Vitrina de nimiedades | Donald, ineludiblemente mediático

09/11/2024.- Cuando investigadores y universidades alertan sobre la evasión de noticias, uno siente que el mundo prefiere enconcharse en sus propias desgracias. ¿Para qué saber lo ocurrido en otro lado? Con nuestros problemas ya es suficiente. Eso sin sumar el descrédito endosado a la comunidad periodística. Sin embargo, frente a las elecciones de Estados Unidos, es muy difícil pensar que la novedad informativa dejó de interesar.

Desde directores de grandes medios, pasando por analistas, hasta llegar al llamado "ciudadano común", el resultado de esa contienda electoral reúne el interés colectivo como pocas veces hemos visto. Nuestro país, por sobradas razones, no escapa de este aluvión mediático que sentencia, sin importar cómo ni cuándo, un impacto inevitable sobre nosotros para los próximos cuatro años.

Así, la inquietud viene impregnada de angustia, incertidumbre y el miedo a declarar oficialmente la muerte de la democracia. Las preguntas parecen ser las mismas: ¿cómo un hombre con el perfil, la visión de mundo y el pragmatismo de Donald Trump puede incidir en la geopolítica global de nuevo? ¿Cómo entender ahora la política, la economía, la justicia y la democracia luego de semejante regreso? ¿Sigue teniendo sentido aferrarnos a unos ideales que parecen ser rechazados no solo en Estados Unidos, sino en lugares en América Latina?

Quizás, no quisimos ver las señales. La admiración de presidentes de derecha por Trump nos parecía más una fábula, un asunto trivial que soslayábamos porque, caramba, ¿cómo es posible que alguien quiera parecerse a ese estadounidense, por más conservador que sea? Pero eso lo piensa una fracción del mundo que, al parecer, no tiene la incidencia necesaria para evitar que el resto caiga en la tentación del extremismo irreverente.

La fascinación no es exclusiva entre dirigentes políticos. Las redes sociales, esas que alguna vez se volvieron esquivas para el esposo de Melania, el papá de Ivanka y el ídolo de Milei, tampoco contuvieron la ola de memes, reels, chistes y comentarios sobre el empresario. Bailando, haciendo guiños, levantando el puño con aire de "esta vez no me van a derrotar", todos los gestos inusuales se convirtieron en un símbolo para elegir algo distinto al statu quo. A contracorriente, intentaron hacer su trabajo las voces de alerta, esas que pedían no cometer "el mismo error"… La verdad, no había nada más por hacer.

Ahora, todos procuran advertir qué se viene. Los escenarios extremos van ganando, una forma de mantener al mundo en ascuas hasta enero, para abrir una nueva era de incertidumbre. Los pronósticos se mueven entre un presidente repotenciado y otro más moderado, calculador y estratega. De aquí hasta el 20 de enero sobrarán análisis y proyecciones, también marcados por el radicalismo. Lo único cierto, por ahora, es que Donald Trump, para el pesar y tristeza de muchos de nosotros, seguirá siendo ineludiblemente mediático.

 

Rosa E. Pellegrino


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