Pluma acústica | El boogaloo, la salsa a go-gó (I)

30/10/2024.- Según algunos investigadores, el boogaloo es simplemente una mezcla de guajira cubana con rock & roll y, aunque realmente tiene mucho de eso, yo no me quedaría con una definición tan banal. El boogaloo amalgama muchos otros géneros y va más allá de la música. Fue un movimiento sociocultural muy importante surgido en la década de 1960, desarrollado por la comunidad latina residente en Nueva York, sobre todo por jóvenes de origen o ascendencia boricua. Este movimiento fue de corta duración, pero de gran impacto, una sacudida de mata en la industria musical latina.

La comunidad latina residente en la Nueva York de los años sesenta era numerosa y estaba compuesta en gran parte por puertorriqueños. ¿Por qué? Porque en 1917, en plena Primera Guerra Mundial, el gobierno estadounidense decreta la llamada Ley Jones, que, entre otras "prerrogativas" daba la ciudadanía americana a los boricuas; pero esto realmente era una excusa para poder enviar soldados puertorriqueños al frente de batalla. Esto produjo un gran éxodo de la población de la Isla del Encanto a las grandes ciudades de Estados Unidos, en busca de una mejoría de su calidad de vida. Por aquel entonces, la ciudad de Nueva York era considerada la capital cultural del mundo y esta comunidad la consideró un sitio ideal para asentarse y echar raíces. Así lo hicieron.

Antes del boom del boogaloo, la música cubana tenía un gran éxito comercial no solo en Cuba y otros países de América Latina, sino también en las grandes ciudades de los Estados Unidos, sobre todo en Nueva York. Sin embargo, para entender este fenómeno, debemos situarnos en el año de 1940, cuando Frank Grillo "Machito", por influencia y recomendaciones de su cuñado Mario Bauzá, comienza a desarrollar una fusión de música cubana con jazz que daría paso al jazz afrocubano, al que Dizzy Gillespie y Chano Pozo también ayudaron a dar forma. Este estilo jazzístico también es conocido como latin jazz o cubop, es decir, la mezcla de música cubana, especialmente el son montuno, con el estilo de jazz llamado bebop. Acá encontramos la primera fusión entre la música latina y la afroamericana. Aquello fue de un éxito asombroso en la Gran Manzana y representó la entrada formal de la música latina en la escena musical norteamericana.

Ya para finales de la década de 1950 e inicio de 1960, los ritmos cubanos reinaban en los grandes clubes de baile de la Ciudad de los Rascacielos, sobre todo el mambo y el chachachá. Sin embargo, una generación de jóvenes neoyorquinos de origen latino que había nacido y se había criado escuchando esta música, la de sus padres y sus abuelos, sentía que no los representaba completamente. No se ajustaba a su realidad cotidiana. Esta música evocaba el campo, las lejanas tierras de origen de sus antepasados, que aquellos jóvenes, en la mayoría de los casos, ni conocían. Su primera lengua era el inglés y las letras de la "vieja música" eran en español. Ellos estaban más cercanos a la música afroamericana, que era la que escuchaban en las radios locales; porque la música latina, aunque tuvo éxito en los clubes de baile, aún no sonaba en las emisoras radiales neoyorquinas. En cuanto al baile, tampoco les daba muchas prestaciones, pues el mambo y sus géneros hermanos se bailaban de punta en blanco en elegantes salones, con complicados y acartonados pasos, y esta generación estaba ávida de libertad.

La revolución del boogaloo

La lucha por los derechos civiles en los Estados Unidos impulsada por la comunidad afroamericana en un principio no integraba a la comunidad latina. Era considerada otra cultura, y sí lo era. Por ello, los jóvenes latinos necesitaban un movimiento propio que diera al traste con sus necesidades sociales, artísticas y expresivas. Por herencia de sus padres y abuelos, llevaban la música afrocaribeña en sus venas y las calles del Barrio Spanish Harlem (también conocido solo como el Barrio) siempre estaban llenas de jóvenes tocando en las esquinas. Estos guateques en sus prolegómenos se componían de percusión y canto. Así, en la calle se fue desarrollando un nuevo estilo de tocar la música latina. Ahora se cantaba en inglés con base rítmica afrocaribeña. Este estilo también se nutría mucho de la música afroamericana como el blues, el soul, el doo-wop, el góspel y de estilos jazzísticos como el swing y el twist.

Por ser jóvenes de procedencia humilde, muchos no tenían oportunidad de comprar un instrumento, y menos de costear clases de música. Tocaban rudimentarios tambores y campanas improvisadas, emulando lo que escuchaban, es decir, repitiendo lo aprendido de oído. Poco a poco se fueron integrando instrumentistas con formación y con herramientas propias, mientras otros, con ciertos sacrificios y algunos favores, tuvieron acceso a instrumentos como bajo y piano o teclados. Estas adiciones hicieron que la música callejera fuese tomando cuerpo. Jóvenes como Joe Bataan, Johnny Colón, Joey Pastrana, Pete Rodríguez, Richie Ray y Joe Cuba fueron pioneros de este nuevo género que estaba empezando a hacer ebullición.

Estos jóvenes comenzaron a formar sus propias orquestas. Hacían presentaciones públicas en las calles del Barrio y comenzaron a ser contratados por clubes y particulares para amenizar fiestas. Esto devino en una suerte de "guerra" entre los músicos latinos que representaban la "vieja guardia" y el nuevo sonido que cada vez era más popular y comenzaba a ganar terreno donde antes mandaban el mambo, la guaracha y el chachachá.

En la próxima entrega de Pluma acústica seguiremos analizando este interesantísimo movimiento musical que representó una revolución y que podríamos decir que fue el antecesor directo o más cercano de lo que hoy conocemos como salsa.

 

Kike Gavilán


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