Estoy almado | Ante el nuevo engaño, una nueva victoria de paz 

15/12/2024.- Un mal endémico de la dirigencia antichavista, tutelada por EEUU en los últimos 25 años, es engañar sistemáticamente a sus seguidores. Su capacidad de mentirles es patológica. Lo que a todas luces no sucederá, es justamente lo que quieren que crean. Es una narrativa repetitiva, basada en levantar falsas esperanzas para luego sumirlos en la frustración y, en último lugar, procrear un descomunal odio que se vuelca ya no hacia el gobierno, sino hacia el propio país. En definitiva, es un círculo pernicioso.  

Aquellos antichavistas que caen en ese círculo nocivo, poco a poco, se vuelven antivenezolanos “por la situación-país”, llegan a argumentar sin ton ni son. El ejemplo más reciente es la supuesta toma de posesión del excandidato presidencial Edmundo González el próximo 10 de enero. Al antichavismo le hacen creer que el señor cumplirá su palabra, olvidando que mintió cuando dijo que nunca se iría.

Para construir ese espejismo, González ofrece a los medios ilimitadas entrevistas con respuestas ambiguas. Solo se limita a repetir que él asumirá el 10 de enero. Esa versión es multiplicada como posverdad en las redes sociales. Los influencers (las fuentes informativas ahora de muchas personas) ya lo dan por sentado. “El 10 de enero ahora sí vamos a cobrar”, repiten con insistencia los influencers. De hecho, en plena época decembrina, ese segmento opositor no cuestiona la viabilidad de la supuesta juramentación de González. 

Esa mentira de la oposición se caracteriza siempre por fijar una fecha crucial. Pareciera que el mundo se va a acabar, o que habrá un cambio trascendental. Es lo que le hacen sentir a sus seguidores. En años pasados ha ocurrido lo mismo: Guaidó se cansó de mentirle a sus seguidores, colocó como fecha el 23 de febrero 2019 para invadir el país con el eufemismo de la “ayuda humanitaria”. Cuando asumió la presidencia del Parlamento, Ramos Allup le dio seis meses a Maduro. Y si no vamos más atrás, otra fecha límite fue el 11 de abril de 2002, con aquel inolvidable titular del periódico El Nacional que decía: “La batalla final será en Miraflores”. 

Igual que en el pasado, lo grave de esta actual fantasía de la juramentación de González es que ensombrece al país en una innecesaria incertidumbre. Algunos sectores esperan que algo “malo” sucederá; esperan que un nuevo hito de inestabilidad política vuelva a marcar la cotidianidad. Es lo que dejan entrever en sus declaraciones las figuras de la extrema derecha. 

También dejan claro que lo planteado para el 10 de enero no es nada bueno para la paz y estabilidad del país, porque más que la fecha límite, es una nueva traba que intenta frenar el ímpetu de levantarnos a nuestra manera, con lo que somos, sin intervención extranjera, terrorismo y violencia en el horizonte. 

Al igual que en otras fechas cruciales, todo terminará como siempre: con una nueva victoria de la paz del pueblo en defensa de su derecho al futuro. 

 

Manuel Palma 

soyalmado@gmail.com 

 

 

 

 


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