Al derecho y al revés | ¿Homicidio en el colegio Humboldt?
La aberración de presumir que Twitter, como el pueblo, “nunca se equivoca”
09/11/2022. Quien haya leído la exposición de motivos de la Ley Contra el Odio puede pensar equivocadamente que las antipatías entre personas solo se originan en la política y entre adversarios.
Esa sería una definición “chucuta” que la terca realidad niega a cada rato.
Un ejemplo de odios sin orígenes en la política, y peor entre supuestos aliados, acaba de producirse en el país y con la participación del fiscal general.
Me refiero a una tragedia ocurrida en el Colegio Humboldt, institución hasta hace una semana poco conocida, pero que raíz de la muerte de un niño del kínder, ahora su nombre fue tendencia por varios días.
No voy a recordar con detalles la tragedia que ocupó el primer lugar en las redes y que supongo los lectores de Ciudad Ccs saben.
Lo cierto es que una vez conocidos los hechos, las redes se llenaron de mensajes estilo tuits, donde personas que hasta hace poco se desgastaban todos los días exigiendo “un cambio de gobierno”, ahora pedían “cerrar ese colegio” o “la cabeza de la maestra”, desde la ignorancia que en el caso mencionado es supina.
Cómo he escrito pienso que el fiscal general que con todo derecho ordenó una investigación, se le fue la mano y cayó bajo el embrujo del twitter y la democracia universal, que es más peligrosa que mono con hojilla.
El Colegio Humboldt lleva más de un siglo en el país y nunca había sucedido en sus aulas o patios de recreo una tragedia como la que terminó con la muerte de un niño y heridas graves en otro.
Es un colegio estricto y está reputado como uno de los mejores de la ciudad y del país.
Sus egresados, generalmente, encuentran cupo en las mejores universidades del mundo y, por supuesto, en las nacionales, pero esto no se tomó en cuenta por quienes desde el oposicionismo del Twitter exigieron “el cierre ya”, sin siquiera pensar a dónde iba a ir los estudiantes una vez cometida la barbaridad que estos energúmenos exigen.
Y fueron tantos –aunque no son mayoría– los energúmenos del Twitter que influyeron desde la “tendencia del día” en la rápida y dura decisión del fiscal que estuvo a punto de cerrar momentáneamente el colegio.
Y aquí cabe una reflexión sobre el para qué sirve la democracia y para qué no.
Para elegir un mandamás de manera incruenta desde luego que no hay mejor y más económico método que el democrático, pero no es la democracia el tónico curalotodo.
¡Si a un ascensor suben tres violadores y a in joven, no se puede tolerar que los delincuentes pidan clemencia aduciendo que “hicieron un plebiscito sobre la violación y que ellos lo ganaron 3 a1”!
De la aberración que es presumir que Twitter, como el pueblo, “nunca se equivoca”, y que a tanta gente hay que darle la razón, supongo que salió la calificación del hecho como “homicidio culposo”.
Es decir que no solo hubo un descuido trágico, que obviamente sucedió cuando no se reprendió a los dos niños que durante su recreo, en una azotea, se encaramaron sobre una claraboya que al fracturarse facilitó la caída de los infantes desde un quinto piso, sino que se debía suponer que el hecho iba a pasar y que se usó como una trampa.
Homicidio sucedería si un adulto deja una pistola cargada y sin seguro en medio de una fiesta infantil o si un conductor borracho choca otro vehículo, y este al impactar contra la acera, mata a una persona.
El caso está en manos del juez de control quien puede desechar la presunción del fiscal que imputa por “homicidio culposo” a la directora y a la coordinadora del plantel, no así a la maestra que estaba con los niños al momento de la tragedia, lo cual uno debe suponer que es por el populismo de quien prejuzga que los culpables son los “de arriba”.
Ojo: El fiscal no imputa al Ministerio de Educación que legaliza un área de recreo sobre una azotea o a la Sociedad de Padres que en años nunca dijeron nada.
Pero con ese argumento falaz se podría inculpar al presidente Trump y a los gobernadores y alcaldes republicanos por las muertes de afrodescendientes en sus jurisdicciones, hace unos años a manos de policías yanquis, o también al presidente Maduro, como pretenden los interinos, por cada venezolano fallecido en Darién.
Puras aberraciones que en nada nos pueden llevar a la paz necesaria para detener la caída y comenzar a recuperarnos.
Esperemos la decisión del juez o la rectificación del fiscal, que en este caso sucumbió a los errores que llevan usar la democracia para todo y el Twitter para juzgar y condenar a cualquiera, sin darle chance a defenderse.
Domingo Alberto Rangel