Palabras... | Consideraciones sobre lo irresoluble

06/12/2024.- Acá habla el poeta en son de muerte, pero interpretada desde la apacibilidad y si me apuro de la alegría, no desde la odiosa resignación o fatalidad, más bien desde la jocosidad y de esa manera en que el argot popular confiesa su "nadie me quita lo bailao". Porque el poeta Carlos Angulo hace una retrospectiva hacia su niñez recreando a Proust, solo que nosotros mojábamos en vez de magdalenas en té, aquellas extraordinarias y sabrosas cucas o paledonias o catalinas, nombres que tienen según su región en Venezuela, en café o guarapo con papelón.

El poeta ha viajado mucho, considera una deuda ya inalcanzable, ver el Monte Fuji, espacio donde la poesía "Carlosangulana" tiene raíces y un lego como yo, solo recuerda ese paisaje grabado en una propaganda de una marca de rollos fotográficos, él le da profundidad metafórica con narración impecable.

Me impresiona ese eterno buscar del "paradero final", porque nombra allí a la muerte en yoruba, en el único sitio donde este mortal que escribe estas líneas ha viajado fuera de Venezuela y donde quedó su amor petrificado, La Habana, y esa ciudad de la misma manera a lo Bernini, se me quedó su olor, su mar, su gente y la vieja ciudad en mi piel.

                                Manolo Silva

 

 

Consideraciones sobre lo irresoluble

Quien se concibe de noche prefiere amar de día. El resto persigue a Eros en un sueño cuando duerme, porque teme. La eternidad no existe, por lo que es imposible, saberse más allá. Ya hemos nacido, hemos vivido y ahora solo se trata de doble densificar el tiempo, a objeto de dar con el paradero del final, con fines comprensivos

Por esas razones lógicas de la distancia, quisiera no empezar nada de nuevo. Nunca sobra el tiempo para vivir dos veces, la mismitud. Los años que me faltan los extraeré de un cuaderno, prefigurado en la niñez.

Cuando me abrace Venus quizás yo vuelva amarte. La belleza si en nada abraza, es inútil. También hay algo de verdad en la mentira, como de mentira en lo que se dice de verdad. Lo digo, por el desamor. El único camino que se pierde, es el que se borra por la hierba. El despecho, no es más que el hedor de los desperdicios de un "amor" que va en el féretro

Cuando el olvido va adelante, no deja espacio para que nos desquicie el recuerdo. Ojalá la vida abra la puerta, por donde entre un verso con una orden de justicia, que desaloje la ausencia de estas sombras

En nada importan los tic tac, si nadie sabe adónde van las señales. Todo tiene su vuelo, aunque igual llama la atención un reloj cuyas agujas se deslizan hacia atrás, pero en nada inside el regreso. Los ríos no esperan por nosotros desvestirnos, ni miran hacia atrás donde nos quedamos. Gracias al hecho de vivir hemos decidido, lo que fue el acierto y el error, pero el futuro ya pasó. Igual moriríamos si no hubiésemos hecho nada

Habiendo vivido, lamento no haberme desviado alguna vez, por las Sendas de Okú, paso a paso a la belleza del mundo íntimo y el universo exterior, hecho del olor de los cerezos. Quizás si hubiese insistido en andar abandonado a la desidia por el camino de Swann, en busca del tiempo perdido, sabría un poco más a qué atenerme en esta hora. Yo que no pude cumplir la promesa de ir al Monte Fuji, yo que he imaginado hasta el delirio cada vez que coincidimos en la encrucijada de la lejanía, sus largas faldas blancas. Yo que opcional lo he viajado en la mirada, tantas veces, sentí, como una corazonada, el lamento solitario de su brisa.

Distante como un mito, resolví atenuar este cuerpo imaginario y ajeno pensándolo, en nombre de un asterisco final. Pero no por nada de lo prescrito he dejado reescribir los garabatos de alegría, que soñé dejar en sus escarchas.

Es hasta ahora, en que regreso agotado adonde inicié esta travesía, mirando silvestres columpios de estrellas caídas, que a ella la traigo a mi conciencia. Digo adiós consternado y agradecido a muchas cosas, desde atrás del cortejo de este sueño

En mi corazón llevo frío, y aún abrigo con admiración los pies descalzos de los maestros antiguos del Haikú.

En mi descenso.

Nieve desvaneciéndose.

Ya que no fui nada importante en esta amarillenta historia, por lo menos hubiese andando, visto y sentido en su contexto, el milagro estético que reproducía la inmortalidad de esos caminos.

A nuestro pesar o no, el azar, la casualidad o la causalidad nos ubicó hermosamente en el mismo tiempo, la misma calle, similar ciudad alejandríaca, bajo un mismo techo y agradecido cielo alunado como si fuera Itaca, para que deliberadamente nos amáramos, pero fuimos torpes encontrándonos, donde hubiese sido más profundo habernos dado por perdidos. El amor se inicia con belleza, pero al parecer muere por subestimar la inteligencia.

No estimamos aprender la grandeza de Bernini y sus detalles, en el rapto a Perséfone, quien fue capaz de transformar el mármol en piel liberada de atavío, genialidad en conducir las manos por la carne de la piedra, alcanzando la imposible emancipación del hastío, que no pudimos.

Hay que trabajar mucho, y mucho más con el egocéntrico corazón de lo que amamos, hasta cansarse de olvidar sin que nos haga daño.

No por eso hemos dejado de extrañarnos.

Mañana no saldrá el sol en la metáfora.

Le regalaré el ocaso

Cuando amanezca.

 

1⁰ de diciembre 2020, Guatemala.

 

Carlos Angulo 

 


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