Hablemos de eso | Las tres llaves de Juana la Loca y el señor Kessener

08/12/2024.- El 17 de febrero de 1531 la reina de Castilla, conocida como Juana la Loca, dictó una instrucción general para los oficiales de la Corona en la provincia de Venezuela y el cabo de La Vela, que contiene las normas que organizan la Real Hacienda. El documento establece que la recaudación de tributos, en oro o perlas, correspondiente al rey (es decir, la parte del despojo y la explotación de nuestra tierra que correspondía al jefe) sería guardada en un cofre con tres cerraduras; cada una de las tres llaves estaría en manos de los tres oficiales responsables de la Real Hacienda: un tesorero, un contador y un “factor”. De tal manera, nada se podría meter o sacar del cofre sin la presencia de los tres oficiales. Así intentaba prevenir que no le robaran lo que había robado la Corona.

Lo curioso es que esta previsión de la Loca sea tomada como antecedente del control fiscal en Venezuela (como se señala en la sección Historia del portal web de la Contraloría) y que el símbolo de las tres llaves sea aún el emblema de la Contraloría General de la República Bolivariana de Venezuela.

Y lo curioso es por qué son tres llaves coloniales. Juana la Loca hablaba de sus “derechos” para referirse a los que había heredado por ser hija de Fernando de Aragón e Isabel la Católica, rey y reina de Castilla y Aragón, a quienes el papa Alejandro VI había regalado la mitad del mundo en un acto arbitrario. El oro y las perlas no solo eran riquezas pertenecientes a quienes eran los pobladores de estas tierras, sino que eran obtenidos mediante su explotación. Como cuenta Bartolomé de las Casas, en Margarita o Cubagua.

La tiranía que los españoles ejercitan contra los indios en el sacar o pescar de las perlas es una de las crueles y condenadas cosas que pueden ser en el mundo. No hay vida infernal y desesperada en este siglo que se le pueda comparar, aunque la del sacar el oro en las minas sea en su género gravísima y pésima. Métenlos en la mar en tres y en cuatro y cinco brazas de hondo. Desde la mañana hasta que se pone el sol están siempre debajo del agua, nadando sin resuello, arrancando las ostras donde se crían las perlas. Salen con unas redecillas llenas a lo alto, y a resollar, donde está un verdugo español en una canoa o barquillo, y si se tardan en descansar les da de puñadas y por los cabellos los echa al agua para que tornen a pescar.

… dándoles tan horrible vida hasta que los acaban y consumen en breves días, porque vivir los hombres debajo del agua sin resuello es imposible mucho tiempo (…) y así todos comúnmente mueren de echar sangre por la boca, por el apretamiento del pecho que hacen por causa de estar tanto tiempo y tan continuo sin resuello, (…), acabaron de consumir a todos los indios lucayos que había en las islas…

Y como dice de Las Casas, la cosa en las minas de oro era peor y a ella se sumaron las personas traídas de África como esclavizadas. Es decir, que los “derechos” que se defienden con las tres llaves son, repito, los productos del robo de las riquezas de la tierra y del mar usurpados, tanto como de la despiadada explotación. Eso y no otra cosa significan las “tres llaves”.

El segundo antecedente citado en el portal de la Contraloría para “nuestro” sistema de vigilancia de los recursos públicos también llama la atención. El portal nos informa que, en 1938, “el Gobierno venezolano solicitó colaboración a la República de Colombia, que había organizado su institución contralora atendiendo a las recomendaciones de la Comisión Kemmerer…”.

¿Y qué es eso de la Comisión Kemmerer? Buscamos información y encontramos entonces que el nombre apropiado es Misión Kemmerer, que viene del nombre de su líder, el economista estadounidense Edwin Walter Kemmerer. Una misión como esta había recorrido el mundo con especial figuración en la reconformación de los sistemas presupuestarios, financieros, bancarios, de contraloría y, en general, de la administración de Estados de América Latina.

Kemmerer había tenido su primera aparición en Filipinas a inicios del siglo XX, justo en el tiempo en  que Estados Unidos habían ocupado aquel país, y mantenían una guerra contra las fuerzas independentistas. Desde 1917, se estructura la Misión con distintos asesores estadounidenses en cada una de las ramas de la Administración pública. Su periplo los lleva a recorrer México (1917), Guatemala (1919), Colombia (1923), Chile (1925), Ecuador (1926), Bolivia (1927) y Perú (1931). En cada uno de esos países fueron encargados por los gobiernos de intervenir en la organización de bancos centrales, superintendencia de bancos, sistemas presupuestarios, sistemas de contraloría. En Colombia perfeccionaron su modelo y en Chile intervinieron nada menos que en la formulación de la Constitución.

Según escribió el mismo Kemmerer al recordar su experiencia en Chile: “Piénselo, ¡ninguna Constitución que restrinja las recomendaciones y ningún Congreso que las estropee! Cómo se regocijarían los funcionarios públicos estadounidenses ante tal situación […] Es difícil imaginar una situación más favorable para lograr algo que valga la pena”. De hecho, en 1925, durante el desarrollo de la Misión Kemmeler, el Congreso chileno estaba restringido en sus funciones y el presidente Alessandri había prometido a los asesores estadounidenses una colaboración sin límites: “Si tenemos diferencias de opinión, no tenga dudas, asuma la suya”. Tales niveles de sujeción y arbitrariedad para llevar a cabo la propuesta de reorganización de la Constitución y el Estado chileno trae a la memoria las condiciones en que el proyecto neoliberal de la Escuela de Chicago pudo imponerse, después del derrocamiento de Allende, la destrucción de toda oposición y organización popular, en la dictadura de Augusto Pinochet.

Las oligarquías latinoamericanas estaban muy claras de quién querían depender y quién querían que los defendiera contra sus propios pueblos. Nada más natural que acudir a Estados Unidos para que determinara cómo serían los negocios públicos y cómo deberían organizarse los Estados. Bien lejos estaban de la máxima de Simón Rodríguez de ser originales y no copiar modelos de Estados Unidos o de Europa.

Es un reto formidable esa invitación del presidente Maduro para pensar y poner en marcha las transformaciones del Estado para hacer las cosas a nuestra manera, a la medida de la soberanía, la igualdad y la justicia que reclama nuestro pueblo.

centrodescolonizacionvzla.wordpress.com

Algunas fuentes:

De Las Casas, B.. (1552). Brevísima relación de la destrucción de las Indias. https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/brevsima-relacin-de-la-destruccin-de-las-indias-0/html/847e3bed-827e-4ca7-bb80-fdcde7ac955e_19.html

Kemmerer, E. W. The Work of the American Financial Commission in Chile, en Princeton Alumni Weekly, 26,12 (1925), p. 296.

Leal, I. (1985). La Real Cédula de Instrucción de 17 de febrero de 1531 y los orígenes del control fiscal en Venezuela. Revista de Control Fiscal / Contraloría General de la República. Caracas: Editorial de la Contraloría General de la República, 117, pp. 113-125.

 

 

 


Noticias Relacionadas