Historia viva | Fascismo predictible
06/11/2024.- En el imaginario contemporáneo universal y desde la segunda mitad del siglo XX, el nombre "genocidio" se aplicó con especial predeterminación a los asesinatos en masa contra el pueblo judío europeo criminalizado por la cultura política nazi desde que esta corriente se impuso como gobierno o gobiernos, en tanto el fascismo italiano y el franquismo español aplicaron métodos de exterminio similares.
A pesar de que existen centenares de documentos y testimonios escritos, así como una arqueología de conocimientos, diversos estudios históricos determinaron que durante los siglos XV, XVI, XVII y XVIII se llevaron a cabo procesos de exterminio humano a comunidades de los pueblos originarios conocidos también como genocidios. Sin embargo, esta voz no ha sido usada de manera discrecional para caracterizar los crímenes contra estos grupos humanos en América y en el Caribe.
No es que los genocidios sean aplicados de manera exclusiva contra un pueblo, como el judío, tal cual Hollywood ha tratado de enseñarlo. Esta práctica, por el contrario, se convirtió en tiempos contemporáneos en una herramienta del fascismo que con terror ha tratado y trata de diezmar a pueblos enteros que han decidido explorar rutas de soberanía e independencia, en pleno ejercicio de sus derechos sociales políticos, económicos y culturales.
Lo predictible es que cuando los pueblos se rebelan y tratan de independizarse, tal cual lo hizo el pueblo palestino, toda la saña del imperialismo salvaje desata sus demonios e intenta aplastarlos por la vía del fuego y la destrucción más endemoniada posible. Lo mismo puede ocurrir con cualquier pueblo del mundo.
El sionismo, con una doctrina fundamentalmente ultranacionalista y fascista, ha puesto en práctica el uso de la violencia como su mejor instrumento de "persuasión", con toda la carga bélica que soporta la maquinaria estadounidense de la guerra y que arrastra con los gobiernos alemanes e italianos, cunas del nazismo y el fascismo, para cometer un genocidio contra la población palestina.
Ya la pérdida de miles de seres humanos de ambos bandos es una atrocidad que debe ser neutralizada. Pareciera que eso solo será posible si los pueblos del mundo activan mecanismos de boicot contra Estados Unidos, que es el "padrino" y principal proveedor de esa guerra.
Venezuela hoy cumple su cuota ética, previendo que lo mismo pudiera ocurrir en nuestra región, dada la voracidad depredadora del imperialismo, sea quien esté al mando del Pentágono.
Si gran parte del territorio del Medio Oriente es una zona árida y desértica, lo que queda de vital será exterminado por la tozudez de un Estado expansionista, supremacista y fascista como el Estado de Israel. Ante las continuas guerras desarrolladas por Israel, desde que los británicos los impusieron —de acuerdo con sus intereses y condiciones— en 1947, y, después, los sucesivos gobiernos de Estados Unidos —desde Dwight D. Eisenhower hasta Joe Biden— han provisto de armas y recursos al sionismo para desplazar y exterminar generaciones de árabes palestinos —habitantes originarios de esos territorios— con el propósito de tener control territorial sobre las fuentes de energía fósil que tienen la península arábiga e Irak, lo mismo intentarán en América Latina y el Caribe con mayor intensidad como ejercicios de guerra, con todas sus variables.
Adicional al control territorial por parte de Estados Unidos, teniendo a Israel como anclaje ofensivo para proteger sus intereses estratégicos en la región, el comercio de las armas es otro de los gigantescos negocios que se mueven con activos costosos. Estos son aprovechados por la industria armamentista norteamericana en términos de miles de millones de dólares bajo el engaño, primero, de una guerra religiosa y, luego, criminalizando los movimientos de resistencia, la defensa de la cultura árabe y sus Estados soberanos.
Para el Estado paria de Israel, el costo de la guerra, según estimaciones de su banco central, puede alcanzar la bicoca de 55 mil 600 millones de dólares entre 2023 y 2025. De esos recursos financieros para comprar armas, el 69% tiene origen en Estados Unidos. Ello implica bombas de todo tipo, aviones de combate como los caza F35 y sistemas de seguridad sofisticados, entre las complejidades de una industria belicista que Israel ha desarrollado tecnológicamente con apoyo de Estados Unidos. Las cifras de financiamiento cada año aumentan proporcionalmente a la fuerza expansiva con que el gobierno de Netanyahu se desplaza hacia el Líbano, Jordania, Gaza o hacia cualquier territorio que señalen los intereses de Estados Unidos en el Medio Oriente. Ello sin desconsiderar toda la estructura militar, de espionaje y entrenamiento que el Pentágono ha dispuesto desde 1967, cuando Lyndon Johnson decidió intensificar el enclave sionista en ese territorio como eje de sus campañas de dominación y control territorial para la región.
En el laboratorio que es hoy el Medio Oriente, el imperialismo pone en práctica ensayos de guerra que serán proyectados en otras regiones del mundo. De allí que en América Latina y el Caribe debamos estar alertas ante la amenaza fascista de las provocaciones que buscan generar caos en nuestra región.
Aldemaro Barrios Romero