Tinte polisémico | Romanticismo, plástica y destreza en dos ruedas
13/12/2024.- Los fines de semana, asuetos y feriados, cuando se viaja al litoral de la Guaira, en el trayecto de la autopista, sea durante la mañana, en la ida, o, en el ocaso del día, al retorno, no dejan de llamar la atención y conmover las parejas motorizadas de enamorados con los cuales se coincide en ambos recorridos.
Los raudos e intrépidos binomios motociclistas mujer-hombre se escurren entre los vehículos de cuatro o más ruedas y simulan, en su procesión entre las hileras de carros, la cola serpenteante de un papagayo. Se disponen sus pasajeros a disfrutar de la arena, las olas, el sol y la magia que ofrecen las playas del lado norte de la vertiente con frente al Atlántico de nuestra montaña capitalina, el Waraira Repano.
Los caballeros regularmente son los que manejan y se comportan como los reyes del asfalto. El no contar con un confortable sedán, un deportivo coupé o una suntuosa camioneta 4x4 no les impide, cual jinetes tomados de los manubrios, con una o ambas manos, conducir con particular destreza y displicencia sus máquinas a través del tráfico automotor, con el objetivo de llegar lo más pronto posible a la costa.
Ellas, las parejas, normalmente de "parrilleras", cual amazonas, ocupan la parte posterior de los asientos. Abrazadas al cuerpo de sus "pilotos", les enlazan con las manos por sus pectorales o les toman de los brazos, de los hombros o se aferran a sus cinturas, estrechan sus bustos contra las espaldas, sus vientres contra las zonas lumbares y les aprietan la parte interna de sus muslos contra la parte externa de las piernas de quienes conducen. Se fusionan como dupla en un solo sujeto. Entran en balance: se mantiene el equilibrio en plena cabalgadura sobre la moto; el peso de los cuerpos instintivamente juega a la compensación gravitatoria y a los cambios de velocidad y dirección.
Unas se sienten tan seguras que se duermen, apoyando lateralmente sus cabezas en las nucas de sus compañeros. Algunas posan sus mandíbulas inferiores sobre los trapecios de sus conductores, juntan oreja con oreja, como si bailaran un bolero, y les susurran, les cuentan o les cantan quién sabe qué a los oídos, pues sus caballeros se ríen muy pícaramente. Otras, sencillamente, observan con desparpajo el paisaje y cada carro de la cola que les adelanta o que ellos también, como viajeros, rebasan sobre sus vehículos en el trayecto.
En el viaje de ida, aún sin las huellas del sol en su piel, casi todas muestran parte de los atributos con que la genética dotó sus cuerpos. Aprecias los colores y tonos de sus teces y cabelleras: mulatas, negras de ébano, blancas, cobrizas, rubias platinadas, pelirrojas, morenas, melenas policromáticas, afros y crinejas, carnaval, mestizaje. Es diversidad de sensualidad en locomoción.
Complementa el panorama, al detallarse, la impresionante multiplicidad de sugerentes tatuajes pintados sobre sus antebrazos, brazos, hombros, cuellos, pechos, omoplatos, espaldas, abdómenes, caderas, muslos, costillas, pantorrillas, tobillos o empeines. Toda una pictografía geográfica anatómica bajo la epidermis.
Se convierte la ruta en una exposición rodante no itinerante. Se pueden apreciar los diseños y dibujos de las cromáticas tintas sobre los cuerpos de las centauras motociclistas, mirando a través de los parabrisas, las ventanillas y los retrovisores del vehículo en el cual se traslade, pues sus vestuarios son los mínimos y adecuados para exhibirse, broncearse, nadar, practicar deportes playeros y disfrutar en los balnearios. Si se es minucioso y agudo en la observación, podrá notarse que se asoman tatuajes escondidos en los lugares más recónditos e inimaginables.
Muchas de las bañistas ensilladas sobre sus caballos mecánicos y en pleno movimiento dejan ver las piezas superiores o inferiores de sus trajes de baño, ya que sobresalen de sus minúsculas y transparentes camisas o blusas y de los cortísimos pantalones o minifaldas con los que se atuendan para asistir a estas citas. Apenas lleguen a sus destinos, se montará entonces una exposición plástica corporal, pero ahora caminando por las orillas donde terminen las olas o tendidas sobre la arena.
En la medida que el sol arrecia con el transcurrir de la mañana, se anticipa el bronceado en las partes de los cuerpos desnudos, aliviadas por el efecto de la brisa que les proporciona viajar al descubierto en las máquinas de dos ruedas. Para el momento del retorno a Caracas, a la capital, las emulsiones de los tópicos con aceites, el bronceador y la sal del agua de mar, por el efecto lumínico solar, habrán logrado sus efectos de quemar las pieles de las damas que ocupan la retaguardia del asiento.
Recrearse y estar en contacto con la naturaleza y el entorno marino no es un asunto de estatus y de exclusividad para los que cuentan con casas y apartamentos de playa, yates, acciones de clubes y la posibilidad de acceso a marinas privadas. Ser acariciado por la brisa oceánica, ver las olas y escuchar sus sonidos, recibir la radiación solar y sentir que la arena de la playa, al caminar descalzos, se cuela entre los dedos de los pies, bañarse y nadar en el mar son sensaciones y placeres que todos y todas queremos experimentar; más aún si lo hacemos en compañía de nuestros afectos.
El paisaje humano descrito evoca sensualidad; es una manifestación del amor entre parejas, "romanticismo en movimiento", se percibe su carga de erotismo, es trópico, es Caribe, es Venezuela. Se concreta y aprecia en el tránsito a la riviera marítima, ya sea en un sentido u otro, de ida, bajando, o de vuelta, subiendo. Con la salida o puesta del sol, los dúos motorizados le cantan y apuestan al amor al desplazarse en sus modestos artefactos de combustión.
Mientras, se escucha en el interior del habitáculo del transporte en el que se viaja al Sexteto Juventud, interpretando el tema de salsa brava que dice: "Vamos pa' la Guaira"; pero también sería pertinente y adecuado para cualquier pasajero o conductor, al retorno del litoral central, entonar la canción ya referida, modificar la letra y expresar: "Venimos de la Guaira".
Héctor Eduardo Aponte Díaz
#CiudadCCS
#Voces
#TintePolisémico
#motorizados
#litoral
#autopista
#tráfico
#playas
#estadoLaGuaira
#WarairaRepano
#tatuajes
#parrilleras
#SextetoJuventud