Hablemos de eso | Venezuela viva
16/11/2024.- Termino de ver el juego, con el glorioso empate de la selección venezolana contra Brasil. Claro, queríamos ganar, pero Brasil se había ido adelante. Con Telasco anotando el empate, el corazón se alegra, pero con Rafa Romo parando el penal cobrado por Vinícius, se me van las lágrimas… Terminamos con 10, pero en la cancha de ellos. Vinícius Júnior es como un avión y se cuela entre nuestra defensa. Los narradores se quejan porque Venezuela estaba adelante, en la ofensiva, pero así es, queríamos ganar y lo intentamos. Uno no tiene que ver cómo supera la defensa un jugador enorme que estuvo a pocos votos de ganar el Balón de Oro. No es cualquiera, lo que vale es cómo Aramburu le sacó la pelota.
Somos grandes y "no dejamos de luchar hasta el último minuto", como dijo el mismo Aramburu en la entrevista después del partido. La confianza en nosotros mismos es la que nos hace pisar duro. No sé si clasificaremos —deseamos que sí—, pero es una alegría real de quienes ya no se amedrentan ante nadie. No importa que los nombres de los otros suenen y entra aquel que juega en la premiere, y entra el otro, que es estrella también en Europa, pero no importa. Así es como se puede ganar.
Repartimos abrazos y seguimos. Lula parece que echa hacia atrás y dice que Maduro es problema de Venezuela, que quiere ocuparse de los problemas de su país. Lo hemos querido interpretar como una enmienda de la errática e ignominiosa conducta en Kazán, de la pretensión de un asesor de calificar a nuestro país de poco confiable. Allá ellos. Maduro no es un problema, sino un gigante, y ganó el 28 de julio.
Leo un artículo largo donde se transcriben muchas entrevistas de gente en la calle en la Caracas de 2019. Del lado chavista —de nuestro lado—, recogen la opinión de Ernesto Bazo, de 34 años:
¿Qué es lo que piensan afuera? Que esto es una guerra insalvable. ¿No es verdad? Que acá la gente se muere de hambre, que te matan por medio pan, que no hay trabajo, que el gobierno te persigue por todo, que nos tienen manipulados… Lo sé porque yo, aquí, en mi teléfono, de vez en cuando echo un vistazo a los diarios de afuera, y todo es tan diferente a la realidad. Yo soy crítico y no solo como lo que me sirve Telesur. No te voy a negar que las cosas no exponen su mejor cara, que sí hay caos, inseguridad, etcétera, pero vamos, chamo: ¿no es así Latinoamérica? Es que nosotros no somos europeos, ni árabes, ni chinos. Somos de acá, del trópico. Nuestra sangre es caliente. Es evidente que hay una campaña internacional de desprestigio en contra de Venezuela. ¿Por qué, si nosotros lo único que queremos es vivir tranquilos? Nosotros no salimos a decirle a Inglaterra que es un país de tontos por haber votado positivamente al Brexit, ni cerramos nuestras oficinas allá, ni amenazamos, ni nada. Eso es problema de ellos, ¿no? Ahora te digo una cosa: ¿a quién se le ocurre que una persona que se para en una plaza, con seis o siete cámaras encima, y se autoproclama presidente, es, efectivamente, el presidente? No, hermano, eso no es democracia. Definitivamente, no. Acá hubo elecciones y como el resultado no convino a no sé quién, entonces armaron todo este disparate. Esto parece un cuento fantástico, retorcido, y lo más interesante de toda esta pompa es que la gente, sin saber quién carajos es esa nueva marioneta, se baja los pantalones, como si fuera un salvador. Acá nadie necesita ser salvado. Lo que tenemos que hacer es trabajar. Esa es la única salvación.
Eran entonces los tiempos de Guaidó y de la fuerte pérdida de peso por lo inaccesible de la comida, apenas suficiente para no desaparecer. Así aguantamos, aunque perdimos gente en el camino. "La basura es chavista", dice Sami Briceño, de 29 años, en una de esas entrevistas del 2019:
La basura es chavista. Así dicen. O mejor: así nos dicen desde el 2 de febrero de 1999. Cuando ellos se dieron cuenta de que Chávez empezó a dejar de ser un individuo y a convertirse en un pueblo. Van a ser veinte años. Para ellos, todo este proceso se ha convertido en una calle sin retorno, y tienen razón los pobres, porque los verdaderos pobres de este país son ellos. Nosotros no. Nosotros somos hombres y mujeres de la tierra. A mí me gusta que piensen eso de la calle sin retorno. La idea de un lugar o un espacio en el que no se puede retroceder, solo avanzar. Ese avance supone un extravío, un extravío en la historia. Ese es el progreso, el verdadero, ¿no? Ir y mirar hacia adelante y no para atrás, y no porque para atrás asusten. No. Ni el miedo ni el pasado nos pertenecen, ¿por qué tenemos que mirarlos? Nosotros vamos tranquilos, iluminados. Apestamos, sí, eso es cierto, pero nuestro hedor es a paz, a solidaridad, a igualdad. Lo que más les duele a esos venezolanos que se oponen a nuestra patria es que ni el presente ni el futuro les pertenecen.
Así es que hemos seguido, como gente de la tierra, apestosos a paz, solidaridad e igualdad. Estamos convencidas y convencidos de que no se puede retroceder, solo avanzar. Sin amedrentarnos por el qué dirán. Sin pretender que alguien nos salve, comprometidos a trabajar y encontrar en ese nuestro trabajo la construcción de alternativas.
Por supuesto, alguien se quiebra, otro flojea, otro más se corrompe hasta los huesos, y quienes apuestan a la desesperanza encontraron una confirmación de sus sentimientos en los que se asientan. Pero justo con trabajo, perspectiva histórica y disposición a labrarse el futuro, hemos avanzado. Hoy la realidad es diferente. Haga usted el balance en concreto.
El "analista solitario" proclama desde adentro una "crisis política" en Venezuela y llama al diálogo. Parece que no ve ni escucha. Mientras la gente se toma fotos en los adornos de Navidad que están por Los Próceres, hace gala de su humor y de sus ganas de vivir, aunque con menos dinero en el bolsillo del que quisiera.
Al "analista solitario", que repite casi sin matices lo que dicen desde afuera, se le pasa la crisis política en Estados Unidos, donde vienen de una campaña electoral que parecía una guerra civil. No se dio cuenta de que Kamala Harris se cansó de llamar fascista a Trump y que cada uno anunció el apocalipsis si ganaba el otro.
El presidente Maduro invita correctamente a Trump a que nos tratemos como gente. ¿Qué hará aquel señor? Solo lo sabe él mismo (si acaso). A nosotras y nosotros nos toca avanzar, buscar a los demás para juntarnos.
La invitación al Congreso de las Cinco Generaciones, Congreso del Bloque Histórico, para concretar lo inmediato, con la participación de todas y todos, para simultáneamente revisar el Estado e imaginar nuestro país dentro de treinta años, es una luz de lo que queremos de aquí en adelante. No importa quién se mueva en las sombras, aunque no nos descuidemos.
Humberto González Silva
https://centrodescolonizacionvzla.wordpress.com/