Comentarios noticiables | DD. HH., bandera de propaganda
07/12/2024.- La primera manifestación de los derechos humanos (DD. HH.) en este planeta se le ha adjudicado al filósofo chino Confucio, en el año 500 antes de la nueva era. En la actualidad, el término de los DD. HH.se ha visto alterado por la dirigencia reaccionaria del Gobierno de Estados Unidos (EE. UU.) y del Estado sionista de Israel, cuyas políticas entran diariamente en contradicción con lo que está prohibido por las leyes. Todo esto, con una enmascarada propaganda de víctimas.
Los máximos representantes de ambos Gobiernos, el presidente Joe Biden y el primer ministro Benjamín Netanyahu, han tratado con mucha insistencia de convertir el tema de los DD. HH. en un arma de lucha contra Gobiernos desafectos. El genocidio contra la población civil palestina, aunque ello perjudique las relaciones con el mundo árabe e islámico, no es causa que preocupe a Washington y a Tel Aviv, porque ambos sistemas se sostienen bajo el escudo protector del absolutismo y la plutocracia, para el cual no hay Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que exija respeto y cumplimiento a sus resoluciones que se aprueban allí contra ellos. Para EE. UU. en la ONU, lo único que es eficiente es su poder de veto, una fórmula para oponerse o subestimar las resoluciones y/o decisiones del Consejo de Seguridad. Durante mucho tiempo, EE. UU. ha considerado un desatino los dictámenes del Consejo de Seguridad de la ONU y, por tanto, esto no sido obstáculo para seguir promoviendo guerras, violencias, despojos, autoritarismos, alienaciones, injusticias y miserias.
Las decisiones de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) y la Corte Penal Internacional (CPI) de la ONU —en las cuales han emitido cuestiones jurídicas (resoluciones contra el genocidio israelí por imprescriptibles crímenes de guerra y órdenes de arrestos)— han dado pruebas de que se han observado estrictamente los propósitos y principios de la Carta de la ONU, y también al revés, lo que ha puesto al descubierto sus debilidades cuando se hace dejación de ellos.
La CIJ y la CPI, al dejar de cumplir sus resoluciones y órdenes, desaplican todos los esfuerzos que dieron lugar a su creación, esto constituye una acción u omisión socialmente peligrosa que afecta directamente el Derecho Internacional Humanitario. Para que esto se corrija, los Estados deben tomar medidas eficaces para fortalecer la disciplina social de los líderes políticos que adolecen de conductas reaccionarias que hacen irrealizable el cumplimiento de sus deberes para con la paz y la seguridad interna y externa de sus países.
EE. UU. es el país imperialista por excelencia, cuyo Gobierno lleva la batuta de la antítesis de los DD. HH., y por ello genera las contradicciones que más afectan la sociedad estadounidense. La Constitución norteamericana no contempla el derecho al trabajo, el desempleo sobrepasa los 18 millones de desocupados y más de 25 millones de analfabetos funcionales. El espionaje es aplicado a millones de personas, el cual está dividido entre el Buró Federal de Investigaciones (FBI, siglas en inglés) y la Agencia Central de Inteligencia (CIA, siglas en inglés). Se estima que entre ambas agencias (FBI, CIA) manejan más de 250 millones de huellas digitales de ciudadanos que de una manera u otra defienden los derechos civiles o congenian con ideas progresistas y/o socialistas. Muchos de ellos son encarcelados o asesinados. Las minorías de los indígenas nacionales, los inmigrantes, los negros, los chicanos, están privados de derechos fundamentales establecidos en la Constitución de EE. UU. y otras leyes de esa nación.
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Acuerdos esenciales de DD. HH. que EE.UU. no ha firmado: Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; Protocolo de Derechos Civiles y Políticos; Convención contra el Apartheid; Convención sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de Lesa Humanidad; Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer; Convención sobre la Supresión del Tráfico de Personas y la Explotación de la prostitución de terceros; Convención sobre el Estatuto de los Refugiados; Convención sobre el Derecho de los Trabajadores Migrantes y sus familias; Convención de Ottawa de 1997 que Prohíbe las Minas antipersonales; Protocolo de Kyoto sobre Reducción de la Contaminación de la Atmósfera.
Esto es una muestra clara del poder destructivo de los DD. HH. de las autoridades norteamericanas en el siglo XXI, que sigue el rumbo del nazifascismo de la Alemania de Adolfo Hitler y del Estado de Israel del sionismo de Benjamín Netanyahu. Ya basta de tanta crueldad, es hora de que todas la fuerzas democráticas de la paz y la seguridad mundiales redoblen los esfuerzos para frenar esa barbarie imperialista. La humanidad espera que reinen los DD. HH. y la paz sobre la tmTierra.
J. J. Álvarez