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Golpe de Timón, proyecto para profundizar las urgentes y grandes trasformaciones

11/11/22.- Poco tiempo transcurrió desde que tomara las primeras rutinas, propias de un novicio cadete de la “Casa de los sueños azules”, para que el bisoño barinés Hugo Rafael Chávez Frías, despejara dudas y comprendiera que su destino no era emular al pítcher magallanero Isaías “Látigo” Chávez, como lo había soñado en su nativa Sabaneta de Barinas.

A pesar de sus primeros lanzamientos desde el morrito de la Academia Militar de Venezuela, bajo la mirada de Pompeyo Davalillo o Remigio Hermoso, los textos de estudio, sobre todo los de la historia patria,fueron absorbiendo al cadete de azul, hasta que las ideas revolucionarias terminaron de borrarle el afán peloteril. Ya la idea era otra, pensar en proyectos mayores frente a la realidad política nacional, cuyo destino, en esos años 70, estaba en manos de políticos y mercaderes al servicio de intereses extranjeros.

Y llegó el año 1975, con un Chávez maduro, listo para asumir nuevos retos, al lado de noveles oficiales que compartían sus ideas de avanzada. Pero debió transcurrir más de una década para que se aclararan más los planes con el reventón del Caracazo (1989), que sorprendió al comandante en una cama del hospitalito del Fuerte Tiuna, afectado de lechina; sin embargo, el contundente acontecimiento terminó por convencerlo de que su visión de la cita con la historia era correcta.

Tras conquistar el poder, producto de una larga lucha, que incluyó los levantamientos militares del 4F y el 27N, de 1992, y pasar dos años en la Cárcel de El Rodeo, el compromiso político, inspirado en lo que comandante presidente llamó el Árbol de las Tres Raíces (Simón Bolívar-Simón Rodríguez-Ezequiel Zamora), auguraba tiempos de tempestad, como señalan las estrofas del Himno de la Federación… "El cielo encapotado anuncia tempestad y el sol tras las nubes anuncia claridad/Oligarca templad, viva la libertad…".

Chávez, como buen conocedor de la historia y del acontecer internacional, comprendía que a todo movimiento que pretendiera marchar hacia la defensa de la soberanía y la independencia, le esperaba afrontar aguas tormentosas, como había sucedido en Cuba, Chile o Nicaragua, de tal manera que la realidad obligaba destreza al frente del timón, como le había tocado tiempos atrás a Lenin, Mao Tse Tung y Hồ Chí Minh.

El jueves 20 de octubre de 2012, en el Salón Simón Bolívar del Palacio de Miraflores, Chávez sorprendió con el contundente anuncio del Golpe de Timón, como proyecto para profundizar las urgentes y grandes trasformaciones de cara hacia el tránsito de un Estado socialista de justicia y derecho, como estaba asentado en el Plan de la Patria, incluido el desarrollo de un sistema nacional de medios públicos.

A 10 años de aquel dramático mensaje de Chávez, al presidente Nicolás Maduro le ha tocado manejar el timón con destreza, contra viento y marea, a pesar del incremento de las tempestades venidas desde norte y el vecino país neogranadino, que incluyó un intento de magnicidio y ataques armados de mercenarios por las costas centrales, y más tarde una operación tendente a producir una estampida hacia el exterior, sobre todo de la población más joven.

Aquel golpe de timón hace recordar los virajes ocurridos en varias experiencias revolucionarias, como la cubana, que después de los ataques de la CIA contra los aeródromos de San Antonio de los Baños y Ciudad Libertad, y el aeropuerto de Santiago de Cuba (1961), que forjaron la proclamación de la isla como territorio socialista en el Caribe, en palabras de Fidel Castro.

No importa el color del gato
Más lejos, en el Lejano Oriente, tras la muerte del “Gran timonel”, Mao Tse Tung ,(1972), el secretario general del Partido Comunista, Deng Xiaoping, ascendió al poder para iniciar una titánica recuperación de una China que navegaba en medio de una franca crisis política y económica, producto de lo que se conoció como la fallida “Revolución cultural”.

En el décimo Congreso del PCC (1972), Xiaoping planteó la necesidad de trazar la meta de una reforma del sistema económico chino con el establecimiento de una nueva visión socialista, que fue suscrita oficialmente en la Constitución de 1973.

Xiaoping, autor de la frase: “No importa si el gato es negro, pardo o blanco; lo importante es que atrape ratones”, popularizó al nuevo timonel, quien logró el ascenso definitivo de China hasta posicionarse como el principal rival de Estados Unidos en el mercado universal, una realidad que desnudó aún más la crisis que ya se vislumbraba en el imperio del norte, como efectivamente está sucediendo en este siglo XXI.

Al sur-occidente de la República Popular de China, en la década de los 80, el vecino vietnamita se debatía en una profunda crisis económica, cual huella de la prolongada guerra frente a los invasores franceses, japoneses y estadounidenses.

La situación había tomado cuerpo con la situación que vivía la Unión Soviética, el principal aliado que tenía la naciente República Socialista de Vietnam, que además venía de una confrontación armada con la República Popular China en tierras camboyanas, mientras que un brutal bloqueo económico estadounidense y de sus aliados sacudía los cimientos del joven país socialista.  

Así llegó el año 1986, cuando el VI Congreso del Partido Comunista de Vietnam anunció un golpe de timón, al aprobar el proceso de renovación (Đổi mới) que abrió las puertas a una “economía de mercado de tránsito hacia el socialismo”.

“Si el VI Congreso había sido el que inició la renovación con la líneas iniciales y básicas, entonces el VII Congreso suplementó y desarrolló aún más la política de renovación, formando un sistema de puntos iniciales que condujeron a la defensa de la patria en el período de transición hacia el socialismo en Vietnam” (Phú Trọng, Nguyễn. (2005). Vietnam en el camino de la renovación.Editorial Thế Giới).

Hoy, Vietnam es el dragón en ascenso, que se abre paso como la cuarta economía en el escalafón de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (Asean), integrada, por Indonesia, Filipinas, Malasia, Singapur, Tailandia, Vietnam, Brunei Darussalam, Camboya, Laos y Myanmar.

Ángel Miguel Bastidas G.


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