Letra fría | "Asquerocitos"

De las comidas universales callejeras, me atrevo a señalar, sin duda, el perro caliente

11/11/22.- Después de los corderos en salsa de hormigas culonas y de las carnes maceradas del restaurante Andrés Carne de res, las costillas gigantes de res, sushis, ajiacos, bandejas paisas, chicharrones y demás atracones en Bogotá, no podían faltar, por cortesía de Carla Isea, el aterrizaje forzoso en unos "asquerositos" de la Plaza Venezuela, más exactamente en el viejo Cordon Blue, el antiguo restaurante francés de los 60-70, sitio de reunión de políticos que después de los largos almuerzos, cruzaban la calle e iban a amancebarse con las muchachas del Hotel Sava, hasta que se fue viniendo a menos, pasó a restaurante popular, derivó luego en cantina juvenil, y hoy en lo que era la entrada, una suerte de porche delantero, es venta de perros calientes ("asquerositos"), hamburguesas “cartelúas” y cualquier vaina que pueda meterse en un pan con salsas innumerables y lluvias de papitas fritas.

De las comidas universales callejeras, me atrevo a señalar, sin duda, el hot dog, perro caliente en traducción literal, no recuerdo haberlos vistos en Japón, pero veo que en algunos lugares le llaman Japandog, y que recientemente inventaron un perro caliente negro que preparan con carbón de bambú comestible. También hay perros calientes en China, Rusia, en Asia y Europa en general, pero mis preferidos son los de Nueva York, no sé qué tiene esa salchicha, pero sola en el pan con un hilito de mostaza, es verdaderamente una delicia, también con cebollas o relish de pepinillos y/u otras salsas clásicas, pero como la recomiendo nada igual, como no es igual el perro caliente en otras ciudades de Estados Unidos. Otro que me encanta es uno que comía en La Crem, una antigua cafetería de la 45 con décima en Bogotá, donde preparaban los “cochinitos silbando”, un perro especial con la salchicha cocida rellena con queso amarillo y envuelta en tocineta para dar vuelta y vuelta en la plancha.

Pero nada como esos exquisitos "asquerositos" de Plaza Venezuela, aunque recuerdo los de Altamira, Las Mercedes, y en realidad en casi todas las calles de Caracas. Y ya para cerrar, solo queda destacar la generosidad de las porciones, con quesos rallados varios y la variedad de salsas que ofrecen a la clientela, sin costo adicional.

Humberto  Márquez


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