Micromentarios | Revitalizar el catálogo editorial

03/12/2024.- Las editoriales, una vez pasados los días que siguen al lanzamiento de un nuevo libro, lo abandonan a su suerte. Este comportamiento, propio de peces y reptiles cuando nacen sus hijos, lo practican todas las editoriales que conozco, dentro y fuera de Venezuela.

Si el libro no tiene buenas ventas –e, increíblemente, también en tal caso–, pasa a formar parte de esa casa de retiro o moridero, llamado el catálogo. Permanece en esa especie de zona fantasma, antesala del olvido, y ya no se le presta más atención, Nadie se acuerda de él, a veces ni siquiera quien lo escribió.

Cuando tiene éxito, sus ventas se dejan a cargo, primero de la publicidad y luego de la inercia, contando con la popularidad que haya alcanzado tras su lanzamiento. Si se vende se reedita, cada vez en cantidades más bajas de ejemplares, sin promoción alguna o con apenas la que realicen los autores o sus seguidores.

El mantenimiento del catálogo –especialmente si sus integrantes ocupan espacio físico en un depósito–, tiene un costo con pocas perspectivas de recuperación.

Como autor de algunas obras exitosas y muchas fracasadas en téminos mercantiles, creo que debería invertirse en la promoción regular de los títulos de los catálogos, para resucitar el interés por ellos.

Esto puede hacerse a través de las redes sociales, publicitando cada título durante días consecutivas e incluso semanas y meses alternos. Sé que no es fácil percibir el impacto de esta acción, dadas las escasas librerías que quedan. Pero aumentaría las ventas a distancia, desde la editorial o una distribuidora al lector. Tal venta debería hacerse a menor costo que en librerías, obviamente, sin incluir el importe de su envío.

Para reavivar un libro se deberían resucitar su sinopsis y su portada, así como comentarios que la obra haya suscitado.

Para esta labor debería contratarse a alguien que se encargue de ella en exclusiva. La revitalización del catálogo debe asumirse como la apertura de una tienda de saldos, ofreciendo descuentos según la antigüedad y la repercusión de cada obra. El propósito es aliviar el o los depósitos, recuperar parte de la inversión y recordar lo hecho por la editorial.

Como sé que hay quienes considerarán lo anterior como una pérdida de tiempo y dinero, debo apelar al manido eslogan de las prostitutas, esto es, lo que no se muestra no se vende. Dado que el libro no es un bien de consumo esencial, debe informarse de su existencia a los probables compradores.

Pese a sus altas ventas, productos básicos como la harina de maíz, el arroz e incluso la cerveza –primordial en el trópico–, son recordadas permanentemente mediante promociones en supermercados, vallas y cuñas televisivas. Esto se hace para mantener vivo no solo el producto, sino la marca.

Lo anterior no solo se refiere al libro de papel, sino también al electrónico. Un retoque promocional cada cierto tiempo estoy seguro de que haría más rentable el trabajo editorial, no solo para quienes publican, sino también para quienes escríbimos.

Armando José Sequera 

 

 

 


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