a las que nos arrastra la guerra cognitiva, generadora de un ambiente hostil y abismal, donde no hay más allá para la felicidad posible del ser humano en el planeta.

Si la guerra niega el diálogo, la paz lo desarrolla. También, despliega el amor y la comprensión de la otredad, la relación fecunda y estable entre el ser humano y la naturaleza. Es la admiración por la belleza de las montañas donde se forman los rocíos que dan origen a los ríos que terminan nutriendo a los mares, a los seres vivos y a la casa cósmica donde habitamos. Pareciera un comentario "comeflor", pero la civilización originaria en el Abya Yala lo entendió y lo legó para la humanidad.

Recomiendo leer al filósofo boliviano Fernando Huanacuni Mamani y su libro del Buen Vivir / Vivir Bien. La paz cognitiva es un reto teórico que habrá que nutrir de ideas y proyectos para la vida en el planeta.

 

Aldemaro Barrios Romero


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