Letra veguera | El fascismo: la mano que mece su cuna
06/11/2024.- El historiador Nelson Montiel Acosta ha persuadido a muchos de un hecho que no debemos desestimar hoy, ni nunca, sobre todo cuando en el planeta se ha vuelto un trending topic la identificación del fascismo solo con el proceso histórico, político y militar protagonizado por Mussolini, en Italia, Hitler, en Alemania y Francisco Franco, aliado con el Vaticano, en España.
La óptica de Montiel es, desde luego, incluyente de estos referentes contemporáneos.
No se trata de otra óptica, sino de precisiones que podrían trascender los marcos epistemológicos.
La definición del fascismo como un sistema político terrorista, autoritario, excluyente por naturaleza, de hondo calado racista, supremacista y, por consiguiente, machista, es un fenómeno tan viejo como el Antiguo Testamento.
Los romanos
Fascismo es una palabra ya instalada en los medios comunicacionales, redes sociales y en la vida cotidiana. En nuestro día a día, el término es empleado en las comunidades, a veces más como un insulto que como una realidad identificada con su ideología actual y muy lejos de los que fueron los verdaderos regímenes fascistas de los años treinta y cuarenta del pasado siglo.
Su origen son los fasces romanos. Los fasces eran símbolos de mando, formados por treinta varas (un "manojo", que es su traducción del latín) y un hacha, atados con una cinta roja. Una vara suelta es fácil de partir, pero treinta unidas forman un bloque de fuerza. El número de varas representaba cada una de las treinta curias de la antigua Roma, que fueron creadas en los tiempos fundacionales de la Ciudad Eterna. Eran portados por los líctores, los responsables de ejecutar las sentencias de magistrados o cónsules.
La cuna de la muerte
Su significado era evidente: el poder de la vida y la muerte de los ciudadanos romanos. Este poder se vio reducido con la república. Por ejemplo, tenían prohibido llevar el hacha dentro del pomerium, el recinto sagrado de Roma que se creó en el lugar originario de su fundación y que se fue ampliando a lo largo de los siglos.
A veces, en lugar de un hacha simple, llevaban un labrys, que era un hacha de doble hoja, cuya aparición es aún más antigua que la fundación de Roma. Su origen se encuentra en la civilización minoica, aquella que se desarrolló en la isla de Creta (2.800-1.450 a. C.).
Mussolini lo retoma con el nombre del fasci italiani di combattimento, que significa "fasces italianos en combate", la organización política creada por Benito Mussolini en 1920 que sería el germen del Partido Nacional Fascista. El partido fascista controló Italia bajo una dictadura hasta la caída del régimen italiano en la Segunda Guerra Mundial.1
Desde tiempos inmemoriales ha tenido muchas caras y mutaciones, pero siempre es el mismo fascismo: el brazo terrorista del capitalismo salvaje. Sus gérmenes se remontan al modo de producción esclavista donde una persona se apropia de otra por deudas o por ser prisionero de guerra, sin importar el color de su piel.
El surgimiento de los imperios en Roma y posteriormente en España y Portugal exportaron la esclavitud y la servidumbre y la exclusión racista más allá de sus territorios, sembrando grandes masacres genocidas y fascistas que la historia occidental se niega a reconocer.
¿Acaso no es fascismo la destrucción humana de setenta millones de pobladores originarios por parte de los Imperios español y portugués en Suramérica, que terminaron imponiendo a sangre y fuego sus idiomas y su religión para apoderarse de sus riquezas y territorios? ¿Acaso no es fascismo la invasión del Imperio británico al norte de América, que destruyó las poblaciones originarias y los encarceló en reservas para saquear el oro y las riquezas del norte, para darle nacimiento al imperio estadounidense, el más sanguinario y fascista que ha tenido la historia de la humanidad? Además, para decirlo con las palabras del comandante Daniel Ortega: "Estados Unidos alertó a las fuerzas fascistas a tomar el poder del mundo en nombre de la democracia y de la libertad".2
También son fascistas el apartheid impuesto por los portugueses en África, la colonización de Argelia y de otros países africanos por parte de Francia, y de Italia en Túnez.
Los Estados Unidos se convirtieron en los abanderados del fascismo. Ya tempranamente habían justificado su fundamentalismo supremacista, provistos, además, de la doctrina Monroe (1823) que ponía a raya al imperialismo europeo, declarando que "América [es] para los americanos", entiéndase para los estadounidenses. A esto se agregó el destino manifiesto, concepto del siglo XIX que sostenía que Estados Unidos estaba destinado a expandir su territorio, llevando la democracia y sus valores. Se consideró una misión providencial, justificando la expansión territorial, a menudo sin considerar los derechos de los pueblos indígenas y de otras naciones.
Esta ideología fue utilizada para apoyar la anexión de territorios y se convirtió en un aspecto central de la política nacional y de la política exterior estadounidenses. Europa echó mano de la teoría de la evolución de las especies de Charles Darwin (1863), que acuñó la tesis de la selección natural. Darwin, además de proponer que los organismos evolucionan, también ofreció un mecanismo para dicha evolución: la selección natural.
Esta teoría explicaba cómo podían evolucionar las poblaciones; es decir, cómo estas se adecuaban para vivir en sus entornos con "el paso del tiempo". Se trata de la piedra angular del etnocentrismo y el supremacismo occidentales, que pregonan que "la vida es para los más aptos".
Cuando entraron en su fase monopolista e imperialista ya no se trataba de la explotación de las personas, sino de un país por otro, como es el caso del surgimiento del conglomerado fascista imperialista inglés, francés, holandés y alemán, cuyas ansias de acumulación llevaron a la humanidad a dos guerras mundiales para imponer su lógica y su régimen fascista.
Estados Unidos dio su demostración de fascismo supremacista al lanzar, con la mirada complaciente del poder, dos bombas nucleares en poblaciones civiles para lograr la rendición de Japón en la Segunda Guerra Mundial.
El imperio fascista inglés permitió la instalación del Estado sionista de Israel en el Medio Oriente, que ahora es punta de lanza con los yanquis en su guerra contra los árabes, provistos de una doctrina sionista que pretende controlar también el mundo a nombre del fascismo sanguinario e inclemente.
Fascista es también la Ucrania de Zelenski, instalada a través de un golpe de Estado auspiciado por los yanquis para atacar Rusia y destruir una de las cabezas de los países Brics.
Sur de América
Los pueblos han ido desarrollando sus defensas contra la arremetida del conglomerado fascista. En América del Sur primero fue Cuba (1959), que se convirtió en una luz contra la oscuridad fascista, declarándose antifascista y antiimperialista y siguiendo el legado de nuestros libertadores y los pueblos originarios y afrodescendientes. Después vino la revolución nicaragüense (1979), que había estado enfrentando una ocupación violenta del fascismo yanqui desde 1933.
En 1969 triunfó Salvador Allende como vía chilena al socialismo, que fue aplastada de la manera más violenta por el fascismo militar de Augusto Pinochet, amparado por los yanquis, que se propusieron "hacer chillar a los chilenos". Fue una represión brutal que culminó con el asesinato de presidente Allende en 1973. La instrucción del fascismo yanqui fue borrar de la memoria de los sureños cualquier intento de instalar revoluciones socialistas.
Chávez
Después de un largo letargo, Hugo Chávez arriba al poder en Venezuela con la Revolución Bolivariana. Este proceso hizo temblar a los gringos, dado que Venezuela constituía un enclave geoestratégico y energético desde 1920.
La Revolución Bolivariana se convirtió en una onda expansiva en el sur, impulsando el ascenso de procesos progresistas en Ecuador, Bolivia, Paraguay, Brasil, Honduras, Uruguay y Argentina.
Todos estos intentos progresistas han sido acosados por el fascismo yanqui. En Ecuador implosionaron la Revolución Ciudadana encabezada por Rafael Correa, utilizando un instrumento de guerra jurídica llamado el lowfare. Igual hicieron en Brasil para instalar el gobierno fascista de Jair Bolsonaro, afortunadamente derrotado, por ahora.
Con la misma guerra jurídica tumbaron la revolución paraguaya del padre Lugo. Lo mismo han hecho contra la revolución boliviana, el fascismo de Jeanine Áñez y Camacho, impulsados por el fascismo yanqui. Retomaron el poder, pero las amenazas fascistas no cesan.
En innumerables oportunidades, el fascismo oligárquico ha intentado derrocar la Revolución Bolivariana, apoyado por el fascismo yanqui. En el 2002 lanzaron un golpe Estado contra el comandante Chávez.
El gobierno fascista de Carmona Estanga, que abolió los poderes del Estado revolucionario de un plumazo, solo duró 48 horas en el poder. Después lanzaron un saboteo petrolero, que también fue derrotado. A partir del 2004, ante el fracaso de la intentona golpista, ensayan el "golpe lento", propuesta fascista de Gene Sharp de Boston. También fue derrotado en su primera fase, encabezado por los fascistas oligarcas Leopoldo López y María Corina Machado. Fracasaron en la segunda etapa, en una jornada de violencia fascista denominada la Salida. En 2017 reincidieron en la salida violenta, que fue conjurada por la convocatoria de un proceso constituyente. En 2019, el gobierno fascista de Donald Trump instaló un gobierno paralelo para apoderarse de los activos de nuestro país, y también salieron derrotados. Ahora, en 2024, montaron un nuevo ataque fascista simulando su participación en las elecciones, donde realizaron un conteo paralelo de votos (webfare), para hacer valer unos resultados en medio de una insurrección militar.
Todo esto duró 48 horas y fue derrotado por la férrea unión cívico- militar-institucional.
El 24 de marzo de 1976 un grupo de militares dirigido por Jorge Videla ejecutó un sangriento golpe de Estado contra María Estela de Perón: desaparición y muerte de personas, encarcelamientos, torturas y violaciones en masa de los derechos humanos, sociales y políticos, fue el destino de la sociedad argentina hasta 1983, cuando la decadencia del régimen militar produjo un nuevo ciclo para retornar a una etapa "democrática", sujeta a las leyes del capitalismo mundial y a la honda huella de la tragedia dejada por la dictadura.
Tres años antes, en Chile (1973), los EE. UU., a través de la CIA y sectores militares de ultraderecha, ejecutan un golpe de Estado contra Salvador Allende y el gobierno de la Unidad Popular.
La comisión antifascista propuesta por Nicolás Maduro debe presentar a la brevedad posible ante la Asamblea Nacional un proyecto de ley contra el fascismo y toda expresión neofascista en el accionar y quehacer de la política venezolana.
La misma tiene su basamento en los hechos violentos que sacudieron al país en los años 2014, 2015, 2017, los ecocidios perpetrados en los parques nacionales, como el Waraira Repano, la quema de animales y personas vivas por razones políticas, de odio de clase y racial, así como las graves consecuencias para la economía del país, la soberanía y el territorio nacional, tomados por asalto por actores ultraderechistas que alcanzaron con votos el Parlamento venezolano en el año 2015. Este fue un período signado por el saqueo a Venezuela de sus recursos y de sus activos en el exterior, y de una profunda desestabilización interna, comandada directamente por los gobiernos de EE. UU. y las élites del poder apostadas en la Unión Europea y foros internacionales.
Hoy
Nos toca promover esta idea con carácter internacional. Considero que esa comisión no solo debe crear una ley, sino que debe mantenerse vigilante, proponiendo al presidente y demás órganos del Estado medidas para contener y derrotar el fascismo.
Un libro clave
Fascismo trasatlántico. Ideología, violencia y sacralidad en Argentina es una de las obras claves para comprender la "corriente" por donde navegan las voces de la antipolítica.
Ese libro de Finchelstein llegó a mis manos durante un evento al que asistí en una barriada de Buenos Aires, invitado por el movimiento La Cámpora, para explicar los terribles sucesos vividos entre el 2014 y el 2018, cuando la ultraderecha venezolana protagonizó una serie de actos (guarimbas) cuya atrocidad certifica la más viva expresión del fascismo criollo, caracterizado por la supremacía racista, el odio y la voluntad criminal, que, sin duda, nutren la estirpe del nazismo.
Los nombres de Henrique Capriles Radonski, Leopoldo López, Yon Goicoechea, Julio Borges, Freddy Guevara, Gaby Arellano, Juan Requesens, Daniel Ceballos y otros, como figuras del elenco "practicante" de esta banda política y delincuencial escudada en partidos y organizaciones políticas y religiosas que brotaron en el 2002, cuando las élites empresariales, eclesiásticas, sindicales y "petroleras", acompañadas por un reducido grupo de militares y desde el contrafuerte de los medios de comunicación privados, ejecutaron el golpe de Estado contra Hugo Chávez, son, en esencia, vértebras de ese cuerpo aún vivo cuyo esqueleto es dotado de fibra monetaria por los gobiernos norteamericanos y de otras latitudes del planeta.
Finchelstein
La obra del citado autor argentino es importante destacarla porque hace un despliegue de diversas fuentes y presenta la ideología fascista como un fenómeno globalizado que ha sido "exportado" para su diseño y ejecución en América Latina.
Está anclada en una vasta documentación y archivos oficiales italianos y patrimoniales de escritores y políticos como Leopoldo Lugones, Raúl Scalabrini Ortiz y, sobre todo, en expedientes y papeles personales de Mussolini, de la CIA y del Departamento de Estado de EE. UU.
Finchelstein explora hasta el hueso los casos argentino e italiano, creando un referente no convencional y metodológico hasta llegar al punto clave: identificar los puentes entre ambas fronteras o, como dice el propio autor, "las diferentes posibilidades interpretativas, conexiones y puntos en común mediante el análisis de dos ideologías nacionales y sus relaciones trasnacionales".
De algún modo, el tema ha propiciado una discusión a contracara de la historiografía existente sobre los tópicos del nacionalismo, el fascismo, el totalitarismo y el catolicismo, dado que, desde sus ámbitos y pugnas históricas, se han "normalizado" los vehículos transmisores de la ideología y valores del fascismo, fundamentalmente aquel derivado del infame pensamiento doctrinario de Mussolini.
Maduro
Esta obra se la entregué en sus manos al presidente Maduro. Seguro le será de mucha utilidad en esta hora en que el fascismo anda suelto por estos lares.
La jauría
El fascismo en Venezuela (ideas y crónicas de la jauría) no es un libro analítico en el sentido estricto sobre el fenómeno del fascismo. Es un curioso atlas que realizamos para conducirnos en la inmediatez y urgencia de los acontecimientos políticos que marcaron los tres últimos que precedieron a la muerte del presidente Hugo Chávez.
Es un esfuerzo colectivo de cara a una de las expresiones más bestiales de la guerra contra Venezuela. Lo acompañan los perfiles de los operadores y rostros visibles del aparato de la dominación que ha conformado el nuevo fascismo criollo. Por esta razón, constituye una clave actual para comprender las corrientes conspirativas del momento político.
Fue un libro escrito entre varios compañeros, sobre la marcha y los acontecimientos de la guerra económica que abarcan un arco temporal que se inicia a finales del 2011 y llega al mes de septiembre del 2013: algunos de estos textos fueron escritos antes de la partida del comandante Chávez el 5 de marzo de 2013.
Federico Ruiz Tirado
Fuentes consultadas:
1 García, R. (2022, 26 de abril). El origen de la palabra fascismo. https://ocesaronada.net/fasces-origen-fascismo/
2 Ortega, D. (2024, 26 de agosto). Intervención en la XI Cumbre del ALBA. TCP.