Al derecho y al revés | Siria: cayó un hueso duro de roer

11/12/2024.- Al gobierno de Bashar al-Asad, a pesar de que el territorio sirio fue en el último decenio objeto de bombardeos desde Israel, invasiones de kurdos que exigían territorio, incursiones del llamado "Emirato Islámico" —bien armado por Netanyahu—, se le consideraba un gobierno estable.

Defendido en materia de armas antiaéreas por Rusia—país donde Putin gobierna y que ha desarrollado las mejores y más mortíferas baterías antiaéreas— y en tierra por las milicias de Hezbolá —las cuales lograron frenar las incursiones armadas prokurdas venidas desde Turquía, hasta ser llamadas al apoyo de sus hermanos en el Líbano, dejando el terreno que Hezbolá defendía en manos del presidente Al-Asad y su ejército de soldados que, tras casi quince años de guerras civiles, parecía con buen apresto de combate—, el gobierno dictatorial de Al-Asad lucía invulnerable.

Supongo que igual de fuerte se sintió Marcos Pérez Jiménez la noche del 31 de diciembre de 1957, luego de ganar un plebiscito que legalizaba su permanencia en el poder por cinco años más, estando protegido además por un ejército que él mismo había cuidado como gallina al huevo. Debió creer entonces que sería imposible que lo derrocaran.

O el dictador nicaragüense Somoza, hijo de dictador, que ya estaba preparando un vástago como heredero cuando los sandinistas lanzaron la ofensiva final contra Managua en 1979. Al enterarse de que había perdido el apoyo yanqui, tomó sus petates y montose en el avión, dejando en el terreno una Guardia Nacional que luchaba fieramente hasta que, conocida la noticia de la huida de "Tachito" el dictador, comenzó a derrumbarse el cuerpo militar de élite.

Analizar hechos ocurridos es asunto pirata, pero no hay remedio, ya que los venezolanos recibimos pocas noticias desde el Medio Oriente. Por tanto, a primera impresión, parece que Occidente acaba de ganar una pelea que le puede empatar la derrota que sus pupilos ucranianos están sufriendo a manos de Rusia. Puede ser, pero eso es "a primera impresión". Veamos.

Los yihadistas que acaban de derrotar en Siria al gobierno de Bashar al-Asad están divididos en varias fracciones, casi todas denominadas "terroristas" por la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Entre ellas, sobresalió en la ultrarrápida ofensiva final el grupo que ahora ha colocado a su segundo hombre como primer ministro de transición, quien gobernará por dieciocho meses, según promete…

Sin embargo, el Comité para la Liberación del Levante (HTS, por sus siglas en árabe) no solo tiene abolengo militar: ser un grupo "islamista" desprendido de Al Qaeda no es todo… La religión tiene su peso en esos lares…

HTS es un grupo musulmán sunita, que es el credo mayoritario en Siria —con más del 55% de la población—, siendo los chiitas los siguientes y los alauitas los terceros, que es el credo de la familia Al-Asad.

Allí comienza a aclararse por qué, siendo la prensa occidental enemiga del gobierno caído, no celebraron el derrocamiento de la familia Al-Asad… o lo hicieron poco…

Occidente ganó al sacar del poder a un amigo de Rusia e Irán, pero la situación puede tornarse como cuando los Estados Unidos ayudaron en Afganistán a que los talibanes sacaran del poder un gobierno que había sido prorruso para poner a los talibanes, quienes resultaron ser extremistas y violentos.

HTS es un grupo calificado por los Estados Unidos como "terrorista". Peor: el gobierno de Biden ofrece diez millones de dólares por la cabeza del jefe de esa organización. Sin embargo, hoy ese grupo impuso al primer ministro. Este se reunió con su homólogo saliente —primer ministro de Bashar al-Asad—, quien anunció querer cooperar con los rebeldes. Es de suponer que lo hará a nombre de rusos e iraníes —país cuya embajada en Damasco fue saqueada—, y quizás de EE. UU. e Israel.

Lo hará porque para Occidente es vital que los del Comité para la Liberación del Levante hagan elecciones limpias. Ese punto solo se podrá llevar a cabo si las fuerzas extranjeras que están en territorio sirio —EE. UU., Israel, Turquía, Rusia e Irán— salen de Siria… ejércitos que el HTS no puede expulsar porque le falta fuerza.

De manera que viene una negociación donde se puede llegar a elecciones, pero también se puede terminar con un gobierno cada vez más islámico. Ya veremos.

Mientras tanto, ni Rusia ni Irán se solidarizan con Bashar al-Asad, quien fue un "hueso duro de roer" por más de una década, pero cuyo gobierno cayó como un castillo de naipes, señalado por un pueblo con 90% de pobreza, en medio de la corrupción supina de su familia y entorno.

Al-Asad era "protegido" por un ejército que había perdido 300 mil efectivos al principio de la guerra, un ejército que ganaba tres dólares al mes —en el caso de los oficiales— y que solo servía para desfiles, porque la infantería eran de Hezbolá y la defensa antiaérea de los rusos.

Un "hueso duro de roer" que, tras quince años de guerra, fue sacado del poder en solo dos semanas.

 

Domingo Alberto Rangel


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