Al derecho y al revés | La reunión
13/11/2024.- Donald Trump en esta segunda presidencia tiene la oportunidad de cambiar la percepción negativa que de él tiene el mundo. Punto de vista que se ha ganado a través de una vida cuyo recorrido está marcado por violaciones y maltrato de mujeres, quiebras de negocios e incumplimientos de promesas.
Como todo afectado por un narcisismo congénito, el cuadragésimo séptimo presidente yanqui no acepta haber fallado en toda su vida, y esta segunda presidencia quizás le dé la razón.
Sobre todo porque hay quienes piensan que loro viejo aprende, como los lobistas, que anuncian la inminencia de un encuentro entre Trump y nuestro presidente, Nicolás Maduro. Encuentro que aseguran será positivo para ambos países.
Llamo "lobistas" a quienes envían a diario opiniones afirmativas sobre un encuentro que aún está por materializarse, porque en EE. UU. es imposible conectarse con nadie de relativa importancia sin la actuación de los lobistas, que a precio de oro allanan las antesalas.
Sea como sea, para Venezuela un encuentro entre los presidentes Maduro y Trump solo tendría sentido si —aceptando que la política yanqui para con la Venezuela bolivariana durante más de un cuarto de siglo ha fallado— quitan las sanciones.
Ahí está el quid del problema a resolver, porque los yanquis ni dan puntada sin dedal, ni cuando negocian dan nada a cambio de nada.
Sobre todo si el objeto del cambalache son las sanciones que han empobrecido a Venezuela y que han puesto en vías de salir del país a un tercio de la población, específicamente los más jóvenes.
A cambio de eso, ¿qué puede exigir el catire Trump?
¿Petróleo? Los yanquis tienen —además, a su lado hay un mediano productor como es México—, y, de todas maneras, el presidente Maduro ha dicho que les vende todo el que quieran… si lo pagan…
¿Es capaz entonces Trump de exigir a cambio que Venezuela rompa con China, Irán y Rusia?
El catire Trump será malandro, pero no es tonto y bien sabe que si un producto hecho en China desaparece, solo será sustituido, al mismo precio de venta, por otro producto chino similar.
De esta manera, ni esa propuesta ni la de sacar de la lista de nuestros amigos a Rusia y a Irán será presentada en una reunión entre Trump y Maduro.
Puede entonces Trump proponernos que regresemos a la OEA, lo cual es una auténtica emboscada del globalismo yanqui.
No podemos olvidar que todos los golpes de Estado que EE. UU. ha aupado —cuando no ejecutado— son militares y siempre han contado con los organismos subregionales que dependen de las Naciones Unidas.
Tampoco que el globalismo tiene penetrados esos organismos hasta el punto de que allí no se hace nada sin la aquiescencia de los supermillonarios de internet, tipo Elon Musk.
Hasta aquí llego porque, a diferencia de los lobistas, pienso que con los gravísimos problemas que tiene Trump en Ucrania o en Gaza —donde verá cómo ayuda a su pana y asesino Netanyahu—, nosotros no estamos de primeros en la lista… aunque con Trump realmente nunca se sabe…
Lo más probable es que esa reunión no se dé o que ocurra en otro contexto.
Veremos. Mientras tanto, en EE. UU. siguen soñando con golpes de Estado dirigidos por verdaderos cocos secos, tipo Guaidó, EGU o la ex-Bombillito.
Domingo Alberto Rangel