Lealtad y rigor en el análisis: así era Maryclen

Se destacó como socióloga, académica, columnista y analista de medios de difusión masiva

Siempre destacó por la sindéresis de sus análisis.

 

10/11/22.-  “Anoche falleció Maryclen Stelling, directora ejecutiva del Celarg. Una pérdida solemne”, escribió Roberto Hernández Montoya, con ese toque de humor que no puede evitar ni siquiera en momentos tan oscuros. Una frase ante la que la misma Maryclen habría reaccionado con una sonrisa y diciendo: “Tú bien sabes cómo es Roberto”.

El otro Roberto, Malaver, lo expresó de manera diferente: “Con Maryclen Stelling disfrutamos su amistad, sus artículos, sus entrevistas con José Vicente Rangel, sus charlas y conversaciones. Fue un lujo ser su amigo. Estar con ella era aprender a ser mejor. Ahora que no está, duele, duele que jode”.

El periodista Cristóbal Alva, en un sentido artículo, contó cómo la conoció en la fundación del capítulo venezolano del Observatorio Mundial de Medios, en 2002, apenas unos días después del golpe de Estado contra el Comandante Hugo Chávez. Desde entonces fue una amiga, una guía, una mentora.

Alva aportó los datos biográficos: María Clenticia Stelling Cróquer de Macareño, académica, columnista y analista de medios de difusión masiva, socióloga egresada de la Universidad Central de Venezuela, realizó estudios en Planificación de la Educación y Recursos Humanos en la École Pratique des Hautes Études (EPHE, 1968), de París; de Ciencias Sociales en el Instituto Universitario de Pesquisas de Río de Janeiro, Brasil (1975); y de Desarrollo Organizacional en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB 1995). “Desde 2008, ha ejercido la dirección ejecutiva del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, ente de investigación y formación. Con su calidez hizo de la Casa Rómulo Gallegos un espacio habitable para organizaciones sociales, comunitarias y culturales”, expresó.

Sus conversaciones con Stelling le permitieron disponer de referencias muy personales. “Desde las aulas de la Escuela de Sociología y Antropología de la UCV y la convulsionada sociedad de comienzos de los años sesenta, arribó a París para continuar estudios de posgrado en 1968, y pocas semanas después se convirtió en testigo del Mayo Francés –relató Alva–. Maryclen no lanzó adoquines ni bombas incendiarias, pero asistió con curiosidad a las asambleas en fábricas tomadas y espacios universitarios. Solía comentar que después de semanas de intensa refriega, el presidente Charles De Gaulle, en emisión de televisión, hizo un llamado a la regularización de la situación, y al día siguiente el pueblo francés retornó a sus actividades con relativa normalidad”.

Alva destacó en su semblanza que, como mujer, madre y abuela, fue activista para la protección de niñas, niños y adolescentes, desde la Federación de Instituciones Privadas de Atención al Niño, el Joven y la Familia (FIPAN). Fue docente y consultora de la Fundación Escuela de Gerencia Social (FEGS), en programas de formación de funcionarios públicos y activistas sociales y comunitarios.

Pérdida para el análisis político


La partida física de Stelling es una pérdida cualitativa para la capacidad de análisis político existente en el país, pues ella era una persona con la extraña facultad de ser leal a sus ideas sin perder la rigurosidad en la interpretación.

Con esa premisa, ella estuvo en la primera línea de combate político en el lado de la Revolución Bolivariana, pero no por ello ostentó una postura fanática ni dio apoyos a ciegas. Por el contrario, su voz siempre fue de alerta acerca de los peligros que han amenazado –y amenazan– la continuidad de este proceso político.

En mi labor como periodista (me permito una visión personal) tuve a esta socióloga como una fuente a consultar en momentos clave del acontecer nacional, a sabiendas de que ofrecería un criterio basado en datos y apreciaciones desapasionadas de la realidad. No era ella apropiada para celebrar victorias ni para llorar reveses. Revisaba las causas y consecuencias con una sindéresis que no abunda mucho en nuestro medio.

Sus aportes respecto al conflicto con el poder mediático mantienen plena vigencia. Siempre advirtió que las empresas transnacionales  de comunicación del mundo son un enemigo que no debe menospreciarse nunca, sobre todo porque durante años hemos sufrido lo que llamó “una derrota ante el poder transmediático, que es el de los medios tradicionales y las redes sociales”.

Uno de los aspectos sobre los cuales siempre alertó fue acerca de la polarización nacional, que nos llevó al borde de la guerra civil en 2017. Dejó claro que esa tendencia a ubicarse en los extremos opuestos es resistente incluso a la verdad cruda. Como ejemplo, Stelling recordaba que en 2018, a propósito del magnicidio frustrado, pese a la presentación de evidencias y hasta de confesiones, el bando opositor sostuvo su tesis de que todo fue un montaje.

Vivió el Mayo Francés, en la propia París, como estudiante.

Mujer de pensamiento y de acción, participó en intentos concretos de romper esa polarización tan peligrosa. Junto al diplomático Pedro Nikken promovió la conciliación de grupos e individualidades del chavismo y el antichavismo. Quisieron crear espacios de “microdiálogo”, entre líderes de opinión, más allá de lo que pudiera avanzar el entendimiento en los altos niveles políticos.

Ni siquiera el cáncer la privó de su actividad analítica y de su afán por la disciplina científica. Hace un año, al estudiar el resultado de las elecciones regionales y locales, dijo: “La sociedad venezolana parece haber llegado a un punto de no retorno, caracterizado por el desencanto, la desilusión, la apatía y la desafección política, una condición opuesta a la que se alcanzó durante los primeros años de la Revolución”. 

Quienes valoramos su estilo peculiar, su manera leal y rigurosa de analizar las situaciones políticas más confusas vamos a extrañar mucho a Maryclen Stelling.

La tertulia como recurso

La casa de Maryclen Stelling llegó a ser como un ágora. En los frescos espacios cercanos al Waraira Repano, ella solía ser la anfitriona de tremendas tenidas en las que participaban personajes de alto nivel académico y político.

Con café o con vino, en esas reuniones se reivindicó el arte de la tertulia y su utilidad como recurso para enriquecer los análisis y comprender situaciones que, en la esfera individual, lucen enigmáticas.

Aprender mediante el diálogo fue siempre una de sus pasiones. Así lo recuerda el cineasta Roque Zambrano: “Estuvo con nosotros en Sociología y Antropología UCV, año 59/60. Éramos entonces dieciseisañeros, recién hostilizados por la represión betancourista. En el grupo estaban Luis Enrique Mieres, José Pizani, Oswaldo Rodríguez Larralde, Ana Torres, Marisela Padrón, y un año superior, Iraida Vargas, Esther Gamus, ‘el Chino’ Valera Mora y el ya afamado artista de TV Héctor Mayerston”.

“Recibíamos verdaderas clases magistrales de nuestros profesores Alfredo Chacón y Orlando Albornoz, quien armó un grupo de estudio devorador de teoría sociológica funcionalista y estructuralista, en nuestro tiempo libre. Lo mejor eran las clases del cura (Manuel) Pernaut, Teoría Económica, quien paradójicamente nos daba marxismo, y sobretodo Das kapital. En los años 70, Maryclen ya era destacada y brillante y así siguió siendo hasta el último día”, concluyó Zambrano.

 

Clodovaldo Hernández / CIUDAD CCS

 

 

 

 

 


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