Psicosoma | "Un poco hemos vivido"

17/12/2024.- El poema de la tarde es el nombre de una obra del escritor venezolano Félix Armando Núñez Beauperthuy, del que me gustan las siguientes estrofas:

 

Un poco hemos vivido, y se diría

que no fue nada, niebla o humo apenas:

idilios rotos, cantos de sirenas,

y la desilusión o la agonía.

 

La misma vaciedad de cada día,

caducas obras como hechas de arenas,

y un arte de eludir mayores penas,

borrachos de sutil melancolía.

Desdibujada calle de amargura,

amanecer lluvioso, muerte lenta,

que dura medio siglo… y dura y dura.

La vida es un instante, es un momento consciente o al menos un darse cuenta de que estamos vivos, a pesar de la imposibilidad de realizar todo lo que soñamos o deseamos. Creo que nos faltarían muchas existencias para lograrlo, o quizás bastaría con una sola vida, como dice mi madre, que está contenta de sus noventa años, lúcidos y con pocos achaques.

Tanto los jóvenes como los adultos mayores, con esperanza de vida saludable, física y mental, aprovechan sus años. Muchos viajan en grupos, solos o en parejas, y se dejan sorprender por las muchas cosas y experiencias que no conocen.

Cada día se aprende de la maravillosa arquitectura corporal de la cual estamos hechos. Somos una máquina amorosa que necesita nutrición, cariño y un lenguaje vital y compasivo para hablarnos. Tratar el mismo cuerpo que nos acompaña desde el principio con diferentes matices y estadios nos enseña a amarnos y a estar atentos al entorno de seres visibles e invisibles que nos rodean.

Percibimos muchas veces el terrible desasosiego de jóvenes que transcurren sus vidas en un eterno cansancio entre fiestas y tratan fallidamente de compartir con sus padres: El progenitor dice: "Viene de 'los Yunaites', pero me voy por quince días. Prefiero vivir solo y no entiende. Cree que estoy enfermo, pero no. Yo solo necesito mi libertad". Otros jubilados se divierten en las cantinas, sin compromiso familiar, y solo preguntan por las fechas de reinicio del bar. En fin, cada quien tiene su agenda de sentir la vida, con intensidad o "cero pasión", de pura calma en pleno silencio…

Los "corazones rotos" por mil y una dificultad no quieren comprender que no está en su poder resolver conflictos de los amigos o de la sociedad. Sin embargo, tampoco se trata de vivir de acuerdo a la acomodaticia frase: "Yo y yo con mi yoísmo e individualidad" o la famosa: "Mi metro cuadrado bajo control". Es verdad que no se puede hacer nada contra las guerras ni la pobreza, pero ellos hasta las justifican y (¡oh, horror!) prefieren bajar las edades de los jóvenes agresores a doce años, así como las penas de muerte…

No. Mi compromiso constante es de cuidado por el bienestar humano.

Recuerdo las famosas amenazas a niños y adolescentes en las correccionales o la mención al costal de las gitanas y turcos que robaban niños… Todavía se trata de mantener la creencia de que hay que tener miedo a la policía o a personas raras, pero jamás se sospecha del cura, del pastor o los abuelos, ni de los hermanos o los padres, para que después estalle la Caja de Pandora. Nadie sospecha de las lindas jóvenes con delirios e ideas suicidas que deambulan en los centros comerciales, o los chicos guapos con aspectos de muñecos Ken que prefieren el uso de pornografía al trato real con las chicas; y menos de los adultos contemporáneos y mayores que pasan "alejado del mundanal ruido" en su monte, pero bajan a la ciudad para "pescar venaditas"…

La cacería desde noviembre a diciembre aumenta con casos asombrosos de mentes perversas, en competencia con la carnicería en la Franja de Gaza, Siria o Líbano. En fin, el sueño de "la primavera árabe" democrática medio se les cumple a los gringos: el Hunter, hijo de Biden, quedó limpio de maldad, mientras su padre dispara a Rusia y fomenta más guerras, y Blinken se queja del Estado Islámico (EI). ¿Será que los quieren arrancar de raíz? Porque la limpieza del Golán va de viento en popa…

Se supone que, de acuerdo al ADN, estamos programados para la vida y la felicidad, pues es escasa la herencia genética depresiva. Es casi como si fuera obligatorio vivir… Quizás, los extremos de muerte y vida ya ni son antónimos, porque se puede morir por amor a la vida, la esperanza, la fe, por el prójimo, las ideas, las religiones y las verdades…

La confrontación de Occidente y Oriente se nos visibiliza con más guerras. Se barren o borran civilizaciones y no se aceptan las diversidades humanas por el poder absoluto y obtuso. Nosotros solo queremos justicia social y paz. Ya no es posible que los modelos médicos psicoterapéuticos sigan buscando la causa en el individuo, porque estas son las psicopatologías del capitalismo. Cada sistema programa a los individuos con diferentes necesidades y motivaciones, pero cada grupo social tiene una herencia y memoria histórica que revierte cada entramado. Esta ha sido y es la resistencia de los pueblos colonizados, con recuerdos y simulaciones de eventos que se viven o repiten en el desarrollo psicosocioemocional.

Cada sistema programa a sus conciudadanos, pero cada individuo debería "desenchufarse" y hurgar, programar nuevas conexiones de convivencia. Ya la economía circular, como los procesos psíquicos grupales en la alquimia de curaciones chamánicas, hacen posible menos desechos humanos y menos basura ambiental. La contaminación, el reúso, el recambio, el realquiler de aparatos telefónicos y computadoras, etc., evitan el consumismo y en esto cada población maneja su memoria histórica.

A escasos cincuenta años, ha empezado a retornar las formas de vida de las abuelas y madres, con el uso de portaviandas, el abuelo como orientador y apoyo, el cultivo en los balcones o en urbanizaciones, barrios o cantones, el uso de candelas o velas…

En fin, me place que se haya reconocido al pan de yuca, el casabe, como patrimonio de la humanidad (además de ser un remedio para el colon). Tenemos que convivir con nuestra Amazonía, en sus lechos de algas y diversidad de flora y fauna…

 

Si morimos, sepan que estamos satisfechos y firmes. Digan al mundo en nuestro nombre que somos personas justas del lado de la verdad.

Hilba Kamal Abu Nada

 

Rosa Anca


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