Letra desatada | Extraordinaria Maryclen Stelling

La voy a extrañar, claro que sí, para “vivir en lo extraordinario”

07/11/22.- “Ante tantos eventos que estamos viviendo en los últimos tiempos y que van representando un carácter histórico muy propio de los cambios de época, ya casi nos cuesta diferenciar lo ordinario de lo excepcional”, escribió Orlando Maniglia en su cuenta de la red social de los caracteres contados. A Maryclen le gustó, lo difundió y respondió, el 21 de septiembre de este año: “Vivir en lo extraordinario”. Y vaya que los tiempos que vivimos son extraordinarios. Ya no sabemos a qué atenernos ni con el clima ni con las ideologías. Donde antes no llovía puede nevar y de repente el holocausto judío se desvanece en las fronteras internas y externas de Ucrania y Europa, con el apoyo a grupos neofascistas.

Conocí a Maryclen Stelling grande ella y grande yo. Aunque socióloga, estuvo varios años con Carmen Elena Balbás analizando las noticias a través de Radio Nacional de Venezuela, en una época muy convulsa para la Venezuela que nació con la toma democrática del poder por el Comandante Chávez, cuando los titulares de los periódicos adscritos a la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) eran noticia por sí mismos y no por lo que “informaban”. Eran una llave que buscaba enseñar a descifrar la manipulación y la mentira de los medios de comunicación.

Lamentablemente mantuvimos una comunicación casi virtual los últimos años, pero pudimos compartir siempre, sin embargo, de lejos y muy cerca, ideas, pareceres, amigas y amigos. La virtualidad me permitió compartir su felicidad cuando, estando atrapada en Canadá por la pandemia, nació una de sus nietas.   

Era una mujer valiente y a la vez ponderada. Muchas veces le escribí o la llamé aquellos domingos de José Vicente Hoy solo para decirle lo elegante que siempre acudía a esas citas en las que el camarada periodista la invitaba a conversar sobre comunicación y política (que tal vez sintetizaba su conocimiento sociológico de nuestra realidad). Maryclen solo celebraba a carcajadas mis comentarios oportunamente frívolos, ante tanta verdad dicha, compartida o no, con el periodista José Vicente Rangel.

Solíamos encontrarnos en las ferias de libros y citas con las palabras. Recuerdo, por lo emocionante, la de la presentación del libro de Clodovaldo Hernández, Reinventario, que se hizo en el Centro Latinoamericano de Estudios Rómulo Gallegos, institución donde era vicepresidenta en llave con Roberto Hernández Montoya.  

Tal vez la virtualidad, mi descuido y la pandemia se conjuraron para no acompañarla presencialmente en esta su última batalla contra una enfermedad que suele ganarle a tanta gente querida, inteligente e imprescindible. 

La voy a extrañar por sus análisis sobre la realidad del país, pero sobre todo extrañaré su alegría y su sentido del humor con los que asumió su vida, la comunicación y la política. La voy a extrañar, claro que sí, para “vivir en lo extraordinario”.  Sigamos.

Mercedes Chacín

 


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