Punto y seguimos | Educarse en el uso de los medios, una necesidad
Que no nos vean la cara de tontos…
26/11/2024.- A veces se piensa que en política –o más bien en aquello que los políticos nos dicen– siempre hay mentira y exageración. Ciertamente por los siglos de los siglos esto ha ocurrido, sin embargo, nada se sostiene sin una base de verdad. Determinar cuál o cuáles son esas “verdades” requiere un gran esfuerzo de discernimiento y lógica, así como de un constante aprendizaje acerca de cómo funcionan las nuevas formas y medios de comunicación. ¿Abrumador? Por supuesto que sí, pero necesario.
Nunca como ahora ha sido tan fácil ser víctima de la desinformación. La cantidad de información que nos rodea es enorme, nos llega de cualquier parte del mundo y a unas velocidades que apenas y nos imaginábamos hace 25 años. La cosa es tan así que se pierde la noción de los tiempos de los acontecimientos. Una noticia vieja puede ser relanzada como nueva meses o años después, porque la anterior se olvidó y se perdió entre los millones de informaciones que circulan diariamente en las redes, además es muy difícil precisar las fuentes originales de videos y fotografías, eso sin contar con la capacidad de edición que nos ofrece la tecnología, no solo a los profesionales de los medios, sino a cualquiera con un teléfono inteligente.
Este escenario dificulta enormemente la búsqueda y comprensión de las “verdades” a las que nos referíamos inicialmente, especialmente en materia política. Descifrar las tramas cuando no tenemos toda la información o cuando la que tenemos es tanta que confunde, puede llevar a la cómoda, pero peligrosa posición de creernos todo lo que reafirma lo que creemos conocer y a desestimar el resto, sin siquiera dar la oportunidad de escuchar, leer o analizar. Esta situación produce opiniones sustentadas en las emociones y no en los argumentos, y, además, propicia la difusión de chismes, bulos, rumores y demás yerbas.
En estos tiempos vivimos a merced de quienes sí saben cómo utilizar las plataformas informativas, es inocente pensar que la mayoría de la desinformación proviene de la ignorancia de los repetidores o la producción de contenido “sin intención”. Poder diferenciar una cosa de la otra es vital. En la política internacional, por ejemplo, quien solo se nutre del mismo tipo de fuentes y no verifica nada por sí mismo, creerá a pies juntillas lo que cualquier informante le diga. Así, se oyen barbaridades como que Ucrania está a punto de acabar con Rusia, o que los rusos se están comiendo a los niños en Kiev, o que el Gobierno de EE. UU. está ayudando a salvar vidas palestinas porque les envían por avión cajas de ayuda humanitaria. Ucrania, en verdad, está atacando a Rusia y eso ha tenido y tiene costos humanos y materiales para los rusos, pero ¿están a punto de perder la guerra?; y sí, EE. UU. envió par de veces ayuda humanitaria a Gaza, pero eso ¿compensa el apoyo que le brinda a Israel para que siga cometiendo genocidio? ¿Si mandan comida por un lado y bombas por el otro, qué significa?
Hacerse preguntas y buscar cómo responderlas es el primer paso para que no nos tengan como una masa bobalicona y repetidora. Dudar, siempre dudar y atreverse a ver varias posturas para sacar nuestras propias conclusiones es necesario. Por nuestra salud mental y por el bien del mundo, que necesita que reaccionemos masivamente ante las numerosas atrocidades que se cometen, a veces en nuestro nombre, o con nuestra anuencia.
Mariel Carrillo García