Estoy almado | La asignatura educación para la redes
24/11/2024.- Desde hace años, las redes digitales vienen dañando silenciosamente a los jóvenes. Parece inofensivo que estén expuestos más de 8 horas a una pantalla. Pero no lo es: mediante esos pequeños magos con cara de vidrio en sus manos, los jóvenes consumen cualquier clase de contenidos, sin diferenciar los que son nocivos para la salud mental y emocional.
Aunque la mayoría de los mensajes son presentados como entretenimiento, en ellos subyace una alta carga de odio, clasismo, xenofobia, discriminación, violencia, falsos estereotipos de belleza, teorías conspirativas y desinformación a granel. Estamos frente a un fenómeno social indetenible: cualquiera sea el formato, las pantallas representan el opio del siglo XXI de esta nueva generación. No en vano, muchos adolescentes se despiertan y se acuestan viendo una pantalla, igual que los adultos.
Ojalá este problema fuera una exageración y no existieran numerosas evidencias científicas que demuestran que el consumo de pantalla genera en los jóvenes conductas agresivas, ansiedad, depresión, déficit de atención, poco sentido común colectivo y dificultades para el aprendizaje y la interacción social.
Los principales responsables somos los adultos que seguimos dándole gustosamente celulares a sus hijos, incluso a partir de los 2 años, creyendo que ellos son “nativos digitales”, casi ungidos por la providencia para convertirse en seres más modernos, lo cual es totalmente falso.
Este cóctel nocivo de redes, celulares y pantallas no es un problema local, sino global. En Australia preparan una ley para limitar que los menores de edad tengan acceso a las redes sociales. Las autoridades de Puerto Rico decretaron como edad mínima 18 años para que una persona pueda activar una cuenta en cualquier red social. Y en algunas ciudades de Estados Unidos también fijaron límites de edad para los jóvenes: Florida (14 años), Texas (18 años) y Nueva York (18 años).
En ese contexto, Venezuela se prepara para entrar en el terreno de la regulación. El hecho detonante fue la lamentable muerte de jóvenes que cumplieron un reto viral en Tik Tok. Es muy importante hablar con el mensajero para que evite la divulgación de esos materiales nocivos. Y también es vital legislar al respecto. Ambos aspectos ya están en marcha.
Pero mucho más imperativo es que en primaria, secundaria y bachillerato, nuestros jóvenes reciban educación para las redes. No para satanizarlas, sino más bien para que aprendan a utilizarlas de forma útil y positiva, con apoyo, por supuesto, del entorno familiar.
Implementar una materia llamada Educación para las Redes puede que sea un camino largo (implica formar a los docentes e incluir en la malla educativa un abordaje pedagógico de las redes), pero tal vez, a largo plazo, ayude a llegar mejor a las mentes y corazones de nuestros jóvenes, más allá de convertir la redes en algo prohibido y punitivo.
Manuel Palma